En el que mi compañero sabía interpretar el sueño.
Resulta que mi compañero entendió el sueño a la perfección y un detalle que yo deseché (y tampoco le conté) era la pista fundamental de la metáfora. Lo que no deja de ser extraño, pues no incidí ni le conté dicho detalle. Ni a él... ni a vosotros. Sin embargo, lo vio clarísimo. Y entonces me fijé bien en la historia y aprendí un idioma que no es el habitual. ¡Pero qué digo habitual! ¡Un idioma del que estoy en contra y me quejo! Claro que tengo tanto éxito como si me quejo de la luz del Sol ¡jajajajajaja!
Ains, si yo fuera el doctor Strange me habría congelado en el Everest en lugar de volver al templo...
Total, que hoy tengo el día de vacaciones.
Había pensado ir a nadar pero al levantarme empecé con un gran desayuno.
Tostadas de pan integral, una naranja traída de Valencia, (cuya historia no revelaremos, pues era madura y se cayó al suelo y un labrador no la vendió a la tienda sino que...) como os decía, me preparé un café de vainilla (puaajjjj) y me senté con mi último café de vainilla, la naranja y unas tostadas de pan integral.
"Bien, sé que quiero meditar y practicar taichí. Lo que no sé es si ir a la piscina".
Gran dilema.
Y esperaba que la tostada me diera la respuesta. A veces, ocurre.
Encendí el televisor solo para ver mafiosos, así que cambié de canal al canal de políticas agrarias Europeas. La ministra de Francia está preocupada y rechaza de pleno el acuerdo, los españoles no. Que todo va bien. La pregunta es, ¿qué va bien?
"Mira qué trajes", pienso.
Trajes, trajes y gente dirimiendo. Y fuera, manifestantes.
Me están dando ganas de estudiar política agraria europea. En serio. Instituciones Comunitarias era una de mis asignaturas favoritas en la universidad. ¿Os he contado alguna vez lo que hizo un profesor de no sé qué asignatura en cuarto de carrera? Por circunstancias que no voy a relatar, hice ese curso "de tarde". Por las mañanas, trabajaba. Bien, ese profesor dijo lo siguiente:
-El que presente más trabajos de tal materia no se presentará al examen. Pero todos los trabajos entrarán en el examen del resto de la clase.
Mi turno presentó... tres trabajos. Yo ni siquiera le di importancia.
Pero un día llegué a la clase (intercambio) y había dos alumnos llegando a las manos. Y barullo. Mucho barullo.
-¿Qué pasa? -pregunté.
La bronca seguía.
-Pero bueno, ¿qué pasa?
Los dos chicos se estaban empujando.
-Nada, que los del otro turno están discutiendo por unos trabajos o no se qué....
Fruncí el ceño.
-¿Trabajos?
("ah, sí... sí, algo dijo del examen o no se qué")
-¿Y qué ocurre?
-Pues que han presentado todos esos.
Miré la mesa. El turno de tarde había presentado tres trabajos. El otro montón, (montón grande) eran los trabajos del turno de la mañana. Y dos alumnos estaban peleándose, a empujones.
Miré al profesor.
¿Alguno ha visto... a Kevin Spacey en alguna película...? Seguro que sí. Nadie más miró al profesor. La gente estaba en el barullo de la pelea. Yo sí miré al profesor.
Menudo monstruo.
¡Jajajajajaj!
Y él me miró.
-Lo ha hecho usted a posta.
-Por supuesto.
Se puso en pie. Recogió la pila de trabajos. Y se fue.
Heme aquí en estas soledades... Observando dos bandos en guerra y a un tipo que se fue por la puerta, tras perdonar el examen final de un alumno y provocar la ruptura de la armonía en un turno (el de la mañana) que jamás volvió a recuperarlo. Nosotros, los de la tarde, hicimos todos el examen y apenas había cuatro o seis hojas más que empollar.
No recuerdo NADA de su asignatura pero aquello no se me olvidó. Ese hombre había experimentado con mi clase (no con mi turno, pero sí con mis compañeros).
La segunda gran enseñanza vino de la votación del viaje de Paso de ecuador. Todos queríamos ir a Praga y unos pocos a Ibiza. Atentos a esto, que es interesante. Los que pedíamos viaje cultural no queríamos fiesta y bebidas. Queríamos viaje cultural. Éramos mayoría. Se armó un debate.
-¡A Ibiza vas cualquier día! -gritamos.
Cierto, era la mejor arma. "Ibiza está a tiro de piedra" "Praga, no". Lo teníamos ganado.
Y dos idiotas querían ir a Túnez (fuimos dos días después de empezar una guerra).
El día de la votación, los de Ibiza y Praga, enfrentados, votamos.
Ganó Túnez.
Era acuerdo vinculante así que, sorprendida, miré a la asamblea y dije: "¿¿Túnez??" ¡Ni siquiera estaba entre las dos opciones mayoritarias!
Heme aquí en estas soledades... y la respuesta:
-¿Sabes, Eva? Los de Ibiza no queríamos ir a Túnez tampoco. Pero lo que no vamos a permitir es que ganéis los de Praga.
¿¿??¿¿??¿¿??
Segunda gran enseñanza de la Universidad. "Da igual si yo no me salgo con la mía... lo importante es que no se salgan otros".
Pero vamos a ver... almas cántaro, si de 47 personas, 26 quieren ir a Praga, 4 quieren ir a Túnez y 18 quieren ir a Ibiza... ¿¿Me podéis explicar por qué acabamos todos en Túnez??
Democracy.
Genial.
Y diréis, ¿entonces, Nelly? No, Nelly no aboga por las dictaduras. Nelly quiere un gobierno tecnocrático. Porque no entiendo el planteamiento de: "antes éramos 18 fastidiados por no ir a Ibiza... ahora somos 45 fastidiados porque vamos a Túnez". ¿Me podéis explicar la ventaja de ver sufrir a otros? ¿Ver que uno que no quiere ir a Túnez va a Túnez... te hace estar a ti en Ibiza?
"Me" no entender.
Es curioso cómo he olvidado casi todo de la Universidad, menos estas cosas. Pero yo me lo pasé muy bien.
Total, que volviendo a mi tostada de pan integral, me doy cuenta de que la casa está sin atender. Hay que limpiar, recoger, ponerlo todo bonito, lavar las alfombras, meditar y hacer taichí.
Y yo quiero leer. Tengo un libro recién empezado que me gusta bastante.
También quiero escribir.
A ser posible, en una cafetería.
Y leer.
Observando mi agenda, me digo a mi misma:
"Prepárate para la piscina y vas el jueves y el viernes... no habrás perdido tiempo. En realidad, te estas organizando para que todo fluya mejor en los días venideros"
Bien. Pues es un buen plan.
Reviso cinco veces los bolsillos de un abrigo tipo plumas que está tan negro que la única explicación plausible para semejantes manchas es que lo hubiera arrastrado por una carretera de regreso a casa. Como no lo he hecho, trato de dilucidar qué ha podido ocurrir para estar así. Mientras reviso los bolsillos, me digo: "Ya verás. Es de esas cosas que reviso y luego siempre hay un cleenex".
Arranca una batalla interior lógica - no- lógica. En la que me digo a mi misma: "Dos más dos son cuatro, Eva, y eso es así en todos los Universos". Abro el bolsillo, lo reviso, lo vuelvo a revisar...
un céntimo.
Alzo las cejas.
"Un céntimo" lo cojo. "No, si te digo yo, en cuanto cierre la lavadora habrá un elefante...."
Es entonces cuando caigo en algo. El problema no es el céntimo... es el tamaño del céntimo.
"Algo así podría atascar la... ¡Ah!"
(Icono de bombilla que se enciende)
"¡Ah! ¡Los bolsillos... la cremallera!"
(Deja de revisar bolsillos y cierra sus cremalleras)
¡Jajajajajajajja!
Pongo la lavadora. Friego los suelos. Y mientras tiendo las alfombras me digo a mi misma que soy poco ambiciosa. No quiero gastar mi día de vacaciones en planes instagrameables. Pensemos por un instante en los mejores productos y las mejores citas de mi vida:
*Roma: Circo Romano. Mayo-Junio. 36 grados. Hace un calor insufrible y nos toca ver el circo. No por nada, es que nos da por caminar por allí. Así como París me da un agobio terrible (lo sé, a todo el mundo le encanta), Roma sí me hace sentir más "en casa". Es la luz. Toda la parte de Sant Angelo, el puente, ¿sabéis? Es como si das un paseo por Madrid Río. Y no... no es que me recuerde a Madrid. Es sólo que.... aquello es familiar. Total, que empezamos a andar por las pistas y aquello no se acaba y hace mucho calor y no hay un solo árbol o algo que de sombra y de repente, muertas de sed, veo un quiosco de un señor que vende fruta. Yo no sé si nos acercamos tambaleándonos a por agua o qué... pero acabé con un trozo de sandía.
Os aseguro que no hay en el mundo un restaurante Michelín (¿por qué lo llaman así?) capaz de equiparar con noventa estrellas el sabor, la dulzura, lo fresquita y lo maravillosa que estaba aquella porción de sandía. Nos costó tres o cuatro euros... y ya veis.
*Madrid. Domingo por la tarde. Me llama mi novio (18 años) y me dice que "qué hago esa tarde". Respuesta: Estudiar. Estudiar y preparar el examen o el trabajo o... todo cuadriculado. Todo bien. Todo planeado.
-¿Te vienes al cine?
Cachís. Cine.
Podía haber dicho a beber, a la disco, a fumar... pero no, cine.
Pelea interior.
(¿Cine? Pero no estaba previsto...)
A veces, hablar con mi yo interior es algo rápido pero delicado. Por un lado, no estaba previsto, por otro esa cosa interior valoraba la opción. La valoraba.
-Es que... yo... bueno, lo tenía planeado y...
-¿Puedes hacerlo en otro momento?
((plazo de entrega, ¿es urgente?))
(No... no, claro, es parte de un plan de estudio)
-Sí... sí, supongo que puedo hacer esto ahora y... acabar otro día. ¡Claro!
(cine)
-¿Cuánto tardas? ¿A qué hora quedamos? -pregunté.
Yo estaba en zapatillas, sudadera andrajosa, pantalón de chandal, despeinada.
DING DONG.
Abro la puerta con el teléfono en la mano.
Y allí esta.
Mi novio, de punta en blanco. Jersey bonito, zapatos, ese abrigo tres cuartos de cuero que solo llevaba él... tan elegante. Tan distinto a los demás. Ya era un hombre.
-Ya -contesta sonriendo, y cuelga el móvil.
-¡Jajajajajajjaj!
Salí de casa... porque me agarró de la mano y tiró de mí, en chándal y zapatillas, riéndome... y llegamos al cine y las chicas de catorce años le miraban, y él se dio cuenta y me miró y dijo, rojo como un tomate: "Me miran las yogurinas", jajajajja y yo en chándal riéndome todo el rato.
Cómo quería yo a aquel chico.
No volví a tener una sorpresa tan extraña hasta que un día (dieciocho años después), mi querido actor me dijo:
-¿Te leo un libro?
Y yo le miré con cara de: ¿Leer? ¿Te refieres esas escenas absurdas en las que un tipo toma un libro y lee a una chica? Menudo rollo... menuda estupidez.
Pero el actor es actor y tomó el libro (de Cervantes) y empezó a leer y.... ya no quiero más televisión.
Tumbados, sin prisa, solo estando los dos allí... y un actor, que trabaja de eso, leyendo una historia de lo más surrealista, que ni siquiera sabías que existía pues solo se conoce El Quijote, novela a la que tomé odio porque tuve una profesora obsesionada por ella que se empeñaba en que todo lo de hoy salía en El Quijote y han pasado años y yo digo: "Señora profesora, no. El Quijote tiene cosas de sátira que no pueden extrapolarse a hoy, y que hacían gracia en su tiempo. Pero ni en su tiempo existía Naruto o Shakira, ni ahora existe eso de la obsesión por las novelas caballerescas. Haga el favor de, por respeto, explicarlo desde su época. Porque por su manía de querer equiparar épocas me perdí la mitad de los chistes del Quijote, ya que no quiso hablarnos de cómo era el mundo entonces. Sólo se empeñó en que trasladáramos el Quijote a ahora.".
Una chimenea con un hombre que lee sabiendo entonar porque su profesión es esa, da mil patadas al cine. ¡Jajajajajaj!
Pero, claro, no lo vais a entender.
Ains.
Total, que hemos repasado los problemas de la democracia, la cultura agraria europea, el distanciamiento experimental de mi profesor, sabemos que el compañero de trabajo entiende el lenguaje de los sueños y que mi cita ideal pasa porque haga calor y me compre un trozo de sandía en el Foro Romano.
Nada que no supierais ya.
¡Feliz jornada! ¡Disfrutad de las cosas pequeñas!
¡Y planeadlo todo al detalle, como hago yo!
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