En el que mi compañero me pregunta si estoy triste.
Ayer monté en el coche y pensando en el curro, iba muy agobiada y triste. Algo, esa intuición rara, me dijo que no era mala idea poner la radio. Yo conduzco con mantras. Sé que es raro, pero el viaje de ida al trabajo lo hago con mantras... (una aplicación), bajitos de volumen. Solo para saber que están ahí. La vuelta, la hago con música. Salvo que el tráfico se complique.
Hice ademán de poner la radio pero... hombre, es un poco falta de respeto. Ya llevo los mantras, pensé. Sin embargo, algo me dijo que no era mala idea.
Empezó a sonar una canción, qué curioso, que decía en inglés: No te preocupes por nada del día de hoy. Este es mi mensaje para ti.
Claro, si vas casi que se te caen las lagrimas y suena eso. Pues hombre, miras la radio y piensas: "Gracias"
Gracias, Dios.
Y la canción erre que erre, todo el rato el mismo mensaje. Me anime un poquito y pensé: "Ah, pues hazle caso. ¡Claro, hazle caso!". Se me ocurrió la idea, más animada, de "¿Y la siguiente? ¿¿¿Podrías también darme otro mensaje más???...No, no, claro que no. ¡Qué boba! ¡Que si existe Dios no tiene otra cosa mejor que hacer que mandarme mensajes a mí. ¿No? ¿Quién te crees que eres? No eres importante. Bastante que te ha mandado una canción".
La siguiente canción, arrancó con el locutor diciendo: "Love, love, love" y era una de mis favoritas cuando era adolescente, dice Lo siento en mis manos, lo siento en los dedos de los pies. El amor está a mi alrededor, y lo siento crecer. Lo siento en todas partes a las que voy..."
De nuevo, miré la radio sorprendida.
"El amor está en todas partes".
Es verdad, pensé.
Pero cuando entro en mi oficina se me olvida.
En realidad, un poco antes. Pues bajando el carril de incorporación se montó un enorme atasco. Previsora, dejé mucha distancia con los de delante y cuando vi que por la general no venía nadie, aceleré. A lo lejos vi un coche, muy lejos, y pensé "márcaselo". Pasar de tercera a quinta con una aceleración de treinta kilómetros hora hace que, desde fuera, se vea la intencionalidad. "Hay espacio, voy" "¡Voy!". Los que se acababan de incorporar estaban parados. Obviamente, podrías pensar: "¡ay, que se choca contra los parados!". No. Yo a los que están parados los tengo controlados, con quien me tengo que comunicar es con el coche que circula a cien por esa vía y que viene muy lejos en la distancia (ese coche se los va a comer también), pero me ha visto. De sobra. Era un enorme cochazo de lujo.
¿Creéis que frenó?
Todo lo contrario, internautas, aceleró. Hay que ser muy imbécil o muy grosero para hacer lo que hizo ese coche. Pero estaba tan lejos que pensé: "¿De verdad tú crees que no me voy a incorporar? ¿Y qué harás con los coches parados en tu carril, vas a llevártelos por delante?". Hiciera lo que hiciera ese coche, no podría seguir por el carril. Lo gracioso fue que intentara cortarme el paso. Porque, efectivamente, yo no dejé de incorporarme. El muy imbécil (chico o chica) rebasó mi coche sin espacio para cambiarse de vía al central, poniendo en peligro a los de dicho carril. Y eso, señores, es el mundo humano. Me has visto hace 890 metros y me has visto acelerando y sabes que el carril está atascado y en lugar de frenar un poco y facilitar la incorporación, aceleras porque crees que un Dacia no va a cortarte el paso. Tú piensas que tu coche de alta gama y tú debéis venir con poderes para atravesar cuánticamente otros sólidos pero ¿sabes? Yo conduzco un Dacia Sandero y sé que el dinero no compra leyes naturales. Al menos, por el momento. Y hay que estar muy ciego para pensar que poniéndote a pisar el acelerador vas a alcanzar mi posición. Hijo mío, tendrías que haberte puesto a ciento ochenta para llegar. Un poco de sentido común. Tu aceleración de ciento diez a ciento treinta solo sirvió para que casi te comieras al resto de conductores. ¿Es que no lo ves? ¿También vas así por la vida? ¿Avasallando?
Un poco más adelante, bastante más, vi dos camiones en paralelo y mucho caos así que opté por ponerme en el derecho y reducir a 90. Tras un kilómetro de caos, uno de los camiones consiguió rebasar al otro y ambos iban por el derecho. Guardé distancia. Y entonces un BMW me adelantó, no os lo perdáis, y va y se mete en medio. Esto fue aún más divertido. Casi choca con el camión grúa. Tuvo que salir de un volantazo de nuevo al central. Y yo pienso: "¿Tú eres tonto o es que no lo has visto desde lo alto de la vaguada?".
No sé, yo lo he visto hace dos kilómetros. Dos camiones. Y, ahora, para ti, dos camiones y un sandero.
Explícamelo. Necesito entender por qué un BMW adelanta al Sandero en plan "Quita de ahí, so lenta" para luego zamparse la grúa que tiene delante. Dime, ¿no tienes visión más allá de dos metros? Es decir, ¿en qué estado de egocentrismo se puede viajar para no atender más que un coche? Uno solo. En una vía en pendiente cuesta abajo, con visibilidad de un kilómetro, en la que ves dos camiones y un sandero...¿¿Adelantas a 100 al Sandero?? ¿Para qué? ¿Para comerte al camión? Es decir,... entendería que siguieras por el central pero adelantarme a mí de manera brusca porque te molesto para estamparte contra el obstáculo con el que yo guardo distancia de seguridad... Me deprime.
Regresé hundida. Ya no triste, hundida.
La radio también me tocaba la moral. Al subir al coche, pensé: "Otro día más que la tarea es imposible de acabar. Y la dejas..." al darle al botón empezó a cantar un señor a voz en grito: Incompleeteeedddd
Esta vez no me hizo gracia.
Subí la cuesta con ese cantante diciendo que se sentía incompleto. Él, no sé, pero la tarea sí. Y es cierre.
Y se va a poner peor. Muchísimo peor.
Tras esta canción, pensé: "No sé qué puedes hacer para no estar tan triste", girando el volante para salir de la rotonda.
Empezó a sonar Neverending history
Esta me animó más, es de los 80. Sí, podía tomarle las canciones de la radio con ironía, estoy triste, y es la historia interminable. Pero, ¿qué? Aunque la historia sea interminable... no es "negable". Yo no puedo decir: ¡qué felicidad, qué bien trabajamos, qué ambiente tan fantástico! Me dije, conduciendo.
Apagué la radio y circulé un buen trecho hasta llegar a Madrid. Entonces, a la altura del "falso puente" (no tiene ese nombre, pero es que yo hago mapas un poco raros) un camión se puso delante de mí y se metió a la derecha. No iba mal de velocidad así que me quedé detrás de él, tranquilamente. En la puerta de atrás, en grande, arriba, a la izquierda, llevaba esto escrito: "Hay otro camino".
Bien, internautas. El camión frenó y yo frené así que tuve tiempo (reduciendo) de ir más lenta aún y no dejé de mirar esas palabras. "Hay otro camino" ¿Cuál? Pensé. ¿Qué camino? ¿Qué me de igual la tarea? ¿Qué pase de todos ellos? ¿Qué cambie de trabajo? Igual el camino es cambiar de trabajo.
No lo sé.
Estuve mirando esa frase dos kilómetros. ¿Quién rotula eso en un camión? No venían marcas.
No puedo negar que el Universo, a veces, me manda mensajes. Pero yo no encuentro la solución. Si las cosas quedan sin hacer, me castigo.
Si los compañeros no son felices, me culpo. Y nunca están contentos. Da igual lo que hagas. Quizás ese otro camino es ser como el personaje de Camus, que le da igual todo. Pero a mí ese personaje no me gusta. Casi soy como lo contrario a él.
Bueno, que tengáis un buen día. ✨
Posdata: no tiene solución. Es como intentar que no haya obstáculos en la vía cuando circulas. Es lo mismo. Saludos!!
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