¡¡Por fin en casa!!


He visto al actor por la mañana, al final he bajado en taxi. El motivo de bajar en taxi es que llevo dos días mareándome y con unos dolores de cabeza que no son normales. Al final, consulté a una amiga (ya os comenté en la entrada anterior que me mareé dos veces) y me dijo: "A ver si va a ser nervios o ansiedad".
Y pude comprobar que lo era, por otro síntoma que ya es un viejo conocido.
Eso me resultó desconcertante y me enfadé bastante conmigo misma.
Se lo comenté al Muso y me dijo: "Ya"
Como que él ya lo sabía.

Así que bajé en taxi.

Me apetecía un café pero acabé tomando un zumo de mango. El pidió unas crepes, con limón. Nunca las había probado y estaban buenísimas. Me gusta ese sabor entre amargo y dulce. Son estas las cosas tontas que me tienen tan enganchada. 

Le conté al Muso sobre aquella vez que él subió a un tren que no era, yo subí a un tren que no era (si bien la historia tiene más casualidad, ya que yo voy en coche al trabajo pero por una serie de cosas decidí no ir en coche ese día, y también decidí no volver a casa sino comer en la estación, y luego tomé otro tren que nunca tomo. Y mientras le decía por whasap que yo no podía seguir escribiéndome con él, le mandé una foto y mientras tomaba la foto, la misma foto llegó a mi teléfono. Del atardecer. Y primero me volví loca pero luego resulta que íbamos en el mismo tren). Y le dije "nooo, no vengas" pero vino.

Tres millones y medio de habitantes en la ciudad y coincidimos en un tren que ninguno toma nunca.

El Muso tenía una explicación sencilla para esto. Luego estuvimos hablando de otras cosas (espirituales).

Y yo le dije que quería cambiar ciertas cosas. Y él me dijo, ¿a qué esperas? ¿a una siguiente vida? Eso es un empujón.
¡jajaja!

Estoy asustada.

Lo que no es extraño porque siempre estoy asustada.

Luego se acabó el trabajo presencial, recogí mis cosas y me fui la mar de feliz. Regresé conduciendo bajo un cielo con nubes rosas y violetas. Muy suaves. Qué bonito estaba el cielo.

Y ya está, esa es toda la historia de hoy.

No he estado muy brillante estos días en la oficina. De hecho, ... el trabajo presencial me ha causado un gran estrés por el Codvid. Varios compañeros míos enfermaron en la oficina, y están saliendo ahora sus positivos. Un compañero murió. Y... yo no estoy a gusto, a pesar de que la desescalada se ha planteado con mucho sentido común, ahora se incorpora más gente y ya os digo yo que... sería mejor detener la desescalada y simplemente trabajar en casa. 

Sé que no es posible, o que deberíamos estar al menos unos días en la oficina, y lo entiendo. Pero... minimizas, no evitas. No sé si me explico. Y es que tengo la sensación de que es lo que está ocurriendo en la sociedad a escala mayor: intentas minimizar el contagio, pero no lo evitas. Porque contagios hay y habrá. Y eso es lo que veo en la oficina, un riesgo potencial. Y me canso. Me canso de estar alerta todo el día. Llega un punto en que se meten seis en el baño a la vez porque confunden esa puerta con la de la calle y yo ya estoy muy cansada, después de siete horas, como para reptir una vez más. Y lo mismo con la mascarilla. 

Tenía estrés por esa situación. Yo creo que todos lo tenemos.

Veréis, un riesgo que tomo yo... lo tomo yo. Lo elijo. Me digo: "voy a besar al actor" y es cosa mía. Y sí, es un riesgo, pero lo elijo yo. Y de algún modo, eso lo tengo controlado. Pero no se pueden controlar 300 riesgos, jajaja!... O bien no lo piensas, con lo cuál renuncias a pedir setecientas veintocho veces que mantengan el metro y medio de distancia (cosa que no pueden hacer porque no te oyen) o bien confías en la mascarilla (que la mía, poco vale). Pero te cansas.

El otro día cuando bajaba a la piscina el autobusero no paró y la gente de la cola estaba indignadísima. De hecho, yo agarré el móvil para poner algo en Twitter. Pero luego pensé que incidencias no quería decir: entra y quéjate de la EMT, sino "tenemos incidencia en esta línea y lo avisamos", así que detuve mi crítica airada y decidí esperar al siguiente bus, porque sabía que andando iba a tardar más, aunque mi cabreo me indicara que bajara a pata hasta la piscina (cosa que suelo hacer).

Al subir al siguiente bus me di cuenta de que el chico que estaba detrás en la cola, justo a mi lado, no llevaba mascarilla y entonces comprendí. El bus no había parado y nos había dejado a todos en tierra porque el conductor lo vio y simplemente no quiso meterse a discutir con ese viajero. La cola airada se disolvió, y me quedé sola esperando el siguiente. El chico también se fue. 

Se lo expliqué a la señora que, al montar dos paradas más abajo, le armó un escándalo al conductor (otra cosa curiosa: su compañero conductor hace algo y la señora va y le echa la bronca al siguiente conductor, que ni tiene nada que ver y además sí ha parado=). Cuando la señora pasó por mi lado, le dije: "¿Sabe por qué no paró? Porque el chico que estaba a mi lado no llevaba mascarilla". Aaaaah!, dijo la señora. 

No sé. Yo me alegro de estar en casa. =) Y tengo un montón de curro la semana que viene, pero ... estoy tranquila.


0 comentarios:

Publicar un comentario

 

 

 

Creative Commons License
contador de visitas para blogger por paises