¡Jajaja!
Estoy intentando resolver algunas pistas de laísmo y leísmo. Y como no tenía la carta de presentación hecha, todavía no he mandado el proyecto a Random House.
Y ha sido gracioso porque, repasando el último capítulo (penúltimo, en verdad), siguiendo los diálogos y clarificando a Elías, uno de mis personajes, de repente éste responde a una frase con otra y mientras yo escribía, tal que así era mi diálogo interior:
"Aquí iría bien una pregunta sobre lo que ocurrió el día X, en la que el personaje da pie a que el otro enlace con su respuesta...
¿Y cómo sabe lo de la pregunta?
Bueno, porque se puede usar pregunta o se puede usar otra palabra, así que diría esto, y va a funcionar porque yo lo digo..."
Y estaba escribiendo la frase, que implicaba la palabra suicidio. Cosa que los editores de juvenil no aceptan muy bien.
Y en estas ha entrado una mosca zumbona por la ventana. Pero yo no llevaba las gafas. Y la confundí con una avispa.
Lo que ha pasado a continuación es que -y en esto, no entra mi parte racional-, en un abrir y cerrar de ojos yo estaba contra la pared de enfrente de la cocina. Porque soy curiosamente alérgica (me enteré cuando me picó una abeja, con 18 años) pero siempre le he tenido terror a las avispas y las abejas. De manera tal que no es la primera vez que tras parpadear estoy... a diez metros de donde estaba antes (eso implica, caerse a una piscina, cruzar una carretera o abandonar una clase tras tirar un par de sillas en el camino). Dicho de otro modo: se mueven mis pies antes que mi parte racional.
He cerrado la puerta de la cocina (sin gafas, abandonando el manuscrito) y riéndome sola he llegado hasta el salón.
Motivo de no presentar la obra: avispas.
¡Jajaja! Y sin gafas.
Tengo otras gafas en la habitación (mi casa está llena de relojes y de gafas)
Tic.tac.tic.tac
Abro de nuevo la puerta de la cocina.
"Ah, pero si solo eres una mosca zumbona".
-Fuera... ¡fuera, fuera! ¡FUERA! -he dicho en voz alta.
La mosca me zumba delante. Yo sé que ella me ve a cámara lenta. Es el milagro de los ojos compuestos. Pero también sé que me entiende muy claramente. Porque me ve. Envalentonada, recupero mi cocina.
-¡L-A-R-G-O! tengo que trabajar.
La mosca, dócilmente, da media vuelta con su cuerpo gordo, y sale zumbando por la ventana.
Me siento. ¿Por dónde iba?
Ah, sí:
Escribo:
¿No notabas triste a XX antes de que todo esto pasara? Tuvo que
haber indicios de lo que estaba pensando hacer.
Enlaza con la siguiente parte de la novela.
Pero ha desaparecido la palabra suicidio.
¡jajajaj!
Así no se puede trabajar.
El blog está saltando SOLO a la cursiva (os doy mi palabra)
Total, que una mosca zumbona ha decidido el diálogo de un personaje.
Enhorabuena!!!
¡¡Basta ya de cursiva, leñe!! jajaja! Ni que esto fuera La Mitad Oscura.
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