En el que vuelvo a casa con las manos llenas de libros...

 Yo sé que esto no va a funcionar.
Ayer fui a casa del actor. Como siempre me hice expectativas que no eran, porque pensaba que iría a una cafetería, así que me puse un vestido, me ricé el pelo, me puse mis gafas nuevas, me eché rimmel, salí muy pizpireta de casa... Tomé un taxi, el taxista venía de Portugal. Se puso a hablar y en algún momento, comenzó a hablar de verdad. Me contó cosas y se equivocó de camino.

-Lo siento -me dijo.

Yo me puse colorada. 

-No, si es culpa mía... -le dije.

-¿Cómo va a ser culpa tuya que me equivoque de camino? Me he distraído...

(¿y de quién es culpa?)

Si yo me hubiera estado calladita, no habría pasado. 

Y cuando llegué y vi al actor, en vez de una cafetería (¿me olvidé del Coronavirus?) fuimos a una tienda y compramos algunas cosas para beber. Yo llevaba una botella con agua en la mochila, pero se me olvidó. Y llegamos a su casa. Me encanta la puerta de madera. Me fijé en un bote de gel que había en el portal. Cosa que ahora me intriga... 

Y entré en su casa y recordé la primera vez que estuve. Y al llegar al salón... ¡era un estudio de grabación! Y eso me encantó. Porque yo lo conocía pero de verlo desde el otro lado. Y acaricié la tela y miré la cámara y me di cuenta de qué distinto es estar al otro lado. Y me gustó.

Entonces me fijé en los libros. De cuentos. Los abrí y cada frase estaba escrita de un modo maravilloso. Porque eran cuentos. Cuentos tradicionales, de los que se cuentan y te quedas embobado escuchando. Y me dijo dónde los había conseguido.

-Ten, tengo estos para ti...

Y allí estaba Moby Dick y Fray Perico y su Borrico. Y ya es casualidad, porque justamente hablaba yo con el profe de budismo (hablaba, estamos enfadados y ya no hablamos, bueno, él no está enfadado, y ya no hablamos...) de que el autor de Fray Perico está en Twitter y que tiene (en apenas unos meses) miles de seguidores. Y él me contestó que porque era "auténtico", y se montó un pequeño debate sobre fama y libros en el que ahora no voy a entrar, porque está entrada  no es del Muso, sino del actor...

Así que ahí estaba yo, con Fray Perico en la mano, y al abrirlo... estaba todo garabateado.

-Sí, este era yo... con diez años.

Su firma (más linda), y una serie de garabatos que me hicieron pensar en el actor de niño. Y por pensar, digo visualizar. Y me puse roja mientras lo veía más pequeño y mandón, y terco e inocente.

-Mira, escribí esto.... -sus palabras me devolvieron a la realidad.

Me enseñó más cosas. Algunas me sorprendieron, y otras me preocuparon. 

Ambas cosas, lo que me sorprendió y lo que me preocupó, en igual grado de intensidad.

Y nos fuimos.

Odio las despedidas. "Ya hablamos", dice. Es horrible. En el peor momento. Tan terrible suena esa incertidumbre que en vez de tomar un taxi, o el metro, me tuve que apartar del paso de toda la gente que había alrededor y abrir Google Maps. "Necesito ir a Alonso Martinez". Porque eso significaba caminar. Pero el Google Maps se volvió loco. "Vamos, venga!!!", al final me dio la ruta. Y eché a andar.

Me llamó un ser muy querido mientras caminaba.

-No puedo con esto -le dije.

Y el ser querido me dijo "no vamos a empezar otra vez". Empezar otra vez, ... es volver a las peleas. Al "no, que va, no puedo, no funciona, yo no sé, yo no ...." Bucles. Bucles, lucha, pelea... y cáos.

-Me voy andando a casa.

-¿¿¿¿Desde ahí?????

Eeeeh... respiré.... Miré la plaza. Me froté el entrecejo.

-Sí, yo... no sé... necesito andar.

-Vale -respondió este ser muy querido-, puedes, claro. Es sólo que por la calle (tal) ya no hay ningún metro que te pille tan bien. 

Un algo interior se abrió paso en mi confundida mente para indicarme que tenía razón. Es verdad, podía caminar. Pero ahora sólo estaba confundida. En dos kilómetros estaría confundida y cansada. 

-Sí, es verdad -miré el metro, era mejor idea. Mi confusión me estaría esperando a la salida igual-, vale. Bajo al metro...

-Te llamo luego que no hay buena cobertura.

-Ok.

Y llegué a casa. Sin botella. ¿Y mi botella de agua? ¿Y mi bote de refresco?... Ains. ¿Y mi cabeza?

Me tumbé y me puse triste. Y sonó el teléfono.

-¡Oh! suenas totalmente alicaída.

Y le conté, brevemente. Y me contestó:

-En toda tu vida... siempre has dicho que los demás te agobian, y ahora vas tú, y quieres estar con él todo el rato.

-Tienes razón.

Colgamos. Me tapé la cara con las manos. 

Aquí se estaba dando una cosa, algo que ya conocía de los meses de confinamiento y algo que no quiero que vuelva. Una pelea interior dantesca. Épica. Algo que ya me dijo una vez una experta psicóloga: "No sabes la cantidad de energía que gastas en luchar contigo misma".
Y esta vez fue muy obvio porque mi cerebro, ante ese horrible dilema, optó por lo único que podía hacer: el sueño.
Cuando una parte de tu mente está alterada, y la parte lógica contesta: "claro, es que deberías hacer esto", y la parte no-lógica entonces se debate como una trucha en un anzuelo ya sólo le queda una opción al cerebro... Apagarse. Y dormir. Me entró un sueño terrible.

Pero ése sentimiento no se iba. En medio de la debacle me echó una mano un sueño. Una vez soñé con el actor. En el sueño, había una cadena fina que nos unía. No hacía daño, pero al verla alrededor de mi muñeca yo me ponía muy nerviosa y empezaba a tirar y tirar, y tirar y cuanto más tiraba, con más cadena me quedaba, pero no me daba cuenta de que si tiras de algo que no se mueve, resbalas en su dirección. Y sin darme cuenta mis pies resbalaban y perdía terreno. Cuanto más luchaba por soltarme, más cadena tenía en mis manos y más resbalaban los pies; hacia el final, yo tenía casi toda la cadena pero estaba muy cerca de él, luchando por soltarme y en vez de soltarme, al notarlo tan cerca, lo abracé. Y me desperté.

Ese sueño, esa pista, me vino a la mente y entonces comprendí. "Así no". La lucha dantesca contra lo que sentía, es como poner una plancha de madera contra la corriente de un tusnami. Si tú clavas una aguja en el suelo y viene una ola gigante, no se la lleva. Una simple aguja. Pero si tú pones un camión en transversal, todo lo que pesa el camión juega en su contra. Es decir, el problema no es la ola, el problema es la resistencia a la ola.

Y eso lo aprendí con ese sueño.

"Pues muy bien", me dije, levantándome para beber un vaso de agua. La cocina estaba a oscuras. Tengo persianas venecianas, y se filtraba una luz blanca muy clara por ella. Miré hacia esa claridad y sentí el impulso de levantar la persiana para mirar el cielo pero me dije "bah, no valdrá tanto la pena, qué tontería". Sin embargo, antes de volver a salón... me acerqué y levanté la persiana. Y lo que vi me dejó perpleja.

La luna, con la parte clara y brillante ganando terreno a la mitad oscura, se veía tan nítida como si pudiera tocarla. Pero lo que me dejó sin palabras fue el planeta que brillaba a su lado, como si fuera una estrella.

No sé porqué, esa visión decidió... mi lucha interna. Entre la lógica, lo que yo sabía que era correcto, todo lo mental... y de repente allí estaba ese cielo... silencioso de belleza increíble. Nunca he visto la luna así, con ese planeta brillando a su lado de semejante manera. Es que ahora lo pienso y creo que es imposible. Técnicamente, la luz de la luna taparía ese planeta. 

Volví al salón y abrí Netflix (en mi móvil). "¿Continuar con lo que estabas viendo?". Sí, le di un toque a la pantalla.

Stardust.

¡jajajaj! Y ahí estaba la cadena de mi sueño.
"Vaaaaya por Dios" pensé. "No sé si puedo ver esto".

Y ahí estaba la chica diciendo: "¿y qué ha hecho ella por demostrar lo que siente?"

Qué razón tenía la estrella, pensé.

"En los miles de años que llevo observando la Tierra te puedo decir que la gente no es siempre lo que parece..."

"¡Ay! Yvaine", pensé. 

Entonces sale la escena del pirata Shakespeare, bailando con ella en la cubierta del barco, cuando le dice: "Sé quién eres y lo que eres... pero tranquila, nadie va a hacerte daño". Y ella resplandece y la cámara se desplaza hacia la luna. Y era tan similar, la luna y la estrella, a lo que había visto por la ventana (la luna y la estrella), que paré ahí la película.

Y me fui a dormir.

No dormí bien. 

Pero al despertarme sí estaba mejor. Y me senté en el sofá y leí "Fray Perico y su borrico" y empecé Moby Dick.
Tengo que ponerme las pilas con la escritura. El actor está escribiendo. 
Ese es mi campo.

Sé que suena raro pero al estar con él, me pongo las pilas, gano seguidores en Twitter, organizo mis proyectos, hablo con el editor... y mejoro las herramientas con las que escribo. 

Mira que gustarle los libros... 

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