Un sueño

 La primera parte, me la salto.

Os contaré sólo que viajaba con una amiga y esta cierra el coche sin decir una palabra, arranca, y se va.

Miro el coche alejarse y pienso: "¿Mis cosas? ¿Mi móvil?"

-¡¡Mi móvil!!

Grito. "¡Eeeh,..!" 

-¡Ana! -la llamo.

En la vida real, no conozco a esta persona. Es inventada. 

El coche se va. Lo veo alejarse. ¿Por qué se ha ido así? Es como si se hubiera olvidado de que viajábamos juntas.

"Bah, bueno, qué más da. Si mañana la veré en el trabajo. Sólo tengo que llegar a casa".

Mi mente insiste en que mi casa es la casa de mi abuela. Da igual las veces que le repita a mi cerebro: "Esa no es tu casa, esa casa ya no está, no volverás nunca a esa casa."

Pues nada. Erre que erre. 

Pero no importa. Miro el camino... y camino.

Llego al cruce. Subo la cuesta. El camino gira, hago la curva. El camino llega a un puente de piedra, desvío a la izquierda, el camino sube, subo con él. El camino está rodeado de casas, cruzo según mis recuerdos. No me asusto porque todo está, más o menos, donde debe estar. 

El camino llega a un ensanche cuadrado. En medio, piedras haciendo una construcción rectangular antigua, configurando lo que parece una especie de monumento. En sí es un rectángulo, un muro... dentro no hay nada. Hierba. Me paro.

NO recuerdo esto en el camino. 

Definitivamente, esto no está en donde debería.

Hay más gente. Doy una vuelta al monumento. Piedras. Sólo son piedras viejas. 

"Bueno, bueno... es fácil. Sal de aquí si sigue el camino hacia arriba. No tiene pérdida. Llegarás a la curva, al río y a la montaña. No hay pérdida.", me digo, dándome ánimos.

Busco cómo salir del monumento. Que por cierto, ¿qué es? 

Siguiendo una especie de "murito bajo" o camino de piedras que bordea al más grande, doy toda la vuelta al mismo. 

¿¿¿Dónde están las escaleras????

Es más, ¿cómo he bajado yo a ese desnivel? Ahora el camino está arriba y yo atrapada en el monumento.

Oigo un sonido, me acerco y veo un preciosísimo caballo. Allí hay una casa y unos establos. Están fuera del monumento. Me quedo idiotizada mirando al animal y detrás veo una ventana abierta.

"Qué bien, me acercaré a preguntar..."

Me acerco a preguntar y veo una pareja "de libro". (hombre y mujer jóvenes, sanos, enamorados) besándose.

Es como una escena de novela romántica. Qué felices. 

Me quedo quieta. "Me-mejor preguntamos en otro lugar".

Vuelta para atrás.

Piedras, hierba, un rectángulo de piedras con nada dentro de lo más absurdo y paseantes.

-¡¡Bueno ya está bien!!

Me acerco a un paseante que vi antes. Tiene barba, es mayor, delgado, no sé... parece un viejo soldado retirado.

-¡Disculpe!

El señor se gira.

Es cuando me doy cuenta que tiene una herida en la cara.

La sorpresa me deja muda. Pero... trato de ser cortés y que no se me note.

-¿Sí?

Madre mía, pero si hasta lleva un sombrero... ¿¿¿¿vaquero??? 

Le falta media boca. Madre mía, ¡está horrible! Tiene la boca deformada. ¿Qué le habrá pasado? ¿Una enfermedad? ¿O ...sería algo peor, una guerra?

-Disculpe, ¿cómo se sale de aquí?

-¿Quieres salir de aquí? ¡Quiere salir de aquí! Qué buena pregunta.

-Necesito llegar a casa. Mi abuela vive...

-A casa, a casa... llegar a casa...

No sé qué más dijo. Dijo algo como... qué buena idea es llegar a casa o no se qué de llegar a casa. No sé. Yo creo que hablaba más para sí mismo  o por otra cosa, que para mí. Hablaba de la gente. Y era como si se riera de mi ocurrencia, como si los demás también lo quisieran. Entonces, dijo:

-Toma ese cruce y baja hacia las primeras construcciones...

-¡No! No... es... -interrumpí suavemente.

(bajar=mar) La casa de mi abuela está arriba. Para llegar a donde quería llegar, no tienes que bajar.

-Yo, no voy hacia abajo. No voy hacia el pueblo. Yo...

Bueno, qué más da. Ni que ese hombre tuviera le menor idea de nada. No había más que verlo. Con esa herida y esa ropa polvorienta. (Hombre, lo de la ropa polvorienta me indicaba que sí sabía del lugar. No era un turista)

-Bueno, muchas gracias.

Otra vuelta más al monumento.

Entré en el espacio vacío del medio. Miré a mi alrededor. Nada. Sólo hierba y alguna familia.

Vi unas escaleras... pero... estaban hechas de libros. 

¿Sabéis cuando vais de ruta y hay como escaleras hechas de tablones metidas en la tierra (en los desniveles) o ... a veces incluso son raíces de árbol? Bien, pues alguien había apilado libros como peldaños, de cualquier manera.

-Vale, se acabó -me dije. 

Son escaleras. Las escaleras llevan a la salida. Llevaban al camino de arriba. Es decir, que tenía que salir de allí.

Trepé/subí por los peldaños... y sí, logré llegar arriba, pero se cayeron todos los libros. 

Llegué de nuevo al nivel del camino al que quería estar pero al mirar atrás había destrozado "un monumento nacional". Los libros se desmoronaron ante mis ojos.

Y dije en voz alta algo que solo digo cuando estoy sola (normalmente, no me oye nadie) y despierta:

-De los creadores de...

Cuando estoy sola y me pasa algo, o ocurre algo, a veces me hago a mi misma la broma de convertir la situación en un trailer de película. Por ejemplo: estas en casa, sola y se te pierde el teléfono y no das con él y te pones a rebuscar entre los cojines. Pues a veces, en lugar de enfadarme, digo en voz alta: "De los creadores de La Mujer Más Despistada del Mundo, llega... El Teléfono Perdido, la trepidante historia de un móvil que no desea ser encontrado."

En realidad me lo digo para animarme. 

Así que, en el sueño, al mirar atrás, en un monumento con bastante gente, y ver que literalmente había echado abajo una parte de él, me dije:

-De los creadores de....  llega.....

Ya no recuerdo la frase y seguí andando. Sé que alguno de los visitantes me miró (normal, si rompes las cosas...) pero yo seguí andando. Me puse en pie y caminé. Nadie me acusó de nada y nadie vino a pedirme explicaciones, sólo miraron caerse los peldaños y las piedras al suelo. Vaya desastre. Lo mismo aquello era sólo una pared y por allí no se podía subir.

Salí al camino, había un puente. Bajo el puente un riachuelo.

Y dos casas.

"Este no es el camino".

Me paré. Vi una niña que cruzó, riéndose. Hablaba en otro idioma con su familia. Me señaló.

"Si tuviera el móvil..."

Seguí andando. Por mi lado cruzaba gente. Empezó a anochecer. Detrás de cada nueva casa había otra más. No se acababa nunca.

"Si supiera dónde estoy..." 

Y me dije a mi misma: "Se-seguro que Ana...

(¿Pero quién puñetas es Ana?)

... se ha dado cuenta de que mi teléfono estaba en su coche y lo mismo lo ha llevado ya a mi casa".

Con esa idea en la cabeza, seguí andando.

Se hizo de noche del todo.

Comprendí al señor del  monumento. "A casa, llegar a casa... qué buena idea. Todos queremos llegar a casa, cómo si eso se pudiera lograr".

Eso fue lo que dijo.

Me desperté.


¿¿¿???

No hay forma de entender los sueños. 


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