Entra luz por la ventana, doy unas cuantas vueltas, me levanto tres horas después. 

Preparo la mochila y voy a la piscina. El 38 me cierra las puertas en las narices, jajajaj... Si hubiera corrido cuando mi yo interior me sugirió si quería cogerlo... Pero claro, me rendí antes de empezar y el estúpido bus se quedó ahí plantado como si estuviera esperando algo. Eso fue mientras yo seguía andando lentamente y cruzaba dos semáforos. Parece que decidió irse justo cuando yo decidí echar a correr. 

"Me da igual". 

Montada en el siguiente bus me doy cuenta de que no llevo el gorro de baño. ¡Jajajja! Eso descarta la natación. Solo podré ir a la piscina de la azotea a tomar el sol y vaguear.

Al bajar del bus caigo en la cuenta de que no llevo el candado de la taquilla. 

Eso descarta el gimnasio entero. 

Decido ser sincera con la chica de la recepción. Frunce el ceño levemente, su cara no pierde la sonrisa ni ella las ganas de ayudar. Contesta que me puede prestar un candado. Anda que... Menos mal. Doña "revísalo todo" se ha dejado el candado en casa el día que decide romper con su ansiedad y dejar de revisar las cosas. 

La chica de recepción me entrega un candado. 

-¡Ay va, si es un corazón!

Sonríe. Sí que lo es. 

Toqueteo el candado corazón pensando en cuánta gente lo habrá usado. Ella me da la clave. Se olvida tachar mi pase. Como soy honesta, se lo digo. 

-¿Qué día es hoy?

-25..San Santiago..

Lo sé por un chat del trabajo. 

Y entonces la chica y yo nos enteramos de que ambas somos de Galicia. Que yo tengo a la familia allí y que ella acaba de volver. Entre sonrisas y complicidad me desea un feliz día y yo a ella también. 

Subo a la azotea, y consigo una de las dos camas que llevo tiempo con ganas de probar. Es un poco blandita, pero mola. 

Aquí tumbada, cierro los ojos y escucho mantras mientras desaparece toodo mi estrés. 

Creo que me voy a dar un baño.