Cómo relativizar...

 -Pero, ¿y tú cómo lo haces? ¿Cuál es tu truco?

-No hay trucos.

No sé qué les pasa a los humanos con la palabra "truco", que no la emplean igual que la empleo yo.

/Truco/.Masculino.Sustantivo. Dícese de herramienta que se emplea para solucionar algo.

-Bueno, pero algo harás... ¿no? Si en el trabajo la gente se enfada o... 

-Pues me aguanto. Hago lo mejor que puedo hacer y me aguanto.

(¡Ah! ¡El truco!)

-¡Eso es un truco!

-¿El qué?

-Hago lo mejor que sé.

(Aceptación/disposición/actitud ---> resultado insuficiente dado el final de la oración. Es decir, vive lo mismo. Mismas vivencias.)

-¡Pues eso es un truco!

-¡Eso es la vida! -me responde.

-Bueno, todos tenéis trucos para vivir la vida. ¡Solo trato de copiarlos! Y quiero saber qué haces cuando te estresas... para relativizar.

-Ser menos egocéntrica.

¡Toma ya! ((ModoMusonivelOn))

-Perdona,... ¿qué?

Mi interlocutor se gira:

-¿Sabes que hay personas muriendo en el mundo?

-Hombre, sí...

-Esas personas dirían: ¡ojalá tuviera tus problemas... para descansar!

Cielos.

El argumento es bueno, así traslado la información a ((Sentencias interiores)). 

-A ver, Coso, ¿lo que dice es cierto?

"Coso" contesta que sí. Pero me cuesta encontrarlo en mi interior porque a veces habla bajito o más bien, está lejos.

-Bueno... Pero una cosa, ¿de qué me sirve saberlo si mi experiencia ante la ola de emociones es demasiado intensa y me agobio igual? ¿? No puedo "no sentir". Eso ya lo hemos intentado. Así que... ¿de qué me sirve lo que me está contando?

"Coso" está pero no lo entiendo. 

No contesta. Sólo está mi pensamiento.

"Lo que dice es cierto pero de qué te sirve, ¿eh? Si luego no lo puedes poner en práctica"

-Ojalá yo tuviera una casita aquí, en la montaña, en medio de los Picos de Europa -le digo a todo el mundo.

En este viaje, no hago más que repetirme que pierdo el tiempo en Madrid, fíjate cómo podríamos vivir, qué vida esta, lo estoy haciendo todo mal, por qué todo el mundo se enfada en el trabajo y ¡ay, qué estrés!.... yo quiero esto-quiero esto-quiero-esto...

Hasta que, regresando, el GPS nos manda por un camino de montaña que acaba en un cartel amarillo.

Desvío Provisional a Pola De Siero.

En plena noche de lluvia miro el cartel como si fuera un dragón disfrazado de zapatilla. El conductor frunce el ceño.

-Bueno...

Seguimos un nuevo camino hasta que de repente llueve más y aparece otro cartel.


Prohibido el paso.

-Pues es por allí... -dice el conductor.

"Siento decirlo pero el camino es ese".

Yo, que ya noto cosas que no parecen "muy normales", me pienso que ese cartel tiene de casual lo que tengo yo de neoyorkina de ascendencia húngara. Es decir: nada. 

-Pues vamos a ir por ahí...

Giro del volante hacia camino cortado.

Se me pone cara de pánico mientras la oscuridad se hace más densa, la lluvia se hace más densa y la carretera se hace más estrecha.

-Esto no es normal -dice el conductor.

-Nope.

No lo es. Mientras aguardo a un agujero en mitad de la vía o algo así, de repente escucho algo muy raro:

-El coche patina.

¡Horror! Ya está. Esa es la causa. El coche patina. ¡Oh, cielos, vamos a precipitarnos por un barranco de Los Picos de Europa! ¡Ya estoy viendo las noticias!

El camino se empina más, el coche sube como puede y de repente....niebla.

-¡JAJAJAJAJAJ! 

Es demasiado obvio, hasta para el conductor.

-¡Jajajajaja! ¡No falta nada! -dice, riéndose-, ¡ahora niebla! ¡Si parece una película de terror de serie B!

Totalmente cierto.

Es en esos momentos en los que veo curvas fantasmales en los que pregunto a Coso si "por todos los santos dime cómo va a terminar esto, ¿hay alguna probabilidad de caernos por una ladera predregosa?"

Y va Coso y contesta:

(Sí)

-¿Quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee? (mentalmente)

¿¿¿Cómo que sí???? ¿Nos vamos a caer?

Coso no contesta. Sólo dice que la posibilidad existe.

Esto desata mi pánico, ya que debería haber dicho "no", como otras veces dice. Pero como "Coso" sabe cosas, y me dice que el camino está abierto a posibilidades, desde dormir en el coche rodeados por lobos hasta llegar a casa sanos y salvos, no me ayuda a no sentir pánico. En el siguiente estrechamiento de camino miro al conductor y digo:

-¿Sabes? Ya no me importa tanto que mis compañeros de trabajo se enfaden o tenga estrés. 

-¡JAJAJAJAJAJA!

Vale, ya he aprendido a relativizar. Sólo había que vivir un momento de pánico y acordarse de todos cuantos lo viven.

Llegando a la cabaña... completamente aterrada, dije otra cosa más que también los hizo reír:

-He decidido que no quiero vivir en la montaña.

Fin.

(Faltaría haber dicho: Señor Hamond, he decidido que no voy a abalar su Parque de Dinosaurios)

¡Salúd! 



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