Mitos y leyendas
Anillo de Claddagh (Irlanda)
Hace más de 300 años, en una aldea pesquera a las afueras de Galway, vivía Richard Joyce. El joven estaba enamorado de una chica del pueblo, pero era muy pobre. Decidió embarcarse para hacer fortuna, rumbo a las Indias Orientales, pero su barco fue capturado y terminó siendo esclavo de un orfebre musulmán, en la lejana Argelia.
Durante catorce años que duró su cautiverio aprendió el oficio y consiguió la estima del joyero, que le tomó cariño. Cuando Guillermo III subió al trono y solicitó la liberación de todos los esclavos, le ofreció casarse con su hija y heredar la mitad de su fortuna. Pero Joyce no quiso. No había olvidado, durante todo este tiempo, a su único amor y regresó a su aldea para casarse. Cuando se encontraron, le regaló el anillo que él mismo había diseñado, como símbolo de su lealtad y sus sentimientos:
https://viajar.elperiodico.com/viajeros/anillo-claddagh (si queréis ver el anillo, clic aquí )
El Mito de Aracne (Grecia)
Érase una vez, hace muchos años, una tejedora llamada Aracne, hija de un tintorero. Todos le decían que era más hábil que los mismos dioses tejiendo y tanto se le subió a la cabeza que acabó proclamando que ni la misma Atenea podía compararse a ella en su arte. La diosa, que supo de esta ofensa, se enojó tanto que decidió adoptar la forma de una mortal muy anciana para ir a visitar a Aracne. Una vez en su casa, comprobó con sus propios ojos que la infeliz repetía el insulto. Entonces, deshaciéndose de su disfraz, la retó a tejer un tapiz que fuera superior al de ella.
Aracne aceptó y tras una dura jornada de trabajo, Atenea ganó el desafío. Como castigo, Aracne fue convertida en una araña y obligada a tejer eternamente en nuestras casas y jardines.
Kaguya y el Monte Fuji (Japón) - La princesa de la luna.
Érase una vez un anciano cortador de bambú. Era muy humilde y tenía un corazón muy noble. Un día, al cortar un trozo de bambú descubrió dentro una princesa diminuta, no más grande de su dedo pulgar. Era muy hermosa y decidió llevársela a casa y cuidarla. La niña creció en belleza y resplandecía como si fuera una estrella, de manera sobrenatural.
Los rumores de su aspecto atrajeron a un sinfín de pretendientes cuando se hizo algo más mayor, y también llegaron a oídos del emperador. Él fue a conocerla y tan deslumbrado quedó por su singular aspecto que le pidió matrimonio. Pero Kaguya se negó. Le advirtió al emperador que si volvía a verla, desaparecería para siempre. Él no desistió.
Tras insistir mucho, finalmente le confesó que ella también le amaba, pero que no pertenecía a este mundo y que pronto, con la siguiente luna llena, los seres de su reino vendrían a buscarla. El emperador mandó dos mil soldados a custodiarla la noche en la que debía partir. Sin embargo, no pudieron evitar que Kaguya volviera a la luna, ya que una luz cegadora sumió en un sueño extraño a todos los soldados.
Antes de irse, la princesa dejó una carta para el emperador y un frasco con el elixir de la vida eterna. Eran regalos maravillosos pero el emperador, al recibirlos, mandó a sus hombres que buscaran la montaña más alta de Japón. Una vez allí, quemó la carta en una hoguera y arrojó también el elixir al fuego.
Tan intensamente ardieron aquellas llamas que llegaron al corazón mismo de la montaña. El emperador declaró entonces que la vida eterna sin Kaguya a su lado no le importaba nada, y deseó que el humo se elevara tan alto que pudiera verlo su amada en la misma luna.
Ese monte hoy en día se conoce como Monte Fuji (inmortalidad) y cada vez que el humo se alza hacia el cielo desde la cima, los japoneses dicen que el emperador está saludando a su princesa.
Fin.
2 comentarios:
Que bonitos todos los cuentos!!
El anillo me encanta.
Ayer casualmente una buena amiga me dió los buenos dias con un cardo, flor de Irlanda.
Precioso todo!!
Buen dia Nelly!
Gracias por verme siempre con tan buenos ojos, Davidel!!!!
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