En el que creo que he descubierto algo.
Esta mañana mi antiguo Jefe entró en la Sala y dijo:
-¡Hombre! ¡Si está XX y tú! ¡Esto es como volver a...!
Sonrisa.
"Sí, a lo mejor tenemos que repetir algo" pensé.
Bueno, el día fue de bastante jaleo. El caso es que... me ha pasado una cosa curiosa. Veréis, los seres humanos nos cruzamos unos con otros, ¿verdad? Y nos saludamos pero, a veces, transmitimos cosas.
Dichas "cosas" son... bueno, tienes que pararte a pensarlas. En realidad tú las sientes pero solo nos da tiempo a reaccionar "en defensa" y seguir. Porque son demasiadas cosas. Son cosas como: (estoy disgustada, he tenido un disgusto grande hace un momento) (me preocupa algo de mi Equipo, pero estoy contenta) (Estoy enamorándome de una chica) (No deseo hablar de mis éxitos personales) (he ganado algo relativo al deporte) etc.
Son cosas. No pretendo parece una "bruja" intuitiva pero a veces son cosas muy exactas. Otras, no. En general, no me entero de nada. O sí... es que ya no lo sé.
Sólo sé que a veces, si le haces caso a esas cosas, puedes parar a alguien y decirle:
-¿Qué le pasa a tu hermana?
Y se queda petrificada.
Del susto.
Y tú, también, claro, porque no lo ha dicho en voz alta.
Ya, ya sé lo que estáis pensando. Y, repito, soy la mujer más despistada del Universo y no voy por ahí con la antena puesta todo el tiempo. Tendría que pararme a ver y nadie se para a ver. Además, hay que tener la mente muy dispuesta para ver. Y esto suena a fantasía. Sólo digo que a veces es muy evidente (muy, muy evidente, aún sin palabras) y otras pues no lo es y solo es una sensación difusa que desatiendes. Porque, de verdad, la desatendemos. El caos comunicacional es verdaderamente grande.
De eso hablamos otro día.
Pero os lo cuento porque me ha pasado algo curioso. Todos, creo, llevamos esa especie de mochila alrededor. Pero hoy, cuando he mirado al compañero (y esto aclara muchas cosas) os seguro,... os doy mi palabra, no os miento.... podéis creerme cuando os digo que mirándole descubrí que es transparente.
Mira que lo he intentado. Me fijo y me fijo y me fijo.
Me fijo muchísimo.
Y me fijo más. Me fijo con toda la intuición y la mente escrutadora y os aseguro que NO VEO NADA.
No veo su fin de semana. No veo con quién está. No veo... nada.
Miro para él y pregunto a Coso y Coso pasa a través de él como si no existiera.
¿¿Pero qué??
¿¿¿Dónde están las cosas para ver???
Miro para un hombre observando la pantalla de un ordenador y no veo... no veo todo eso de lo que os hablaba antes.
¿¿¿Dónde está la información???
(quiero mucho a mis hijos; me voy de cena de Navidad a Burgos ; tengo un viaje en mente ; domino este trabajo y tengo muchas tablas ; necesito ayuda ; en mi casa hay un problema ; ....)
Y le miras a él... Y nada.
Nada. Un hombre trabajando concentrado en su presente en una pantalla de ordenador.
¿¿¿Dónde está todo lo demás????
Por eso no advierto nunca su presencia. Es invisible.
No está.
No tiene... no tienen yoicidad, jajajajja. No tiene.
¿Dónde... dónde está?
¡Tengo derecho a cotillear!
Vosotros me entendéis, ¿verdad que sí?
El otro día fui a una función de teatro y cotilleé a los actores a base de bien. Porque a veces lo hago. Es divertido. Tengo derecho a saber cosas. Quién tiene novio y quién no...
Bueno, pues con él no hay manera.
Esto es cosa de los actores. Ellos y sus pantallas, su unión con el momento presente. Debería darles vergüenza, ¡jajajaj!
¿Sabéis a quién me recuerda?
Hace muchos años fui a ver una obra de teatro (Drácula) porque salía Ramon Langa. Y tod@s íbamos entusiasmados a ver a Ramón Langa (la voz de Bruce Willis) y sí, muy emocionante y muy potente y todo lo que vosotros queráis... Muy emocionante y loable y es una estrella. Pero, al salir al escenario el primer personaje, resulta que era Emilio Gutierrez Caba. Y dio la casualidad de que se me puso delante (tanto que podía rozar su capa), a menos de dos metros, yo pensé: "ajá, cotillea al actor"
Y allí no había Emilio.
Os lo aseguro.
Había Van Helsing.
Es decir, no había personaje, él no pretendía ser el personaje, el personaje era él. Es decir, no era Emilio Gutierrez Cava interpretando un personaje. Estaba al revés. No es que él se convirtiera en el personaje, es que transformaba el personaje en él mismo. No se adaptaba, lo adaptaba.
Y mira que lo intenté ver. (A él, al actor)
No había fisura.
No interpretaba, era. La diferencia es abismal.
A los demás los veía. Notaba su creencia en su fama, su orgullo, notaba... hasta el desamor de la infancia (puestos a cotillear...) Pero en él no. De Van Helsing no podías pasar. Porque estaban unidos. Mecachís, con lo que me gusta a mí ver.
Subió al pódium de actor favorito y luego en otra obra hizo algo maravilloso y le recordaré siempre con todo el cariño del mundo. A lo mejor para lograr algo así, tienes que desaparecer. Yo no lo sé.
Lo que está claro es que no le veo.
NO me refiero con esta entrada, ni remotamente, a que sepa siempre la intencionalidad de los demás. Nada más lejos. De hecho, me ocurre al revés, me critican por no "ver" nada (lo que no es del todo exacto) Ver, veo. Otra cosa es que me interese ver. Me asusto tanto que generalmente no me paro a ver lo que veo. Sólo trato de arreglarlo.
De todos modos, no me refiero a la intencionalidad de los demás... es otra cosa.
Pero no sé cómo llamarlo.
Es como ese algo que llevamos a cuestas. Un algo.
Bien, pues su algo no está, es transparente.
Así no se puede cotillear nada.
No es justo.
Pero bueno, no voy a pensar más en este asunto. Si cuando le miras no hay nada pues... ¡es que es un misterio!
¡SALUDOS!
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