En el que cuento hasta donde llegué meditando...



Anoche fui al cine a ver "Puñales por la espalda", y luego cené con un amigo un kebab y unas patatas compartidas. La película nos gustó, es un juego de cluedo, y aunque quizá sea un pelín larga, resulta entretenida. Mi momento favorito fue cuando el detective dice aquello de: "¡Pero si el señor Harlan compró la mansión en los años 80!" Me hace gracia porque justo antes interrumpe con una expresión muy coloquial, muy de andar por casa, y toda la película es muy vintage. No pega que comience a expresarse como si fueran los años 90, de repente. 

Suelo adivinar finales, pero en este film, cuando baja un personaje la escalera, tuve una intuición y no supe si "preguntar" a mi yo interior si sabía la respuesta. A lo que yo mi "yo" interior replicó si realmente quería saberla. A fin de cuentas, la película es una partida de cluedo. Y pagar 6 euros para estropearla... Aún así, yo tenía mi teoría. Mi amigo, tenía la suya.

En un momento dado del film, le pregunté a mi "yo" interior: "¡bueno, venga, va, ¿quién ha sido?!". Esa intuición interior me respondió sin palabras con un interrogante: qué sabía. Y yo pensé: "Que la escena inicial es importante, no es casualidad". Sí. "Que no creo que sea ésta la respuesta al misterio, dado que es muy evidente, luego no es lo que parece y no va a ser el resultado final". Sí. "Bien... entonces..." ¿Cuál es la pregunta importante?, me transmitió mi yo interior, sin palabras. "Hum... la pregunta importante es quién querría que esto pareciera lo que parece". Sí. Y la respuesta a esa pregunta lleva a la resolución de la historia....

Sí.

Y no, no tenía la respuesta, sólo tenía la pregunta. Me puse tan nerviosa al darme cuenta de que la pregunta conducía a la respuesta que paré ahí. La pregunta era: "¿A quién le interesa que XXX parezca XXX?".

Ni yo, ni mi amigo, acertamos.

Hoy por la mañana, y siguiendo esas señales del universo que sugerían que meditase más, me senté e hice lo que escuché en un vídeo que vi ayer en el gimnasio. Dedicar 30 minutos a tu mente. Al poco de estar sentada, el tropel de pensamientos que luchaban por ser oídos a la vez, me cabreó un poco. 

"¡Vamos a calmarnos! De uno en uno, por favor... así no se puede".

Todo eran pensamientos alegres y revolucionados porque aquí la que suscribe sigue algo alterada por el suceso del tren, y ayer mi amigo me dijo que era como si ... me hubiera dado un chute de alegría. De hecho, me dijo que brillaba y acto seguido me dijo: "Espero que seas consciente de que esta partida la tienes perdida. Pero, no importa, porque de momento estás muy feliz". Y contesté: "No importa porque no le vuelvo a ver y punto". Mi amigo, se reía. Luego hablamos sobre las "poses" y yo no paré de reír, y luego hablamos sobre "las mujeres y su estúpida necesidad de cambiar a los tíos". 

En realidad el cambio depende de cada uno de nosotros y del tiempo.

Con la espalda erguida, ojos cerrados, una vela... (¡cielos, la vela! jajajaj... Ahora vuelvo)...me dije a mi misma que no pasaba nada, que igual que cuando estaba triste era repetitiva (mi mente), cuando estaba alegre revoloteaba igual en torno al hecho de la alegría; que lo único que tenía que hacer era dejarlo pasar y punto. Que tenía tiempo de sobra para respirar y meditar más tranquila. A fin de cuentas, si voy a meditar 30 minutos diarios, tiempo tengo... pero al abrir los ojos comprobé con estupor que habían pasado 15. ¡La mitad del tiempo! ¡Y mi cerebro era un runrun incorregible!.

Me centré en la respiración, cambié la posición de las manos. El dedo índice y el anular juntos me resultan una pose cómoda, pero no varía nada en mi interior. Así que pasé a mi mudra favorito, el pulgar y el anular. Pero me confundí de dedos. No lo sabía, simplemente pensé: "pues hoy este mudra tampoco te dice nada. Voy a pasar al pulgar y el meñique". Y entonces... sí.  Noté eso tan especial. Al abrir los ojos me di cuenta de mi error. Mi mudra favorito seguía siendo el pulgar y el anular, antes tenía juntos el pulgar y el corazón. Cuando junto pulgar y anular... todo lo que no sea aquí-ahora-y-el-corazón desaparece. Simplemente desaparece, es como si fuera a la deriva en un mar de pensamientos y de repente algo me ancla a un fondo marino que ni siquiera sabía que estaba ahí. No es una sensación desagradable, pero sí que es bastante poderosa y evidente. Tanto, que llegué a pensar que si eso era bueno y útil para la gente, merecería una investigación científica. Claro que, luego pensé que quizá sólo valía para mí. Estas cosas... tienen pinta de ser subjetivas.

Y así pasaron otros 15 minutos aproximados. Con pensamientos de cuando en cuando, y silencio y calma mental el resto del tiempo, hasta que me dio por visualizar las nubes que vi el vuelo a Florencia. Y me dije: "Hum, esas nubes, así de hermosas, están ahora mismo en otras partes del mundo. Eso y los océanos... la gente... los paisajes bellísimos, la Luna, un poco más lejos Saturno, Júpiter, el Sol..." Todo eso natural tan hermoso, está ahí. Pero mira tú por donde, yo no distaba mucho de ser como esa nube, ese león, ese colibrí, ese océano.. ese mar... La Tierra. Tan acostumbrada estoy a mirarla como si estuviera "fuera" que no me doy cuenta de que formo parte del sistema.

Y entonces me ví.

Es como si estás mirando a Saturno y de repente Saturno te mira a ti. Como si te cambiaran la posición, ya no eres... el que mira, sino el que es mirado. Y di un brinco.

¡¡Ay va!!

jajajaj!

Y abrí los ojos y ya no pude seguir.
No era un "yo cotidiano", era más bien... un yo sin etiquetas. Pero era. Y estaba. Y me sorprendió mucho.

Interesante. Somos parte de la naturaleza.

A pasar buen día!!!! 

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