En el que las cosas van mejor.

 


A salvo y feliz por unos días...
Además ^_^ ayer tuve una divertida visita y esta noche, cuando me desvelé, me dio por recurrir a mis cuentos. Yo tengo un personaje que me ayuda... que creo que me acompaña desde que era niña.
Lo que pasa es que no siempre está.
Pero con la imaginación le puedes llamar. Una vez, un lector me dijo: "es que claro, Nelly, yo no tengo un niño mensajero que me ayude... yo cuando tengo un problema, ¡no puedo preguntarle a él la solución!"
Y me lo decía en serio. ¡Jajajaj! ¡Pero si es un cuento y no existe!

Me imaginé la casa de la Alcaldesa de esta, nuestra ciudad imaginada de los cuentos, y llamé al cartero. Y apareció. Y le conté mi problema. Yo hablaba, y me quejaba, pero él estaba callado. Y me quejaba más y criticaba más y él seguía callado.
Lo que os digo, aparecer, aparece pero no te ayuda siempre que quieres. Y entonces caí en la cuenta de algo...
Llevaba un buen rato hablando y quejándome... pero me faltaba una cosa.

-¡Ayúdame, por favor!
Y ahí... me contestó.

-¿Qué necesitas?

Mi primera idea, claro, era tan básica como sencilla:

-No quiero volver a verle jamás.

A lo que el cartero, muy serio, porque pese a ser un niño debe de tener más de mil años, contestó:

-¿Quieres que desaparezca?

Y, antes de que yo pudiera contestar, añadió:

-Piénsalo bien antes de responder...

Y entonces me di cuenta de algo. No deseaba... digamos, que se cayera por un barranco y desapareciera. De hecho, dada como soy a encariñarme con todo el mundo, mi sentimiento era más bien al contrario. Así que "que desaparezca" no era lo que realmente deseaba. Darme cuenta de ello lo cambió todo.

-Quiero que no vuelva a hacerme daño nunca.

El cartero se bajó del mueble, pues tiene la costumbre de sentarse sobre la estantería o sobre las mesas como si fuera un indio, con las piernas cruzadas. Por si os interesa saberlo, que igual no, tiene el pelo castaño, revuelto, los ojos marrones y cara de buena persona, pero... también cara de saber mucho. Y entonces, me dijo:

-Ningún maestro, ningún ángel, ningún bodhisattva * te haría daño a ti jamás. 

(ángel en el budismo)

¡Vaya!

-Ninguno... -añadió mientras empezaba a desvanecerse como el gato de Alicia.

Me quitó un peso enoooorme de encima.

Y aún le pude oír una vez más:

-Ninguno, Nelly... 

Porque entonces una cosa está clara... si alguien te hace daño, es que ahí no es. ¡Jajajajaj!

Ni es tu maestro, ni es nada de nada de nada de nada.

Jo, qué susto.

Vale, entonces tengo un nuevo plan: siempre que hable con él que haya otro delante. ^-^ Pooorque, ahora sabemos que un auténtico maestro o ser maravilloso nunca jamás dice nada que nos haga daño.

Resuelto!!

^_^ (si algún lector está pensando, humm, no sé si esa nueva teoría de Nelly va a funcionar) ya os digo yo que sí. Ya ha funcionado. Si te duele, ahí no es. =)

Mira qué norma tan sencilla y práctica. Pero suena mucho mejor en palabras del mensajero... ¡jajajaj! Ningún... ¿cómo dijo? Ningún... ninguna de esas personas que son guías espirituales te haría daño, NUNCA.

^_^ Qué bien habla este personaje.

 


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