Un cuento para Año Nuevo.

 Este cuento me ha hecho reír: 

Tagore cuenta la historia de Govinda, el gran predicador sij, que leía las escrituras sentado en una roca cerca de un torrente, cuando su rico discípulo Raghunath se inclinó ante él y depositó, como ofrendas, dos hermosos brazaletes de oro adornados con piedras preciosas. 


Godvinda cogió un brazalete y lo hizo girar entre sus dedos. De repente la joya resbaló de su  mano, rodó por la roca y desapareció en los remolinos de la corriente.

Raghunath lanzó un grito y saltó al torrente. Buscó el brazalete mucho tiempo mientras Govinda leía las escrituras. 

El día llegaba a su fin cuando el discípulo, cansado y empapado, subió por la orilla.

-Si me pudieses indicar dónde ha caído -le dijo a su maestro-, seguro que podría encontrarlo.

Entonces Govinda cogió el segundo brazalete y lo tiró a los remolinos de agua, mientras le decía:

-¡Ha caído allí!

Fin. 

Instagram

Le he dado vueltas durante dos días y he llegado a la conclusión de que Instagram es un blog en vídeo. El problema es que no basta con la palabra, en Instagram prevalece la imagen. Le he dado mil vueltas más y soy incapaz de ponerme delante de la cámara a enseñar cosas. En un aula, vale, pero ante un móvil, me niego. 

Lo cuál me incapacita para conseguir lograr algo en Instagram. Lo hablé el otro día con una persona experta, la cuál me dijo: "Primero, úsalo para lo que se debe usar: profesionalmente" y "haz reels aunque no salgas tú". 

Es esa segunda opción la que estoy investigando, pero tras veinte minutos de tocar botones con escaso éxito (no es intuitivo) sólo he logrado felicitar el año con una imagen del mago Howl moviéndose como sombras del espectro de la luz hacia Shopie y con música de Chihiro de fondo. Lo que viene siendo un desastre. Si en hacer eso he tardado 20 minutos... la verdadera pregunta es ¿crear contenido compensa?

Mi blog me compensa porque no lo escribo con un fin. El propio fin es escribirlo. Lo cuál, por cierto, es la base de mi carrera de escritora. Fracasar no es "no publicar". Fracasar es no escribir. Pero no escribir es como "no respirar". Si lo dejas demasiado te empiezas a poner azul... ¡Jajajaja! Pero Instagram es diferente. 

Y falso.

Si yo tengo que editar un contenido durante una hora, lo siento, eso es igual que escribir una historia. Me lo estoy inventando, lo estoy creando... es un producto.

Y hay gente maravillosa haciéndolo (Jaime Altozano, por ejemplo). Hay gene muy experta. Por tanto, si dejamos lo profesional, te queda el escaparate personal. Cuya única finalidad es: "Mira qué vida tan divertida y exitosa tengo". Pero... en una marea de vidas divertidas y exitosas, ¿qué mérito tiene? 

Ninguno.

Casi es como un Boletín de Noticias Nelly. Bueno... pues cuelgas un Belén o la foto de algún libro que te gusta.

Espera, espera... ahí hay algo.

Un Instagram de Las cosas que te gustan.

Eso sí podría funcionar.

¡Ey! ¡¡Lo he resuelto!!

¡Jajajajaja! ¡He encontrado mi motivación para Instagram! (¡Eureka!) 

Buenos hábitos

Humm.... no tengo objetivos de año nuevo más allá de hacer deporte...

Cocinar....

(Meditación ya convertida en hábito)

Hum... 

(Momento introspectivo)

Pues... no sé. 

(Tres horas después... de honda reflexión)

Cielos, que ausencia de deseo tan extraña.

Me dice mi yo interior algo de vivir cada día y lo que surja.

Buueno, vale.

¿Qué tal, vestir bien? Ese es un buen objetivo.

Dice mi "yo interior" que mantenga como objetivo el no tener objetivos.

¿¿??

¿¿¿???????

Bah. 

¿Cuáles son los vuestros?

¡Saludos! 

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