Acabo de soñar algo muy, muy raro. ¡Os lo cuento!

Vivía cerca de un templo budista y estaba en casa tranquilamente cuando, por error, me comía algo que era veneno. En lugar de ser un condimento para la comida o algo bueno, pues por error, me equivocaba de frasco.

Asustada, pensé en buscar un médico pero era tan apremiante la idea de neutralizar eso que había comido que opté por ir al Templo.

Al llegar allí corriendo, me encontré con ese chico que hace tanto tiempo me hizo daño.

Han pasado unos cinco años, quizá, puede que más... quizá siete.

-Nelly, ¿qué ocurre?

-¡Me tomé esto sin querer! ¡Y es un veneno! ¡Ayúdame, que necesito un médico! 

-Tranquila.

El chico se puso a buscar entre unas estanterías hasta dar con el remedio que buscaba.

-Ay, gracias -yo estaba muy asustada.

-De nada. Te veo bien.

-Yo a ti también. Me alegro de verte.

-Y yo.

Hubo una pausa.

-Por cierto, siento el daño que te hice.

Y lo suelta así, sin más.

Le miré.

-No pasa nada -contesté.

Su disculpa fue importante.

-No te preocupes -respondí, de corazón. Además, a mí también me gustaba él-. ¿Sigue siendo el geshe joven tu maestro?

Contestó un nombre, en tibetano. (A ver quién es el guapo que lo repite)

-Sí, lo es. Y me esta ayudando con eso... No se puede ligar con una chica día sí, día también.

-Ya.

-Bueno, no tanto como día sí, día también, pero cada dos meses...

-YA...

-¿Tú has venido a buscar maestro?

-¿¿¿Yo???

(Esta sí que era buena. El sueño parecía real. Y le contesté como en la vida misma...)

-¡No! ¡Jajaja! Ni de coña. No, para nada... 

Si te crees que voy a hablar yo en tibetano con los señores Lamas....

Justo en ese momento pasó por mi lado la monja que sigo en conferencias. Bueno, más bien entró en la sala. Una vez, hablando con este chico, el gueshe joven (yo lo llamo así) entró en la sala. Y pasó algo muy extraño. Cuando se lo conté me dijo: "Pues claro... como que lo hizo a propósito". Era una cosa rara que no os puedo explicar. Tiene más que ver con los ambientes y las energías pero... mejor no os lo cuento. Tiene que ver con las presencias. ¿Nunca habéis notado...? Bueno, si es muy fácil, ¿acaso no notáis cómo cambia el ambiente de una habitación cuando alguien entra? No siempre, pero a veces se notan cosas, ¿no? Multiplicadlo por mil. 

En este caso yo la miré y ella me miró y cada cuál siguió a lo suyo. A fin de cuentas, yo me había inmiscuido en la vida del templo y no formaba parte de ella, lo que veía lo veía pasar. Es decir, yo no formo parte del escenario. Solo observo. El templo a su rutina.

Y eso debía estar haciendo la monja.

-¿Te quedas a (palabra en tibetano)?

-Ahm... no, no. Mejor me voy. ¡Encantada de verte!

-Igualmente, Nelly.

Me di la vuelta para irme cuando caí en algo. ¿Y si me enseñaba la monja que daba conferencias? A fin de cuentas, ¡me la habían presentado! y yo soy muy de las cosas llegan por algo- y así -todo tiene sentido.

Si el muso me la presentó entonces sí era adecuado que me enseñara ella. Ya sabéis, por esa línea extraña argumental que lo une todo.

-¡Ey! ¡¿Podría enseñarme ella?! -pregunté dándome la vuelta y mirando a mi "amigo".

-Ella (y dijo una palabra en tibetano)

-¿¿Ella qué???

¿Podría alguien hablar español en mi sueño? En serio, no entiendo el idioma que usan.

-Enseña a toda la comunidad -dijo mi amigo, traduciendo.

-Ah.

(Pues qué bien)

-Ya. Bueno...

(Qué tontería, como que me iba a enseñar a mí...)

-Nah, pues nada... Me voy a casa. Gracias por... la medicina.

-Y quiere un gato.

-¿Cómo? -me detuve.

-Que quiere un gato.

¿¿???

Mi subconsciente es adorablemente surrealista.

-¿Que quiere un gato?

-Sí.

-¿La Venerable Monja quiere un gato?

-Sí.

La miré.

-¿La Venerable Monja quiere tener un gato?

-Sí... le encantan. 

(visualicé un gato) ¿Desde cuándo los líderes espirituales pueden "tener" mascota? 

-Una vez apareció uno por el templo -siguió mi amigo-, y le cuidaba y le daba de comer...

Imaginarme al gato paseando por el templo me puso muy nerviosa y... ¡Me desperté!

¡Un gato! 

¿Pero a quién se le ocurre? ¡Jajajaj!