En el que vuelvo a escribir (Parte 1) y Parte 2
He hecho la visualización que me dijo el compañero..., pero con un resultado inesperado... se me caían los lagrimones. Ya sé por qué no me visualizo a mi misma consiguiendo las cosas que deseo. Eso da mucho miedo. Aunque me ha servido para aclararme.
Después me puse a hacer crucigramas y a pensar. Y a fregar los platos. Y a recoger. Cuidar las plantas. El ciclamen está como un monstruo. Ha empezado a echar flores blancas, así que lo bañé y lo puse al sol. Tiene hojas grandes como mis manos. Normal que sea así, porque le doy baños con difusor y le encanta. También sé que le gusta pasar un poco de frío en invierno. Seguí con los dos aloes y con el photo que tengo fuera... y como no hacía caso a la palmera, me pinchó al pasar. Si ya la conozco yo, la tengo abandonada. Le eché un poco de agua y abrí la ventana; el cerezo de Jerusalén está lleno de flore blancas, tiene dos frutos verdes y otras dos bolas enormes rojas. Parece un diminuto y precioso árbol de Navidad.
La orquídea es otro cantar... no se me dan bien. Intenté cuidarla, cogí el libro de cuentos que me regaló el actor de un tal Carriere... Carrere... Claud-e... Claude Carriere o algo así. Y me puse a leer cuentos (la mayoría Zen) con la orquídea frente a mí.
Después hice un bizcocho.
Mientras lo hacía pensé en mi madre: "Una cosa importante que debes conocer si quieres cocinar es esta: mantén tu espacio de trabajo limpio. Si no dejas las cosas en el lugar en el que las coges, en un abrir y cerrar de ojos lo tendrás todo lleno de tenedores, botellas, botes, cazuelas... y no tendrás espacio para trabajar. Así que tienes que cocinar y limpiar a la vez".
Dicho y hecho. Además, es divertido.
Había ido al supermercado el día anterior, al terminar de trabajar. Estaba hasta arriba. Nada más entrar, me quedé sin conexión. Internet prohibido. Me enfadé. Además, justo estaba intentando elegir unas velas para meditar. Me enfadé más, me peleé con el móvil, me acordé del señor Oppo (que no existe) y al final me resigné y usé la aplicación que se llama RELAX que uso en el trabajo para meditar y suelo poner un fondo de bosque... de playa.
Nada más abrirla, me pone una canción que no he visto en mi vida y pone: 45 minutos.
Alzo las cejas. "¿Quiero comprar con esta?". Mi plan era pasear por el supermercado. Y me dije: "Pues mira, viene con duración, así que genial..."
Sólo es música. Hay una que uso mucho para trabajar que se llama Exercise y tiene el fondo de nubes rosas-grises... es una mezcla de añil apagado con rosa sucio. La pantalla no hace nada, quizá remolinos, pero la música es tan constante y tan poco molesta... ayuda a concentrarse.
Esta era algo así (hay varias: time for yourself, coming home, exercise...) pero no recuerdo lo que ponía. Era nueva, le di al PLAY e iba de maravilla para la acción de comprar.
La puse y comencé a caminar. No falla. Vas a un espacio vacío, te embelesas mirando etiquetas y a los tres minutos tienes humanos alrededor molestando. Es como: "¿No tienes espacio suficiente que tienes que venir a ponerte a dos centímetros de mí?". Os aseguro que, si te apartas a un lugar al que no quieres ir... te siguen. Palabra.
Así que puedes dirigir a la gente fingiendo que te gusta la lejía. Porque si te paras delante de la cera para el suelo y te pones a mirarla como si fuera interesante, en dos minutos tienes tres tipos mirándolas también. Es como: ¿usted quiere cera para el suelo o solo viene porque yo estoy aquí? Te apartas de la cera para el suelo y el señor se va. ¡AGGHR!
Por no hablar de la extraordinaria capacidad para bloquear pasillos. No es tan difícil... van dos seres humanos juntos. Dos. Pues si se paran a hablar, ¿cómo es posible que ninguno se de cuenta de que dos en paralelo más un carro bloquea el camino??????
Que eso se intuye. Se nota dentro. No sé, es como... algo con lo que vas. Pues nada. Al rato me empezó a parecer gracioso.
Una niña es regañada por su madre a dos pasos de mí, en la sección de congelados. La madre la agarra del brazo y le dice algo, ella se muerde un dedo (tiene tres años) y se ríe. La risa suena... no sé, como algo celestial. Y acto seguido, dice: "Sí", pero tan traviesa y con esa sonrisa suena a: mamá ¿por qué te enfadas, si esto es la mar de divertido?. Miro a la niña y a la madre. Sonrío.
La madre aún tarda dos encuentros más conmigo en darse cuenta de cómo miro a la niña. Entonces me sonríe ella. La de cosas que podemos decirnos sin hablar.
En fin.
Vuelta mi atención a la levadura para bizcochos, elijo una y finalmente intento comprar algo de carne pero al precio al que va, me decido por ir a la sección de congelados y es aquí donde descubro algo apasionante. La carne congelada (cara) que suelo comprar por 12 euros... vale 23.
Alzo las cejas.
¿¿¿???
Me he debido confundir... ¿10 € más... porque mañana es Navidad?
-¡JAJAJJAJAJA! -ME DA LA RISA mental.
Deben de estar tomándome el pelo. Veo un montón de gente comprando como loca y veo la carne a diez euros por encima de su precio habitual, ya de por sí inflado. Junto a los congelados está el aceite de Oliva. Veo 8 € y busco la garrafa a la que debe referirse... cuando comprendo que es un litro de la marca blanca me da otro ataque de risa.
Poner un litro de aceite a 8 euros es como poner una botella de leche de un litro a 23 euros. Si usted quiere comprarlo por ese precio, genial, yo me paso al de girasol.
Me parece el colmo.
(Sigo luego, que he quedado con un amigo...)
;) :P
Ya estoy aquí de nuevo. PARTE DOS...
Lleno el carro con cosas útiles. Lejía, espinacas, bananas, sal (ya que cometí el error de comprar una sal cuyos granos parecen bolas de granizo, deduciendo que se disolvería con el alimento. Resulta que no se disuelve, son piedras de sal. Lo que me hace preguntarme, ¿para qué sirve si luego te rompes un diente al morder esa sal? Tuve que comprar sal normal, de toda la vida...).
Compré pan... porque me vuelve loca (me encanta), yogures para hacer un bizcocho. Compré harina de fuerza porque Juan me invitó a un curso. Si queréis saber quién es Juan, es un amigo de la Universidad. Mil años después de separarnos me enteré de que dejó Teleco para abrir una pastelería. Y otros mil años después, mi mejor amigo y yo íbamos en el metro cuando de repente me dijo:
-... como aquel que dejó Teleco para abrir una pastelería...
Yo miré a mi mejor amigo, al que conocí bastante más lejos del barrio, trabajando. Y le dije: "Esa historia te la he contado yo".
-¿Qué dices? -me contestó-, es un amigo mío.
A continuación se produjo un silencio, yo fruncí el ceño y ambos dijimos, a la vez:
-¿Juan? ¿El A****? (Apodo familiar que usaban sus amigos)
Imaginad la cara de estupor que se nos quedó. Tan solo equiparable a la que puso Juan cuando vio abrirse la puerta de su local y nos vio a ambos juntos. Tiempo después nos dijo:
-Ese día cuando miré la puerta y os vi juntos... pensé "se ha abierto una brecha espacio-temporal...¿¿¿pero qué hacen estas dos personas de mi pasado entrando juntas, a la vez, en mi tienda???
Mi mejor amigo es amigo suyo de la infancia. Y yo le conocí con 19 años, en la Universidad. Dijo que ver "ambos mundos" juntos entrando por la puerta del local casi se la hace caerse de espaldas.
Bien, por culpa de los cursos de Juan ahora me gusta cocinar. Si bien reconozco que parecen clases de química.
Me dirigí a las cajas. La vendedora llamó mi atención:
-¡Mi caja está vacía! ¡Vente!
Tengo un truco (dos) elaborado a lo largo de años de comprar y darme mucha prisa en hacerlo. Mirad, cuando la vendedora pesa la fruta, tarda. Esto me da tiempo a colocar las cosas. Así que si necesitáis una pausa cuando os lanza a toda velocidad los productos, poned algo de fruta, de esa que tiene que mirar y sopesar y buscar en su balanza electrónica. Mientras ella hace eso yo coloco todo lo pesado en el carro o en la bolsa y estoy libre para seguir colocando lo que me da. Y antes de pagar, finalizo la colocación. ¿Por qué? Porque la gente ni hace eso, ni coloca, y luego -no os lo perdáis-, se pone a buscar el monedero sin colocar, luego paga, luego se da la vuelta, guarda el monedero (la cajera empieza a pasar mi compra cosa que no entiendo pues el atasco es bastante obvio) y la otra clienta todavía no ha empezado a mover las lechugas y tomates que ocupan todo el espacio disponible. Yo miro a la cajera enojada, porque a veces deja mis alcachofas junto a la compra de la otra señora y esto yo sé que nos enfada a las dos. Si la señora en cuestión no se da prisa en recoger (otra cosa que no entiendo) yo empiezo a coger mi compra peligrosamente cerca de sus productos. Entonces sí, se pone en alerta, se despierta (que no se lleven lo mío) y se da prisa.
Lo siento, sé que tiendo a anticipar mucho las jugadas pero es que la ineficacia de estas cosas humanas me resulta ... sorprendente. ¿Por qué empiezas a colocar tu compra después de pagar y guardar el monedero? ¿Es que no ves la cola de gente? Es el equivalente a pararme en unas escaleras mecánicas y nada más salir del escalón agacharme y atarme un cordón del zapato. Los que van detrás... se estampan. Pero generalmente.... no son conscientes.
Ojo, yo soy una despistada de narices. Y hay mil cosas que no veo. Y esto también me pasa a mí. Por supuesto. Pero en cosas tan sencillas como tomar una salida o un carril de incorporación o recoger la compra de la cinta que la transporta... me parece tremendamente natural. Y a la gente, no.
Yo sé que van despistados. Vamos despistados.
Os aseguro que mi método es mucho más eficaz y acabo esperando el ticket con una sonrisa, levantando mis bolsas y desapareciendo para dejar espacio libre al siguiente, a la velocidad del rayo.
Tras este enorme rollo que os he soltado una señora se para en mitad de la puerta automática de cristal (en la mitad) suelta sus bolsas y abre los brazos para ponerse el abrigo porque tiene frío. En la mitad. La esquivo y miro atrás. Sólo para ver como los demás tienen que hacer lo mismo.
Subo la cuesta preguntándome por qué subo semejante cuesta cada vez que quiero ir a ese super-mercado.
Pero el bizcocho me sale riquísimo.
Regalo tres cuartas partes. ¿Qué gracia tiene hacer las cosas si no es para compartirlas? Últimamente me invade una especie de solo vale aquello inmaterial por lo que no pagas precisamente y si antes era mimosa, ahora soy cinco trillones de veces más mimosa.
Tras hacer el bizcocho, ver a seres muy queridos, tomar un café resolviendo acertijos y cuidar de las plantas, me siento en el sofá y veo un rato la televisión. Echan una película llamada Una terapia peligrosa. La veo a saltos y me río mucho, pero no tanto como con la siguiente. La señora Doubt Fire. La película me parecía un rollazo de niña. Pero por casualidad topé con esta escena hace un par de meses:
-Francamente, querida, me sorprende que las cucharillas no tengan una etiqueta diciendo "cucharillas".
¡JAJAJAJAJAJ!
Eso captó mi atención.
¡Jajajajaj! Vi una cocina ordenada como mi cocina y muy cuqui y pensé, "tiene razón" pero la ironía de él me hizo reír muchísimo. Ahí quedó... solo que hoy la ponían desde el inicio.
Me senté a verla. El prota es un actor.
-Ay, señor -me dije.
Sí, un actor que todo es diversión y todo es caos... Mientras que ella es más ordenada y (aburri...) serena y...
¿Y sabéis qué? Tiene ella razón. La estaba viendo y pensé: "Si es que está casada con un niño". Cosas que antes no pensaba y ahora... no sé, la película era distinta. Así que me reí un montón y me reí más y me llamaron por teléfono.
Nunca priorizo la tele a otro ser humano.
Nunca. Cuando colgaron me dijeron: "ay, que querrás acabar de ver la película". No contesté pero la respuesta es: "No. Tú eres mucho más importante que la película". Y es cierto. La pelí siguió sin sonido. Me senté en el sofá. Y me dije:
-Bueno... ya has descansado suficiente de los libros. Es hora de volver a escribir.
Abrí el ordenador, cogí dos novelas de la librería (referencia/tono/) y busqué las bases de los Certámenes de este año.
Por si alguno quiere saberlo, cogí Dios ha vuelto en una Harley y Seda.
Leí los inicios. Y pensé: "Cielo Santo, vas a escribir un pastelón, ¡jajajajaj!"
Todavía no he escrito nada, pero lo voy a hacer. Veréis, ya está todo ahí. Es Coso. Coso te da la historia que quieras pero tienes que pedir. En realidad esto es un diálogo con uno mismo o una misma. Lo que pasa es que tienes que pedirle un mensaje. Le tienes que decir si la historia es para lucirte (vocabulario) o quieres hacer llorar. Le tienes que decir lo que quieres.
Quiero una historia con unos personajes realmente sólidos y creíbles. Sorpresa al final. Y tiene que ser corta, ya que pienso participar en sotopocientos mil certámenes.
:) ¡Estoy es muy divertido! La materia prima es infinita, ¡no se acaba nunca!
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