Haz lo contrario.

Ayer subí a ver a mi compañero, tuve un día muy triste. La tristeza empezó cuando dos compañeras dieron órdenes contrarias. Hiciera lo que hiciera, se enfadaba una. Al pedir prioridades me negaron la mayor, con lo que tuve que ser muy "barriosésamo":

-Si estoy haciendo A y pasa B, ¿qué hago?

-No, las dos cosas a la vez.

Quizás el problema radice ahí.

-Las dos cosas a la vez no puedo. Si estoy haciendo A y pasa B, ¿qué hago?

Tuve que repetirle 4 veces.

-Bueno, pues B y luego A.

Bien, españoles (castellanohablantes) y habitantes del mundo, eso es priorizar. Aún así, en la reunión de la tarde, una de las que me dijo que si estaba loca se lo dijo a la que me había priorizado. El resultado es: prioriza B.

Y B no es por lo que los jefes se enfadan. No. Pero yo ya tengo mi prioridad.

Este problema de lenguaje y la preocupación empañó el resto de la jornada. Una jornada donde tengo que correr de un sitio a otro y en la que, viendo la base de datos, pedí ayuda:

-¡La base (no puede hacerse cargo una persona sola) necesito ayuda...! -digo.

Ni caso.

-Mañana van a tener que ponerse varios -intento de nuevo.

Ni caso. 

Quito todo lo que puedo arriesgando mi salud porque a la vez estoy haciendo otras dos tareas.

-¡Eva, deja la base!

Y ahí lo tenemos.

Dejo la base.

Trabajo en la única empresa en que me regañan por trabajar. En la siguiente reunión la persona que me tiene que "enseñar" o "repasa el sábado conmigo" me dice que está muy ocupada y no tiene tiempo.

3 veces debo repetir que cuándo puede reunirse conmigo, si a las 3 o a las 8.

La respuesta, es graciosa: contiene un montón de palabras y ninguna responde a la pregunta.

Al final, me dice que prepare casi todo y que me da media hora al día siguiente. Pero que ya veremos.

Es en ese punto en el que pienso: mira, no me ayudéis. Porque me da igual todo.

A las 19:00 la base tiene 2 días de acumulación de trabajo.

Empiezo a prepara el sábado, sola.

A las 21:30 horas, a falta de poco para acabar el servicio, una mano más se pone con la base.

No pasa nada, porque tenemos unas 94 gestiones acumuladas. 

Hago dos.

En medio de mi cabreo, durante la tarde, se cae todo el servicio, se estropean los ordenadores, dejan de entrar llamadas y todo colapsa.

Luego decís que Coso no existe. 

Y, antes de acabar el servicio, subo a ver al compañero.

Mi posición es clara: si no existiera esa queja constante de los demás porque "todo está sin hacer", yo trabajaría tranquila. No me dejaría la salud y sería feliz. Mi problema no es que la base esté llena de peticiones, ni es hacer 340 correos que nadie quiere hacer. Los hago felizmente. Mi problema es que mis compañeros están siempre cabreados.

Aunque, el que vino a verme a las 9:40 no lo estaba. Me vio liada con la base y me dijo: "¿Qué? Estoy denegándolo todo..." y se echó a reír.

Si deniegas vas más rápido. Pero yo ya estaba muy triste para esa hora.

Pero, mira, ese no está enfadado. Algo es algo.

Yo sé lo que van a decir los de la mañana, no son capaces de acabar con las gestiones del día 1 y ahora tenemos las del 1 y las del 2, porque dejé 3 del día 1, porque estaba tan triste que así se trabaja peor.

Si cuando quedan 4 gestiones del día anterior ya hay enfados... imaginaros si quedan 93.

Sobre las 19:00 horas del día previo yo pensé: "Aquí hacen falta más manos". 

Pero bueno, al subir a la segunda planta, todo cambió.

Tengo un compañero de mi puesto, de perfil técnico. Su nombre empieza por J. Tiene la edad de mi hermano mayor y es tremendamente pícaro. Y guapo. E inteligente. Pocas personas son tan técnicas y tan inteligentes en mi empresa. Me senté a su lado. Tenía un programa que desconozco abierto.

No hace falta decir nada. De repente me dijo:

-No me cuadra esto...

Empezó a hacer segmentos en un programa que aúna fórmulas y dibujos. Yo estaba fascinada. Verlo trabajar, da paz. Toda la planta donde está el compi al que admiro da paz.

-¿Qué programa es ese?

Me dijo el nombre.

-¡Qué pasada!

-No me cuadran las cifras...

Entonces se acercó el que me enseña.

-Mira, aquí sale esto... y esto en febrero y esto en marzo... pero es que en enero sale solo....

La diferencia era abismal.

-¿No te parece un poco raro?

-Ya, no sé. En enero no llevaba yo ese departamento.

-¡JAJAJAJAJAJAJ! (me río)

Mi compañero me mira. 

-¡Jajajajjajajaja! ¿Han pasado de XX a XXXXX porque tú jajajajajajajajajaja...?

Mi compañero sonríe.

Se va a trabajar y yo, que estoy descansando y allí es donde quiero estar porque no tengo amigos en esa empresa, me quedo con J. un rato más. J. me pregunta cosas y a veces me da consejos pero sobre todo dice: Ya... ya y de verdad parece que lo entienden perfectamente. Pero él no se preocupa. A él lo que le preocupa es que un archivo no de la fórmula que tiene que dar... entonces se concentra y, si se estresa, sus labios cambian. Es super gracioso porque le ves el estrés en un gesto que tiene con los labios. Y ya está. Sin gritos, sin chillarle a otro "a ti lo que te pasa es que eres una mala compañera", sin mentiras, sin venirte con historias que no son ciertas porque siempre hablan desde el juzgar, sin criticar a los demás si hacen un descanso (que además legalmente lo tienen que hacer)... No sé, es otra posición. Mentalmente, J. está en otra posición. Y trabaja solo.

Tras un ratito a su lado, voy a sentarme junto al compañero al que admiro. 

Dos personas de su equipo le dicen que el día ha sido devastador, salvaje, etc. Un día para borrar.

¿Con qué cara creéis que puedo escuchar yo estas palabras? Pues como quien ve un televisor, atenta.

Y mi compañero dice:

-¿Por qué?

(Interés, no deja pasar)

-Pero lo habéis hecho muy bien.

(empatía y ánimo. Acompañar)

Sus empleados reiteran que el día ha sido horroroso. 

-¡Pero vosotros lo habéis hecho muy bien!

(¿Me he dicho yo eso? A mi misma?)

No.

Yo me he dicho: mañana todo el Equipo va a estar cabreado porque no eres capaz de abordar 93 peticiones mientras atiendes una Sala, vigilas operadores, Corres de un módulo a Otro, y preparas el sábado.

Y me sorprende que se cayera todo el servicio informático de la Cía. Teléfonos incluidos.

¡Jajajajaajaj!

A eso de las 8, cuando más estresada estaba, mi ordenador empezó a parpadear y tuve que reiniciarlo entero porque se volvió "loco". Sencillamente, se enganchó. Saltaba de un botón a otro parpadeando como un loco sin tocarlo. Y ningún botón funcionaba. Todo porque me puse nerviosa porque no iba lo suficientemente deprisa. Y fue como: "Hala, pues paras y reinicias". Buena enseñanza. Al reiniciar todo iba perfecto. Le estaba exigiendo demasiado. 

-Con lo fácil que es estar bien, la gente hace lo contrario -dice mi compañero-, ¡qué torpes son! ¡Jajajaj!

"Empatía" es lo que yo le quería decir: "No me importa no llegar si la frase de los compañeros fuera ¡bueno, has hecho lo posible! pero los compañeros solo se despellejan unos a otros y dan órdenes contrarias en un mismo minuto, por no hablar de que si das un paso atrás todo lo que te dicen en realidad esconde otra causa que suele ser: "sigue sin hacer, encárgate tú".

No voy a decir cierta cosa que me preguntó mi compi. Relativa a la organización.

Es un auténtico caos.

Intenté explicarle lo de la empatía pero él hablaba de otra cosa, estaba Enseñando.

"Haz lo contrario".

Lo contrario es que todo me de igual.

Novecientas peticiones en la base de datos, vale. Órdenes contradictorias y siempre alguien enfadado: no. Yo esas cosas no las puedo soportar bien. Pero para eso se ponen otras medidas. 

Me daba igual el sábado, sinceramente, es desmotivación por hartazgo de tener que pelear para ayudar. Si no queréis ayudar, no ayudéis. La DGT ha legislado que las bicis pueden ir en sentido contrario por vía urbana. Yo no creo que la medida sea favorecer a las bicis, sino matarlas. Lo que me cabrea. Pero llegados a este punto de mediocridad (hay una bici blanca con flores marcando donde murió una madre de dos hijos, en mi calle, porque la señal simplemente estaba ámbar para el camión y verde para ella...) Fijaos, ahí todavía la bici NO PODÍA ir en sentido contrario. Es bastante absurda esa regla. Pero dada mediocridad... 

-¿Sabes que trabajo contigo este sábado?

Mire a mi compañero con verdadero asombro.

-No, no... no te toca a ti.

No, vienen otros dos jefes, uno de los cuáles, pese a estar en el mismo rango, me ha hecho subir y bajar escaleras hoy siete veces porque nadie le contesta y él ha pedido algo a petición de otro jefe y no ha querido llamar a la persona que podía hacerlo, con lo que me ha mandado a mí. Le dije a mi yo interior: "Fíjate cómo es y solo es miércoles... prepárate para que el sábado sea mucho peor, porque no sabe lo solo que va a estar". Yo sí lo sé. 

-Le he cambiado el turno. Trabajo yo en su lugar.

Miro al compañero al que admiro y por el que me preocupo y al que sigo fielmente decirme que el sábado trabaja él. Conmigo. Somos tres. Y estoy convencida de que será un sábado horrible.

¿Y ahora qué?

Yo... me daba igual. ¿Entendéis?

Ya me daba igual.

Pero él no da igual.

Frunzo el ceño.

Cosas de Coso. 


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