Mi cuaderno de Alicia y sus Enseñanzas.
Me compré un Cuaderno de Alicia.
Y esta mañana llegué a mi oficina, como siempre, una hora antes, me puse a escribir y el tiempo voló.
"Bien, bien... pero ya tienes el final. Sí, tienes el final..."
Como siempre, me conecto, preparo todo, etc... subo a ver a mi compañero. Con prisas.
-¡Busco seres de luz...! -creo que dije, entrando en el módulo.
Un compi que está a los mandos de algo técnico me mira.
-¡Luz, luz...luz...! -paso como un rayo por su lado.
Llego a donde está mi compañero.
Y no sé qué le digo y él me dice:
-¿Ya tienes el final? o ¿ya la has acabado?
Alzo las cejas.
A ver, a ver, esto es imposible.
-Justamente, sí... -respondo.
Entonces le enseño un libro maravilloso y se lo cuento entero y no paro de reírme y el tiempo se esfuma porque el libro es sensacional. Y me digo: "¡dáselo, dáselo!" que él lo toque pero mi yo interior que es muy puñetero no quiere a pesar de que lo ofrece. Y va el compañero y dice:
-No.
"No lo voy a tocar".
Y esto sí que estoy segura.
¿Pero cómo lo sabe?
Si se lo he ofrecido.
Como yo no sé lo que él sabe y él sabe lo que sabe Coso y yo no sé... pues entiendo que no toque ese libro.
¿?
Cuando me voy a ir, me comenta si ¿ese final es un buen final para tu libro?
Bueno, yo le había dicho a mi "yo interior" que podíamos ir a preguntarle al compañero por un final, pero también le había dicho que... hombre, no sé, no sería justo. ¿No?
Así que tenía un poco de lucha con eso.
Y va mi compañero y dice:
-Ese final... para esa edad...
-¿Es por esto...?
-No.
-¿Es por lo otro? Porque en este otro libro...
-No.
-Bueno no sé ...
-Es que en esa edad no lo van a entender.
A mi mente acude todo un panorama de "establecimiento de realidades". No sé cómo explicároslo. Imaginad un tablón raso de espacio para .... colocar. Un espacio donde unes cosas.
((Un fantasma profesional))
(Ya, pero, ¿qué te gustaba?)
((Él busca trabajo))
(Te hizo gracia al leerlo de mayor...)
((El salteador... quebranta la ley))
(Ya pero... ojo, sigo conociéndolo desde mayor)
Bajo.
"¿Cuál es el objeto?" "¿Por qué el libro acaba así?" "¿Qué consiguen?"
Entonces me doy cuenta.
"Ay, puñetas".
"Por eso no lo van a entender. El del Fantasma profesional tenía ya sus quince años... este libro no es para quince años..."
Le doy vueltas.
Y vueltas.
Le doy muchas vueltas.
Escribo a mi compañero y no contesta.
Le doy más vueltas. Entre vuelta y vuelta me levanto y voy al baño porque llevo mucho trabajando. Y me estiro. Y me digo:
"¿Sabes? Haz esta pose de taichí..."
Hago la pose de taichí. Y entonces lo veo. La frase final del libro.
(¡Jajajajaj! hombre... no sé... No sé, ¿¿¿cómo voy a hilar eso????)
Es bonito. Es bonito pero... pero... "no sé" me repito para mis adentros.
Salgo del baño, me siento, me digo: "¿De verdad crees que esa frase es lo correcto?" desbloqueo el ordenador y mi compañero responde con un arco-iris.
-¡Jajajajajaja!
Ya empezamos.
-¡Jajajajajajajajja!
Como aquella vez que sentada en el coche en la más absoluta oscuridad, le dije a mi yo interior: "¿Sabes? ¿Qué diría el Dalai Lama de esto?" y va el teléfono apagado y se ilumina la pantalla con un mensaje totalmente increíble que inicia así:
"El Dalai Lama dice...."
-¡Jajajajajajajajajajajajaja!
Es que no puedo con estas cosas.
Y diréis, ¿Nelly, habías estado mirando cosas del Dalai Lama...? ¡NO! Jajajajaj. ¿Ha vuelto a ocurrir? ¡TAMPOCO! Simplemente, le dio por ahí a mi teléfono. X mandó un mensaje y era del Dalai Lama y por algún motivo absurdo va el teléfono y se ilumina.
Partida de risa pienso si explicárselo al compañero mientras mi yo interior dice "No" y cuando digo: "A la porra, le voy a contar la casualidad que acaba de pasar..." se agotan las pilas del teclado.
-¡JAJAJAJAJAJA!
Y no escribe las Rs. No escribe. Se para.
¡¡¡Bueno ya vale!!!, pienso.
Le cambio las pilas. Se lo voy a contar y me interrumpe un compañero.
Acabo con el compañero, se lo voy a contar...
Y entonces llega una jefa.
Y así todo el tiempo.
Y pienso: "¿Qué problema hay con eso del final?"
Y es que no está acabado.
Para llegar a esa frase del final necesito cambiar el escenario previo. Es decir, la clave aquí es a quién habla el narrador personaje.
Pero tampoco estoy segura de que sea eso.
Quizá no consiga terminarlo a tiempo.
Por otro lado, luego me dijo el compañero una Enseñanza. No os la puedo contar porque a lo mejor para vosotros no lo es y me da un poco de vergüenza y además es muy personal. Había pensado ponerla en un cuaderno de Alicia en el País de las Maravillas que me compré (es rosa y negro, un poco extraño). Porque, además, compré unas pegatinas de scraapbooking. ¿Sabéis una cosa? Le di como cien mil vueltas a la compra de las pegatinas.
-Que sí, que no.. que fíjate, que si con caras,... que si por qué te vas a comprar eso, que si...
Le di un millón de vueltas.
Luego ayer abrí la página y tras darle otro millón de vueltas más, la página dice:
"Mira, en lugar de 9 euros paga 5"
¡¡¡Anda!!!!
Observo ojiplática la pantalla.
"Creo que el universo se ha cansado de mis dudas, ¡me salen a la mitad de precio, casi!"
-Hombre, por 5 €, sí.
👻😂😉 No sé, me resulta raro porque de verdad llevaba 3 días cambiando de idea y de la cesta a borrar, de la cesta a borrar, de la cesta a borrar...
XD Y al final ayer cuando vuelvo de nuevo a mirar pegatinas me salen las mismas que llevo tres días mareando pero pone 5 €! Le ha faltado decir: ¡Cómpralas ya, pesada!
😜😂 Claro que, puestos a cosas raras, antes de ponerme con la novela un señor se puso a hablar conmigo donde las máquinas que dan café y yo miré los bollos de chocolate que aquí se llaman conchas y pensé:
"Quiero uno de esos dulces pero no tengo dinero suelto... ¡Jolín, qué lata, solo me da para el café, pero yo quiero uno de esos dulces! ¿Por qué no puedo tener uno? Bueno, bueno... qué más da... Te quedas sin él y listo".
El señor reponía las máquinas y empezamos a hablar de alimentación sana. Y otros menesteres.
A media mañana llega una persona y dice:
-¡Eva, mira he traído dulces para todos para celebrar que he aprobado un examen!
Y sí, señoras y señores internautas, allí estaban todos los dulces de la máquina y más.
Alzo las cejas mirando las conchas de chocolate.
-Vaya, vaya... -me digo.
Otra casualidad.
Fin.
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