Nellymomentos divertidos

 El taxi.

Tengo 16 años, salimos todos y todas riéndonos de la discoteca Salitre. Es curioso, porque era la misma a la que iban mis padres. Así que venga a reír, venga a reír, venga a reír...

-¡¡Vamos en taxi que no llegamos!!

-Pero si no cabemos.

-Pues en dos.

Parte del grupo monta en un taxi, yo  me quedo con los de atrás. Entramos y antes de que nadie le pueda dar la dirección, le digo al conductor:

-¡Rápido, siga a ese taxi!

Y todos nos echamos a reír.

-Lo siento -añado-, pero siempre he querido decirlo. ¡Y es que es verdad!


El Scape Room

Esto fue sin querer. Quedé con gente pero yo solo conocía a una persona, los demás eran amigos suyos muy avezados en los Scape Rooms. Yo no tenía ni idea de qué era eso. Nada más entrar en la sala me maravillé de la decoración: había palos de golf pegados en la pared, notas musicales, fotos, una máquina de escribir antigua... miles de piezas y letras esparcidas sobre un escritorio. Un cuadro con llaves. Esto último me llamó poderosamente la atención, así que fue lo primero que hice nada más entrar: ir derecha al panel de llaves, sacar una de las más de cien llaves colgadas en ganchitos de metal, examinarla y colocarla donde a mí me dio la gana.

Luego me fui a tocar otra cosa y otra cosa y ... no hablé durante todo el Scape Room, no porque no lo intentara, es que no me hacían ni caso. Yo no sé... por qué, esa gente y mi amigo estaba como locos gritándose cosas de un lado a otro del cuarto y nadie se paraba a curiosear y tocar cada uno de los mil elementos que alguien había puesto así. Es decir, si los dueños se molestan en crear una decoración a lo cuarto de Howl qué menos que mirarla, ¿no?

Pues como quien oye llover.

Ignorada por completo.

Os aseguro  que pasé por aquel Scape Room sin colaborar en nada. Luego el tiempo casi se acaba, creo que nos dieron una pista y salimos. Nos sentamos en otra sala, el dueño no sé que dijo, mis amigos no sé que contestaron... solo hubo una frase que me sacó mi abstracción:

-¡Pero es que estaba mal! -gritaba mi amigo-, ¡porque la llave no era esa!

En el cuadro del que os hablo había más de cien llaves.

Miré a los demás.

-¿Estaba mal? -ahora el dueño parecía contrariado.

-¡¡Sí!! -respondía mi amigo-, ¡es que...!

Levanté la mano.

-Disculpad -(toda la mañana sin hablar, siendo invisible)-, ¡perdonad, oye!

Ya por fin, me miran.

-¿Os referís a la llave XX?

-Sí.

Madre mía. Fui directa a por ella nada más entrar en la habitación.

-He sido yo. Nada más entrar fui directa a ella, la cogí, la examiné y la coloqué... Pero en otro lugar.

-¿¡¿¡CÓMO?!?!

¡¡Jajjajajajajajaj!!

La cara de todos fue divertida. 

No he vuelto a jugar a un Scape Room. 

"Estoy pasando el tiempo"

Una de mis compañeras de trabajo me genera gran simpatía pero ella no lo sabe. Es joven, tiene los ojos verdes y me consta que a veces sufre mucho por las reacciones de los demás. Es trabajadora y no suele meterse en líos... pero no la conozco lo suficiente. Nosotros tenemos una tarea que es: "Pasar el tiempo  a XXX, para que no compute negativamente al trabajador". Por ejemplo, si el trabajador se está formando en algo, ese tiempo de formación no está en su puesto, pero nosotros advertimos a Planificación que no es una ausencia, que está haciendo alguna actividad.

Lo bueno es que al reunirnos todos y decir: "¿qué tal? ¿como vais?" Ella contestó: Aquí, pasando el tiempo

 Todos sobre-entendimos: pasando el tiempo de los trabajadores porque....  y sabemos que es laborioso.

Yo le contesté:

-Ah, muy bien, me alegro de veros a todos trabajando menos a XX que está aquí, pasando el tiempo.

Todos: ¡JAJAJAJAJAJA!

Nos echamos unas risas en esa reunión.

 El cliente-maleducado

Os voy a contar la última anécdota. Me llamó un cliente una vez, hace muchos años.

Su primera frase fue:

-Buenos días, páseme con su Jefe.

A lo que yo respondí:

-Si puedo ayudarle yo.

A lo que él contestó:

-No, porque a las mujeres en esa empresa las contratan tontas.

Veréis, su tono no era elevado. Eso fue lo que me puso más nerviosa. Era el tipo más frío del mundo. Si alguien dice eso gritando, te distancias, pero la seguridad y la manera calmada de decirlo de aquel tipo me puso la piel de gallina. Hablaba como si te dijera el resultado inequívoco de dos más dos. Fue su tono lo que alertó a Coso. A mi yo interior. Más que mil gritos destemplados. En ese tono bajo yo sentí cosas que es mejor que no os cuente.

-¿Cómo?

-Sí, que las contratan tontas. Tontitas.

Me explicó su caso. Era un problema de Documentación.

Cuando llamé a Documentación, me dijeron: No me lo pases.

Alcé las cejas.

-¿Has leído los comentarios del expediente?

La verdad es que no (raro, que no lo hiciera). Los leí.

"Trabajador pone queja al cliente"

De nuevo, alcé las cejas. 

Era la primera vez que veía la reclamación puesta "en sentido inverso". No del cliente hacia nosotros, sino del empleado hacia él. Pedía que se revisara la forma de hablar del cliente hacia el resto de seres humanos. Para que ocurra algo así....

-No me lo pases -repitió la empleada-. Yo no le voy a atender.

Y pensé: "¿qué hago con él?"

Menudo momento. Pedí a Coso (mi yo interior) instrucciones. Pero en ese momento estaba a mi lado, callado. Neutro.

Retomé al señor:

-Oiga, mire, yo quiero ayudarle. Sé lo que ha pasado y de verdad se puede solucionar... Lo que ha pasado es...

-Que me pase con su jefe, que quiero hablar con un hombre.

No escuchaba.

-Que no quiero hablar con usted, que me pase con su jefe.

Y entonces se me oye a mí contestar, tímida:

-Señor XX, lo que me pide no le va a servir.

-¿Por qué?

-Porque mi jefe... es una jefa.

Se oyó un silencio en la línea... y el cliente colgó.

Mis compañeros al contárselo: ¡JAJAJAJAJAJJAJA!

Se partían de risa. 

Os juro que no fue a posta, simplemente le dije la verdad.

Pero visto en retrospectiva fue un momento muy divertido.

En fin, será mejor que me vaya a desayunar con mis amig@s...




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