Tenéis que leer este libro

 😂😂😂😂😂

Os voy a hablar de la ciencia. 



Siempre creí que la ciencia eran uno señores muy formales, alzándose sobre los hombros de otros señores, formales también, elucubrando y elaborando complicadas fórmulas matemáticas.

Gente seria. Gente distinguida. Intelectuales a los que no se puede alcanzar.

Bien.

Yo no sé vosotros.... pero en este libro, el milenio de 1700 es una rocambolesca carrera competitiva en aras de descubrir al dinosaurio más grande, con peleas, con científicos que se insultaban en la prensa. Con científicos que borraban los hallazgos de otros científicos para atribuírselos (¡oh!) y con unas circunstancias que te hacen reír mucho. Mirad, hay más de inventor... que de ciencia. Me explico: tú un día te levantas por la mañana, miras al Sol y piensas: ¿Y si está vivo? Por ejemplo. Supóntelo. Vale, pues... a raíz de esa idea cuyo mérito parece más que no se le haya ocurrido a nadie antes que los cálculos que deben sostenerla, estableces una teoría, la calculas, la demuestras e... voila!!! Así avanzamos.

Lo que no te dicen es que esos mismos científicos (al menos, en 1700) trataban de convertir el pis en oro (¡Así se descubrió el fósforo!) o lo mismo calculaban la fórmula de la gravedad y la guardaban en un cajón porque, claro, ellos lo que querían era averiguar algo diferente y absurdo evaluándolo en el mismo o incluso mayor valor. Es decir: ignorancia. Es un juego de ignorancia. No un navío perfectamente orientado con la brújula del sentido común y  el conocimiento. No. Olvídalo. Eso no existe. Son niños a ciegas en una habitación oscura tocando algo con las manos y estableciendo teorías.

Es absolutamente divertido y meritorio. Pero una locura.

Por ejemplo: un equipo de científicos establece que si el universo surgió de una gran explosión, debería existir una radiación de fondo de dicho momento. Un eco. Bien. Lo buscan, lo buscan, lo calculan, lo postulan, lo ponen en prensa.... No lo encuentran. Al otro lado del edificio dos tipos están intentando medir otra cosa. No tiene nada que ver, ni siquiera saben del trabajo de sus colegas. Esos tipos pasa un año (un año, atentos) con un zumbido en las antenas que no logran quitar. Las aíslan, le ponen cinta aislante, suben con una fregona porque piensan que es culpa de las heces de pájaro... de todo. Al final dicen: "Jo, qué fracaso, no logro quitar el zumbido". 

Resulta que era el zumbido que buscaban los primeros. Y, ¿sabéis quién se llevó el Nobel? Los segundos. Porque lo hallaron. ¿Sabían qué era? No. No.... es como si me tropiezo por casualidad con una anomalía cósmica y me dan un Nobel, pero yo soy... peluquera y no tengo la menor idea de lo que me he encontrado. Y es así... casi todo el tiempo. Gente que probó una sustancia que descubrió y se muere. Porque está probando... cianuro. Gente que era botánica y geóloga pero le dio por estudiar una enfermedad de temblores y ahora la conocemos por su apellido. Porque lo anoto en una libreta. 

No era el objetivo final de su vida, ¿lo entendéis? Ninguno se dedicó a lo que a la postre los hizo famosos. Y te ríes muchísimo con ellos, acaba siendo todo una gigantesca casualidad. Me estoy acordando de aquel profe de matemáticas que me miró raro por cómo había resuelto un problema cuya fórmula desconocía. Querido profesor: sí, vale, no era ortodoxo. Pero hable usted con estos matemáticos porque estaban más locos que yo. Qué pena no haber tenido un buen maestro. Ahora de adulta me habría gustado ver cómo con esas dos páginas de fórmulas que tanto le escandalizaron alcancé una solución correcta pasando por un sinfín de variables que entiendo le parecieran el mayor lío del mundo, pero que llevaban a la correcta solución. Que sí, que usted dio una ecuación simple para despejar la X y hallarla en el dichoso gráfico que acompañaba al examen... Pero seguro, ¡seguro! que lo mío era más original. Entre otras cosas, porque le pedí a Coso (jajajajaja) que lo resolviera. 

Todavía me acuerdo de cómo inicié la solución de aquel problema: "Si esto es cierto... entonces...." Esto era una de las incógnitas del problema y lo demás pues cifras.

En fin. 

Mucho mejor las letras. No sé. Odiaba las matemáticas.

🤣 Lo que pasa es que "no veo" las cosas, ¿vale? Mirad, hace unos años, le pregunté a mi hermano mayor cosas sobre los planetas. Él me las explicó. Dije: no lo entiendo. De nuevo. "Dani, sigo sin entenderlo... ¿por qué la Luna no sale volando?"

Yo tengo una gran imaginación. Grandísima. Y soy muy visual.

Mi hermano puso un plato de postre en medio del mantel. Impaciente, dijo:

-La Tierra.

Asentí.

-El vaso es la Luna.

Asentí otra vez.

-Haz la órbita.

Yo era una Luna girando sobre sí misma, volando libre hacia Júpiter

Y de repente, en una clase muy práctica, mi hermano agarró mi muñeca con brusquedad e hizo de Fuerza Gravitatoria hacia la Tierra.

El resultado me hizo reír muchísimo.

-¿¿¿¿En serio??????

Equilibrio.

Mirad, no es la idea "conceptual" del equilibrio. Es sentirlo. Si no te ríes, de verdad, al darte cuenta de la belleza que hay.... entonces es que no lo estás sintiendo bien. No hablo de entender con la mente, hablo de sumar la mente a la experiencia directa. Entonces las cosas son un milagro.

Algunas, claro. Otras no son tan bonitas.

En fin. El caso es que yo pensaba que la ciencia era otra cosa. Gente seria que sabía lo que hacía. Pero no. Está llena de "gente loca", "gente extraña", "enfados", "malos rollos laborales".... sí hay un componente importante que es la originalidad. Y las horas de estudio. Eso es común en el campo. 

Y ya está, no tengo más que decir sobre este asunto.

Vamos con otro. Yo no he estado muy bien estos días atrás, y una vez me cabreé mucho (esta semana) por una cosa que os voy a contar. Y... solo es para deciros que mi compañero de trabajo ayer dijo algo verdaderamente correcto. Y ya no se me va a olvidar nunca.

Mirad, hace unos días, yo iba por la M40 (ya os digo, un poco tocada en el ánimo por muchos temas) y vi un coche grúa intentando adelantar un camión. El "coche grúa" se puso en paralelo con él, lo que provocó que otro que iba delante mío (situaros: voy por el central) frenara. Y se me disparó una alerta interior.

"Sí, lo he visto", pensé.

Menudo caos. A 90 por el central.

Reduje.

Reduje a prudente distancia. Llegó una vaguada, y entonces observé lo siguiente: debo situarme en el derecho porque yo voy a la 607. Y en el derecho va un turismo, un coche grúa muy lento, y de nuevo el camión. Pienso: "a la velocidad a la que voy, tendré que ponerme a 120 para adelantarlos y va a ser mucho estrés".

"No merece la pena"

Ni el miedo, ni el susto. Ni forzar tanto las cosas. Mediada la vaguada, tras rebasar el camión (112 km/hora. 12 por encima del límite) me eché al derecho y  miré por el retrovisor.

("¿En serio? ¿ahora reduces?")

¿¿Me tengo que poner a 115 para adelantarte y ahora te pones tú a 90??

Bien. Vi el camión alejarse y vi el coche grúa delante. Calculé a ojo su velocidad, reduje a 90 y comprobé que íbamos a llegar a la incorporación a velocidad constante y misma distancia de seguridad. Y pensé: "Bien". "Ya está". Todo resuelto. Si viene gente de la incorporación tendrá espacio. Yo tendré espacio. Todo genial.

Y entonces llegó el turismo blanco.

Se había puesto detrás. Y, desde luego, quedó claro que yo le molestaba. Es normal, circulaba a menos de la velocidad permitida, iba a 90. 

"¿Por qué no lo ves?" pensé, cuando el turismo me adelantó, y esto tocó parte de mi tristeza. El turismo, claro, nada más adelantarme se metió en mi espacio de seguridad con el coche grúa. 

El coche grúa iba más lento que yo.

Luego ese absurdo movimiento del coche blanco solo llevaba a un futuro inevitable: el conflicto con el coche grúa.

1. El coche blanco frena desesperadamente (1 vez)
2. El coche blanco vuelve a frenar porque le da (2 vez)
3. Llega la incorporación: efectivamente, sale otro vehículo por ella.

Con gran tristeza, internautas, contemplo como el coche grúa, el que quiere salir y el blanco impaciente circulan en paralelo.

Susto para el gris. Susto para el blanco. Peligro para el coche grúa.

Decidme, ¿tan difícil era verlo un poco antes de la incorporación y reducir 5 km/hora la velocidad para evitarlo?

Yo ya venía triste. Y le dije a mi "Yo interior": "¿Sabes el problema? Que el conductor del blanco no considera que lo haya hecho del modo incorrecto. Que, para los humanos, hay varias formas de hacer una misma cosa y no están mal".

Mi Yo Interior, que escuchaba atento la creencia, no dijo nada. Pero es que es así. Yo puedo pagar una hipoteca en 8 años o puedo pagarla en 16 años. Tenemos libre albedrío. Puedo no pagarla, puedo pedir un crédito para irme de vacaciones estando en paro. Puedo exponer un mensaje de odio en redes. Puedo seguir al político de turno hacia un conflicto internacional. 

"Ellos no consideran que esté mal. Es su modo".

Mi propio hermano mayor sostiene que los accidentes en carretera no se deben a  la velocidad, si no a la existencia de obstáculos en el camino. Yo, escandalizada, contesto que en un mundo en el que los obstáculos son inevitables hay que circular a la velocidad que te permita reaccionar a ellos. Y cada vez que sale el tema, (legislación), tenemos un debate impresionante. Si puedes crear un Mundo sin obstáculos, adelante, mientras no exista, yo seguiré yendo prudente. 

Total, que llegué tristísima a trabajar. O más que triste, decepcionada. 

El siguiente día que tomé el coche, mi yo interior, viendo quizás que llevaba el alma en los pies, señaló algo referente sobre: "¿Y el que conduce bien?". Pero no así, fue más bien un (estás desechando todas aquellas experiencias de inteligencia en otros conductores)

Las he visto.

Muchas.

He visto elegancia y cortesía al volante. 

Eso, parada en el cruce, me dio qué pensar. "Pues tienes razón".

¿Por qué?

Se refería a: "¿Por qué las desdeñas?"

¿Por qué te fijas más en lo malo?

Anda, mira. Y yo que sé.

Mi yo interior señaló que cuando miras las experiencias de gente cortés, te animas. Y que también existen.

Bien, esto fue un segundo de mi vida, de la semana pasada. Puede que tres.

Ayer, viernes, yo le dije algo a mi compañero que según mi yo interior: "es el mayor cumplido que puedes hacerle a una persona".

Así que se lo dije.

Y él me mostró algo.

Y diréis: "Todo este texto, Nelly, y no me aclaro con lo que quieres decir". Intento decir que la Enseñanza de mi compañero es tremendamente oportuna. Y tan real como la fuerza de la Gravedad.

Pero no os la puedo contar.

¿Podéis quedaros con mi ejemplo del coche... y tratar de aplicarla a vuestras vidas?

¡Jajajajaja! No. Diréis: "Nelly, mira, no me aclaro".

Intento decir que .... bueno.... seáis una experiencia buena para otros, porque aunque no os lo creáis, a mí que alguien sepa ver que se va a dar un tortazo contra otro coche y sea cortés (y os pasa, seguro), o que alguien sea noble, o que alguien sujete la puerta del metro... en fin, todas esas cosas, dan esperanza.

¡Hala, buen finde! ¡Jajajajajaj!



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