En el mismo tren.
Mañana no escribo. Necesito un descanso, y ahora entenderéis el porqué.
Anoche, justo antes de apagar el teléfono, llegó un mensaje de whatsapp. Si yo hubiera apagado el teléfono un segundo antes, no lo habría visto, pero llegó y lo leí. Decía "Cortan la carretera que usas para ir a trabajar". Lo leí despacio, pues indicaba desvíos, carriles alternativos y terminaba diciendo el texto que en ningún momento se cortaba el tráfico pero se recomienda no circular por la zona de la obra ni sus alrededores.
Es una obra grande, es un puente roto.
Bien. Con mi manera de ser y mis nervios por el coche, decidí ir a trabajar en tren. Lo que implicaba un fuerte madrugón, pero estaba dispuesta asumirlo. Incluso me dormí pensando en el itinerario. Luego me levanté mucho antes de lo normal, que de por sí es mucho antes de que salga el sol. Y llegué al andén y monté en el tren, y trabajé y al salir me surgió una duda. Podía ir a casa, para volver a subir a otro tren poco después en dirección al norte, o podía comer en una estación intermedia y tomar ese tren al norte. La primera opción implicaba, pensé, gastar dos billetes de metro (luego resultó que con lo que me gasté en comida me habría salido más rentable) mientras que la segunda implicaba dejar a mi mascota abandonada todo el día, pero ir más tranquila y usar un billete menos. Opté por esta segunda opción.
Al llegar a la estación intermedia, Chamartín, di muchas vueltas, porque han cambiado cosas y no encontraba un restaurante a mi medida. Al final, opté por un burguer que había fuera. Me senté a comer, leí un poco, y miré el reloj pensando: "Voy tan sobrada de tiempo, que no sé qué tren coger". A las 17:09 minutos aparqué momentáneamente mi lectura y decidí que era un buen momento para ir a por mi billete. Entre las 17:09 minutos y las 17:30 minutos seguro que había algún tren, que me dejaría muy pronto en mi destino del norte, pero era mejor que esperar mucho y luego ir con prisa.
Crucé la calle, entré en la estación, hice cola en una máquina pero los que estaban comprando tuvieron algún problema (ojo) y se fueron antes. Y yo dije a otro señor de otra cola: "¿Quiere usted pasar?" pensando: a fin de cuentas, estaba antes aunque esperando otra máquina, y yo no tenía prisa. El señor, sonrió y me contestó: "¡Oh, por favor!, no, pasa tú, no te preocupes, yo espero un poco más"
¿Seguro?
"Sí", dijo, "por supuesto".
Pasé, compré y miré un letrero luminoso sin tener la menor idea de qué tren iba a la estación que yo buscaba. Es decir, la estación del norte no era la estación final de ninguna línea, por tanto, pensé, "¿cuál era el tren? ¿No sale de la vía XX?" No lo tenía claro y me acerqué a un señor con chaleco amarillo.
- Disculpe, ¿el tren para...?
El señor miró el letrero luminoso que anunciaba más de veinte recorridos, y dijo: "Pues mire, tiene usted uno de la Línea 11, que sale en.. ¡dos minutos!"
¿¿Línea 11?? Eso... eso se aleja mucho de la Línea 6, que es la que yo conozco. Y según pensaba, es la que ... tiene ese tren que necesito.
-¿Línea 11?
- Sí, la línea 11. Allí lo ve. ¡Corra, que lo coge!
Bajé al andén 55 segundos antes de que el tren llegara. Subí al tren, me senté y me puse a leer, mientras pensaba en las pintas que debía de llevar, me calaba el gorro de lana y me enfrascaba en mi libro recomendado por el Muso.
En algún momento de la lecturas sentí que conectaba mucho conmigo misma. Y pensé... viendo ponerse el sol, que no faltaba nada más. Que no necesitaba nada, que mi vida era perfecta, y todo por leer a esos personajes de Cunningham y sus historias. De hecho, me imaginé que era uno de esos personajes en un tren, rumbo al norte. Y escribí al actor. Ya sé que le había dicho que no le escribiría porque.. me pongo tan nerviosa con él como con el Muso, y él reacciona igual. Lo que me pone más nerviosa todavía, lo que no es una buena combinación. Pero estaba cansada, el cielo estaba precioso y sencillamente me apetecía.
Una parte interior intuitiva me dijo que no me olvidara de decirle que el día para mí estaba siendo muy largo.
Y se lo puse: "sé que te he dicho que nos íbamos a escribir por mail, pero es que he salido de casa a las cinco de la madrugada, el día para mí está siendo muy largo, y voy en un tren viendo el atardecer y lo que me apetece es chatear, si tú me lo permites...".
Todo era perfecto y pensé coronar mi frase (mucho mejor que la que os he escrito) mandándole una foto del atardecer. Mientras sacaba la foto, vi un extraño mensaje en la pantalla del móvil.
Nombre del Actor - Foto (aviso de whasap)
"¿Ya? ¿tan rápido?" pensé... si todavía estaba tomando la foto, ¿cómo es que ya salía en whasap?
Y fueron dos segundos en los que vi el mismo paisaje... que yo estaba intentando tomar... pero con más luz, más bonito y con mejor enfoque. Acabé de sacar mi foto y la mandé. Y allí estaban... la misma foto, dos veces.
"¡Ay va!, mira, él también va en un tren" le dije a mi yo interior. Le dije a mi pensamiento.
Y fue entonces cuando lo leí:
-"Yo también voy" decía " en un tren rumbo a..."
El mismo sitio.
No me lo creí.
"Venga ya"
"A ver si vamos en el mismo tren", dijo.
Tardé un poco en asimilarlo.
Era cierto. No podía creerlo que pero era cierto.
Y lo siguiente que pensé fue en mi pelo, en mi .. constipado, en mis vaqueros, en... lo desastrosamente que iba yo... y me dije a mi misma: "¡no!, ¡no vengas!" y también se lo dije a él pero vino. Vino y se sentó enfrente. Y todos mis nervios se me pasaron y en su lugar me entró miedo. Como era de esperar. Allí, delante, tenía a otro ser humano, con aspecto de estar muy cansado, dicho sea de paso. Si yo llevaba a la espalda toda una semana de trabajo él no penséis que iba mucho mejor que yo.
Y me entró pánico.
Apenas hablamos, un poco, casi se pasa de estación. Y yo ... no daba crédito a lo que estaba ocurriendo. Tres millones de habitantes en una ciudad con más de cinco mil trenes distintos, que circulan diariamente, y si no se hubiera cortado la carretera, si él no se hubiera equivocado de tren (me lo dijo, más alucinante todavía), si yo hubiera comido más tarde, o me hubiera levantado del asiento en otro minuto, si los señores de la máquina no se hubieran ido apresurados dejándome paso, si el otro caballero hubiera aceptado mi invitación a pasar delante y lo más importante de todo, si no hubiera roto la norma de mandarle un whasap porque iba leyendo el libro del muso... No nos habríamos encontrado.
Si no veis en esto una razón para creer en algo más... No se me ocurre que otro... testimonio podría daros.
Me diréis, ¿creer en qué? Pues... ni ida, en las casualidades cósmicas, en la magia... en la ley de la atracción... en que es absolutamente imposible este encuentro y sin embargo, ha pasado.
Dicho lo cuál, yo mañana voy al cine y me tomo unas vacaciones jajaja! Esto, para mi corazón, es más conexión de la que puedo... asimilar.
Luego al llegar a mi estación, sería el frío, y la noche, pero me temblaban las manos una barbaridad.
Saludos y feliz finde!
Ah, le dí el blog (pero parece ser bueno respetando los espacios y me dijo que no lo iba a leer) Como dicen por aquí From lost to the river, jajajaj!
De todos modos, no nos conocemos.
Salud!
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