Dialogando con los animales.

 Una amiga, hace muchos años, inventó personajes para las chicas que componían nuestra cuadrilla, y al que me representaba le dio el poder de hablar con los animales.

Lo cuál, es bastante absurdo, como podréis comprobar a continuación:

1) Era yo muy pequeña y corría delante de las arañas. "¡Aaah! ¡Aaaah!". Mientras mi madre levantaba una nube de polvo en el pasillo, con una escoba. "Aaaah!" Hasta que, de repente... una araña se ahogaba en un cubo de agua. No sé vosotros, pero yo me paré a observar. Y entendí. Porque esa araña me dijo en ese momento que temía por su vida. Y no en lenguaje arañil. Sino en lenguaje universal. Semejante descubrimiento me hizo detenerme. La observé fijamente y, entonces, para el asombro de mi madre, desapareció el temor y busqué la manera de llevarla hasta el jardín... casi agarrándola de la pata. Y es que ese bicho daba miedo... hasta que vi lo asustado que estaba. (De todos modos, era inofensiva).

2) Ese mismo día, superado el temor, vi correr otra araña hacia la puerta de la casa. Esta era redonda, como un botón, todo a su alrededor eran patas. Patas negras, rojas y blancas. Parecía un juguete. Unido a lo diminuto que era el cuerpo del animal, causó que me arrodillara delante de ella, plantándole un dedo justo en mitad del camino. La araña, redonda, lo rodeo y siguió corriendo. Repetí la operación, y la araña lo rodeo y siguió corriendo. Lo hice una tercera vez.

La araña se paró. Levantó dos patas con forma de garfio justo delante de mi dedo y las dos nos quedamos así, en silencio. Sin hablar  yo "arañil", aparté el dedo precavidamente... y la araña siguió corriendo. ¡Jajjaja! Por algún motivo extraño supuse que habíamos tenido una conversación.

3) Estoy en la proa de un barco y vemos unos delfines. Se trata de una pareja y una cría. Al ver a la cría, me volví loca: "aaaah! aaaah!". Y un pescador, que nos vio, dijo: "¡No van a acercarse, muchacha! Los padres no le van a dejar y las crías son temerosas!". Aquí la escritora que suscribe metió el pie en el agua en la parte más picuda del barco y empezó a moverlo. "¡ven, ven, ven ven ven!!!!!!". Pie arriba, pie abajo, pie arriba, pie abajo, pie... De pronto bajo mi pie veo una figura suave de color océano. Es la barriga de un delfín. Un delfín chiquitito. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡No puedo creerlo!!!!!!!!!! Se ha puesto panza arriba bajo mi pie, justo bajo mi pie. Loca de alegría, observo a esa bella criatura y de repente da un salto, delante de la proa del barco, enterito, con pirueta, y vuelve a zambullirse... Miro hacia atrás y veo a mis padres y a los pescadores boquiabiertos. De repente el pescador se echa a reír: "¡Eso lo ha hecho por ti! ¡Increíble!"

Saludarme.

¡¡¡¡Ha venido a saludarme!!!!

4) El otro día entro en la cocina, distraída, y oigo un ruido de alas. Al darme la vuelta veo algo negro y blanco aleteando junto al cristal, grito, salgo corriendo en una dirección, la urraca sale corriendo en la otra. Se sube al tejado, se asoma. Yo me asomo. Vaya par de idiotas, mirando la una para la otra. Hoy le dejé algo de comer.

5) Voy de paseo por un parque (esto es más divertido), de repente, señalo un conejo: "¡¡mira, mira mira!! le digo a un amigo. "Mira, mira!!!" Me quedo muy quieta. El conejo se queda muy quieto. Doy un paso hacia el conejo, despacio, y de repente, un animal que no había visto nunca, un zorro, sale corriendo del lateral izquierdo. Pero yo nunca he visto un zorro, así que lo que veo es "una cola roja enorme", que no sé identificar. Grito sobresaltada, el zorro se da cuenta de mi presencia, frena en seco con las cuatro patas (casi se da contra mi pierna, fue cómico) y tras tres segundos de delicioso estupor, salimos corriendo, el zorro hacia los matorrales, yo hacia mi amigo y el conejo en dirección contraria. Luego se me oye a mí reír: "¡JAJAJAJAJA!". Nunca había visto un zorro, son muy pequeños. Y son todo cola. Nadie te dice que la cola es tan grande como ellos mismos. Qué curioso. Lo divertido fue que ninguno se percató de la presencia del otro, y salimos todos huyendo, jajajjaja! El conejo salvó su vida. 

6) Dos vecinas se mudan al tercer piso, jóvenes. Tiene un perro de raza peligrosa, que es un cachorro. Las vecinas apenas pueden sujetarlo, cuando me cruzo con ellas y con el perro, digo "qué mono" y sigo bajando las escaleras, hasta que un día... Los vuelvo a ver y el perro ya no es un cachorro. Al verlo, mi parte racional piensa: "ah, es el perro de las vecinas", pero hay otra parte que de repente advierte "peligro". Desde ese instante, desde que escucho a esa parte y pienso: "El perro es peligroso" se producen dos cambios. Primero, yo estoy mirando al perro y doy un pequeño "brinco". Muy leve. Realmente sutil. Y desde ese momento, el perro se vuelve literalmente loco. Además de acumular denuncias de su vecina más cercana, en cuanto nota mi presencia -aunque sea a varios pisos de distancia-, enloquece y se lanza contra mí. Finalmente, tengo que llamarle la atención a las vecinas: "¡Tenéis que controlar a ese animal!" Cuanto más dulces son ellas más enloquecido parece el perro. ¡No es una buena combinación!.

7) Llaman al timbre una y otra vez. Al abrir me encuentro un montón de niños y un perro color canela que quiere entrar en el piso. El perro está aterrorizado. Me agacho de inmediato, se pega a mí y empieza a temblar.

-¿Es su perro? 

-No.

-¡Sí que es su perro! Mire, quiere entrar.

El animal se arrodilla, tiembla más y se pega a la alfombrilla de mi casa.

-Pero no es mi perro.

-¡Pues él cree que sí lo es!

¡Jajajja! Esto es surrealista.

Acaricio el lomo del animal. "Está tamblando". No he visto un ser tan asustado en décadas. Y parece convencido de que vive aquí.

-Oye, bonito, no puedes quedarte -digo.

(¿no puede?)

-Tiene que ser su perro.

Lo miro.

(¿he pedido tener Perro al Universo y me manda este peludo color canela?)

El bicho tiembla que te temblarás. Intenta meterse en casa. ¡Será posible! ¡Eh, que no! ¡que no vives aquí! Insiste. Yo insisto. 

Tras quince minutos de misterio y culpa, resulta que vive en la escalera de enfrente. ¡Menos mal! Al día siguiente me encuentro a su dueña paseándolo. Está feliz y contento, pero se le notaba asustado cuando se perdió. Lo entiendo, sé lo que es perderse. Me hace gracia que confiara en mí tan deprisa.

8) Y último de hoy. Me dirijo a la cocina y me pongo a fregar los platos cuando reparo en que hay un bicho conocido como "tijereta" en el borde de mi taza favorita. ¡¡¡¡¡¡AAaaaaahahahahahhaha!!! Lanzo el estropajo en una dirección y el jabón en otra. "¡¡¡¡¡Ya está bien!!!!" Justo estaba hablando por teléfono a la vez. En mi mente visualizo cómo sacarla de casa: tarro de cristal, servilleta y paciencia, cuando mi interlocutor, al que pongo al día de mis cuitas, dice: "cuidado con los bichos más grandes que entran a comerse a los pequeños".

Visualizo un velociraptor.

Tal cual. 

Me entra la neura y paso la mopa compulsivamente mientras protesto y me río al teléfono. "¡Bueno, ya vale!". Vuelvo a la cocina. 

-¡Bájate de mi taza favorita! -ordeno.

La tijereta me hace burla con las antenas. Encima.

Será posible,... Claro, como ha tomado café, corre que te corre, por toda la pila del fregadero, ni se está quieta ni así  hay forma de cazarla. ¡Para quieta! No quiero matarte. 

Se ha debido tomar el café. Tras vaciar la pila le echo agua encima. Eso no le hace gracia. Disgustada, tengo que optar por el plan B. La hago surfear hasta el fondo del desagüe. No era esa mi intención, pero es que... no se ha dejado ayudar.

En fin. 

Del murciélago de Valencia mejor no os hablo... Estábamos en un restaurante y oímos gritos y risas. Pensamos "ah, qué exagerados" hasta que un murciélago con el radar estropeado se lanzó contra mis piernas. El grito se oyó en la playa... Y luego, claro, corriendo por encima de las mesas; otra chica se subió también. Mi amigo partido de risa. Yo gritando, el camarero alucinando y luego toda una familia se levantó y se subió a la mesa porque aquí, batman, volaba sin radar y se echaba contra nosotros. Un show.

También tengo otra anécdota graciosa en la que reté a una gaviota a dos pasos de su nido (ojo, no lo hagáis, de verdad, no lo hagáis) y luego rescaté a un erizo que se cayó dentro de un pilón y suerte que tenía cerca una regadera y se metió dentro. Pobrecito. Qué suerte tuvo. Qué bonitos son los erizos.

Y ya está, os aseguro que no tengo más aventuras con los animales.

¡Ni que tuviera un Zoo, caramba! 

2 comentarios:

Alexander Strauffon dijo...

Yo también llegué a hacer eso que cuentas que hizo tu amigo, lo de crear personajes en base a amigos.

Nelly dijo...

Hola Alexander, gracias por participar! =) ¿cuál era tu poder o cómo era tu personaje? =)

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