El juego.

 

Regreso a casa reflexionando sobre un tema muy particular. De repente:

-Oye -digo a mis seres queridos-, si yo fuera a un casino... y pongamos que apuesto al rojo o al negro. Y si fallo, doblo la apuesta al mismo resultado. Y si fallo, la doblo otra vez... ¿no ganaría al casino?

Tras un leve debate sobre gente que ya ha hecho eso y demás, yo sigo calculando mentalmente y de repente a todos se nos cruza la misma idea:

-¿De verdad piensas que los que han creado los casinos no tienen eso en cuenta?

Pues sí. Dudo que pudiera vencerlos con una idea surgida en el asiento trasero de un coche.

Aunque,....

Llego a casa, me siento, pongo el televisor. Veo una película que se corta a diez minutos del final.

"¿Ein?"

En mi casa los aparatos eléctricos dejan de funcionar cuando es hora de irse si no quieres llegar tarde. Pero yo soy muy cabezona y quiero ver el final de la película. La pongo, se va. Insisto. Compruebo pilas, compruebo la tele, compruebo la película y veo que le faltan diez minutos y que aparentemente están disponibles. Avanzo.... la pelí pasa a fundido negro.

"¿La última imagen de la película es la Tierra vista desde el espacio?"

No.

"¿Qué puñetas era eso? ¿La Luna?"

Vuelta. Lo intento. Y fundido a negro.

¡ARHG!

A diez minutos del desenlace, salimos de la Tierra con la cámara y para mí el film termina ahí. Viendo una ¿¿caseta en la luna?? ¿Una bandera? Algo como ruinoso... 

En fin, algunas cosas son un misterio. Hay una luz blanca que ilumina mi salón por las noches. Yo creo que es la tele, se enciende sola. Antes de que empecéis a pensar en pelís de terror, os diré que estoy segura de que es la tele reconfigurándose. Ahora bien, esta luz tiene una particularidad. Se apaga cada vez que intento descubrir el origen. 

(¡Jajajajajaj!)

Os lo ilustro con un ejemplo: a base de levantarme a ver el origen, me percaté de que en cuanto salía al salón la luz blanca se desvanecía. Siempre. Así que una noche cuando el salón se iluminó me dije: "Pues yo no salgo". ¿Para qué? Si en cuanto me levanto y me asomo se va... "Esta vez, no salgo". Y ahí me quedé y ahí se quedó la luz. Y duró... y duró. Yo no me moví y la luz no se movió. Al cabo de un buen rato: "¡OH, VENGA YA!", pensé. Me levanté, me asomé... La luz se apagó.

¡Venga ya!

Es matemático. Si me levanto a los dos segundos, se apaga a los dos segundos. Si me tiro cuatro minutos en la cama viendo la luz y no me levanto, se mantiene hasta que asomo mi nariz curiosa al salón. Y así estamos. No es ningún móvil, lámpara, reloj.... Yo sé que es la puñetera tele. Lo se. Pero...No logro ver qué hace la tele a esas horas que justifique esa luz misteriosa.

Es como... una fuente de luz blanca en la noche.

En fin.

(No es una ventana, no hay en esa parte de la casa).

Tras el quinto intento de no poder ver el final, empezó la siguiente película. Habla de un señor rico insípido que encuentra un (casualidad) cuaderno de un Yogui en una librería. Bueno, no. De un Yogui, no. Es de un feriante que vista a un médico y le cuenta que puede ver sin los ojos.

-¡JAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJ!

Al principio no le hice caso. Me empecé a reír cuando el médico no entiende, científicamente, cómo el feriante ve cosas. Y me reí porque yo entiendo al médico. Él quería saber, yo quería saber. Y va el feriante y muere. Antes de eso, te cuenta que visita a un Yogui que meditaba. 

"Oye, esto es una estupidez" le dije a mi yo interior, "no puede ser verdad".

(encuentra el cuaderno)

Vale, espera. No sería verdad de no ser por... por el cuaderno. Diréis, "no lo entiendo, Nelly". Yo sí. Lo que me hacía sospechar de la veracidad de la historia (en afirmativo), no es que el Yogui meditara... es que el cuaderno llega a manos del otro. Ahí es donde está la gracia cósmica. Eso... un cuaderno entre mil libros, eso era verdad. 

Vale, así que sigo mirando este cuento hecho película.

El tipo se pone a meditar, ¡Jajajajajajaj!

-¡Jajajajajajajajajaj!

Qué sonrisa se me pone viendo la pelí.

Para ver cosas sin los ojos.

¡Jajajajajajajaj!

La película habla de la concentración. Los que me conocéis, sabéis por qué me río. Me río por las cosas que me pasan a mí que son improbables matemáticamente. Según esta historia, le pasa a más gente, y el prota va y lo entrena (ojo, lo entrena) con ejercicios de meditación.

Cuando lo consigue, reduce el tiempo de ver las cartas y va al casino. Gana una barbaridad, llama la atención, sale del casino con millones....

Al día siguiente se levanta.

Y yo pensaba en  mi sofá: "¿¿oye, he pedido un método para ganar al casino pero... me refería a con las matemáticas??? no????"

Al día siguiente se levanta.

Tiene un fajo de billetes (Vosotros me conocéis, sabéis todo eso de que adivino números...). Y el prota toma esos billetes...

.... Y los regala. Todos.

-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJJA!

Me parto de risa yo sola. "No los quiere". Siempre he dicho (sostenido) que no ganas porque eso afectaría a muchas cosas y que no ganas porque no debes ganar. Eso me digo. Así que gano premios muy pequeños. Porque, ¿no estaría bien ganar premios super-grandes, no? ¿Qué opináis?

El prota de esta historia gana mucho. Pero ahí se da cuenta de que no lo quiere. En un mundo donde valoras lo escaso, ¿qué pasaría si tuvieras nueve millones de euros diarios? Pensadlo. ¿Cuántos pares de calcetines tenéis? ¿Cuántos bolígrafos?

¿Qué hace el protagonista de la historia? Si tú puedes fabricar bolígrafos gratis y la gente muere por no tenerlos....

"Deja de querer el dinero", pienso, divertida, mirando la televisión.

Monta un entramado tremendo para poder ganarlo y repartirlo. Y un día... muere. La historia se basa en hechos reales, alguien pide a alguien que vaya a conocer la historia manteniendo el pseudónimo porque este hombre existe.

Acaba la película. Me parto de risa. "Así que... a ver, ¿nada de matemáticas y mejor entrenar la concentración?". Saco mi juego de "artes adivinatorias". Lo hago al azar, tres partidas, solo 4 aciertos. "No veo un carajo", me río, ¡jajajajaj!.

Hago una partida en serio.

8 aciertos

Cuando digo en serio me refiero a que medito. Lo que es tremendo, funciona.

"8 aciertos". Resultado: "Esto no es azar, estás por encima", me dice la máquina.

Al igual que en la película, yo no sé lo que une... es decir, no entiendo por qué pasa. Es casi como la gravedad. El que la explicó dijo: "Yo no sé por qué pasa, pero sé cómo funciona". Sólo el como, no el por qué. ¿Tan malo es conocer un cómo sin saber la causa? Algo es algo, ¿no?

Veo un botón de: "Reporta el resultado". Le doy y sale este mensaje: "para reportar resultados de este juego, tienes que acertar más de 11 cartas".

¿Ah, sí? pienso, divertida. Vaya, vaya. Así que los humanos creadores opinan que 8 es matemáticamente improbable, pero que lo que rompe las barreras de lo natural es conseguir averiguar un 45% de las cartas boca abajo. Es decir, que si me concentro y adivino 3 más soy un bicho raro, jajajajaj.

¡Jajajajjaja!

Esta mañana al despertar, me tumbo a meditar y pienso en esa técnica. Concentrarse. Según la película, al prota le cuesta cinco años concentrarse cinco minutos en algo. Y al Yogui... o al feriante, ni os cuento.

Vale, vamos a ver. Cuento respiraciones.

"Una...., dos....., tres......me pregunto si debería ducharme ahora o luego...."

A esto sucede un debate interior sobre si ponerse ya o no la ropa laboral...

"Uy, me he distraído. Vamos de nuevo... respiro uno,.... dos...., (...) cinco.... (...) ocho, ¿al final será jadore mi perfume o elegimos otro? No, claro es que... a ver, ¿te das cuenta de que la publicidad intenta transmitir con una cualidad totalmente diferente (la vista), un producto cuya esencia es inalcanzable en televisión..."

A esto sucede un interesante debate "expositor" en que yo, que soy muy lista, enseño a mi yo interior el problema humano de vender algo sin poder enseñarle su cualidad más relevante al target o público objetivo. A lo que sucede otro debate interesantísimo en el que señalo a mi yo interior la estupidez de construir o vender con un mensaje que necesariamente excluye el elemento más esencial: el olfato. Lo que invalida todas las apariencias de todas las marcas. Lo que me lleva a una reflexión aún más profunda sobre "como vender un olor por los ojos" y "¿qué relación tiene un bote dorado con los elementos reales de dicha colonia?" Así me doy cuenta de que todo es falso y me pregunto qué pesa más: la imagen que pretenden asociar al perfume o la experiencia olfativa real de...

"M****ksjdf , se me ha vuelto a ir la pinza."

Pues no es tan sencillo contar respiraciones.

"No importa. Vuelta otra vez. Respiro 1... dos...."

Noto la colcha, los ruidos, mi respiración, mi cuerpo y mil cosas más. Pero yo solo debería centrarme en respiraciones. Es entonces cuando mi yo interior da una sugerencia (lleva varias, en realidad, desde cómprate una colonia de imagen oriental, a ti te va a gustar que huela a flores y sea un poco cítrica o ese espacio entre el producto y lo que usáis para venderlo y alguna cosa más que no he escuchado. Pero ahora sí lo escucho: ten en cuenta que el cerebro cuando está relajado, divaga, no se cierra. Se abre a muchos estímulos.

"Ah", pienso.

Y se me enciende la bombilla.

"Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!!! espera, ¡no es cerrarse como el de la pelí! "

No es cerrarse a un solo estímulo, si no al presente. Y el presente no tiene, precisamente, un solo estímulo.

Y hasta aquí mi meditación de hoy. Tengo que desayunar y no paro de pensar en mi compañero de trabajo, pero no sé por qué. Que él vaya por ahí leyendo mentes y adivinando cosas sin ver, no significa que entienda de esto que yo os acabo de contar. ¿Verdad? 





4 comentarios:

Davidel dijo...

Asi que ya has visto "La maravillosa historia de..." (No recuerdo el nombre)
Feliz día 💐

Nelly dijo...

El apellido es...¡Azúcar!

Davidel dijo...

Henry Sugar?? Jajajaja

Nelly dijo...

Siiiiiiiii

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