En el que os cuento la mejor cita de mi vida.

Esto que voy a contar es real, verídico y seguro que muchos pensáis que un poco triste.
Pero antes de empezar la historia deberíais saber dos cosas sobre mí. La primera es que pulula por Internet una camiseta con este texto:

"Voy a dejar que las cosas fluyan
pero necesito saber qué día y a qué hora van a fluir,
para organizarme".


Esta camiseta me llegó por whasap con el mensaje "Mira, Nelly, eres tú...", "al verla me acordé de ti", "Jajajaja, te ha clavado"....

Yo miraba la camiseta y pensaba: ¿qué? ¿¿¿qué tiene de malo??? Es normal querer saber a qué hora y cuándo van a pasar las cosas... 

Se me ocurrió ponerla en mi estado y lo que recibí fue:

-¡Jajajjaja! ¡Eres tú total, tía!
-¡Jjajaja, qué razón tiene!
-¡Te va que ni al pelo!
-¡jajajaj, muy bueno, Nelly! ¡Sin duda eres tú!

Hum. Ceño fruncido. Bueno, da igual. 



Esa es la primera cosa que debéis saber. La segunda, es que lloro con casi cualquier tontería. Ejemplo, me pongo la película "Yo, antes de ti". Llegamos a la parte de:

-No se puede cambiar a las personas.
-¿Y entonces qué se puede hacer?
-Amarlas.

((Llorera))

Me pongo hoy, "Conoces a Joe Black", por pura casualidad. Llegamos a la parte de:

-Ojalá hubieras conocido a mi padre.
-Me habría encantado.

((Llorera. ¡Ella lo sabe..!!))


Me llama un amigo, imposible contestar porque entre tanta lágrima no veo. El otro día pongo la Princesa Kaguya, .... más llorera. Y de nuevo me llaman por teléfono y así no hay quién conteste. 

Tengo una amiga que me dice que odio las novelas románticas porque yo soy romántica. ¡Eso...! bueno... no sé, igual es verdad. 

Pero después de estas dos premisas (organización + sensibilidad extra jajajaj), vamos a ver cuál es la mejor cita de toda mi vida.

Tengo 18 años y me llama mi novio por teléfono. Es domingo. Estoy en chandal, zapatillas, coleta... por entonces no llevaba gafas ya que estropeé la vista a los 25, y estudio. Porque yo era muy estudiosa. Escribía y estudiaba. Y tenía unos amigos que pensaba eran lo mejor del mundo.

RIING RING....

-¿Diga?
-¿Qué haces?
-Nada... preparo el trabajo de Sociología.
-¿Cuánto te queda?
-Ufff, pues no lo sé... -me enrosco un mechón en el dedo-, voy a hacer esta parte, y luego a las siete voy a hacer esto otro, y ..... supongo que luego estudiaré.
-¿Quieres quedar?

(atención, alarma interna: propuesta no planificada ni ajustada al horario...)

-¿Hoy?
-Sí, hoy.
-Pero... pero es que hoy no habíamos quedado. Yo... a ver, el trabajo... Tenía que hacer esto y...
-¿Cuánto tardas?
-¿Que cuánto tardo?

Él estudiaba ingeniería de caminos, mientras que yo estudiaba la carrera de publicidad.

-Sí.
-Pues... no lo sé.... En realidad no es para mañana. Lo que estoy es siguiendo mi planificación...
-¿Te apetece ir al cine?

(cine)

-¡¿Al cine?! Ah... -silencio-....bueno, pero es que.... ¿Al cine?
-¡Venga! ¿Cuánto tardas en acabar?

(cerebro reajustando timming para poder ir al cine)

-Bueno, ¡claro! Pues sí, puedo... en una hora hago esto y.... entonces quedamos. ¡Sí! ¡Claro! ¡Vamos al cine! ¡Venga, genial! ¿Sobre la siete y media?
Silencio en la línea.
-Oye -añado-, ¿cuánto tardas en llegar? ¿A qué hora vamos?

DING DONG.

Abro la puerta. Mi novio está en el umbral, de punta en blanco, guapísimo, con el teléfono pegado a la oreja.

-Ya -me dice.

¡¡¡JAJAJAJAJAJAJ!!! Eran las seis y media de la tarde. 

-¡Jajajajaj!

Me entra la risa, me agarra de la mano y ¡nos vamos! ¡Así! ¡Tal cual estaba!

Llegamos al cine. El más grande de Madrid de esa época. ¡Jajajajaj! Voy en zapatillas cutres, chandal, unos pelos de bruja (bueno, era rubia de ojos azules y me decían que era guapa así que no me importaba) y mi novio (moreno, ojos marrones, alto, muy delgado, con su cazadora elegante y su jersey maravilloso) iba arregladísimo. Se había arreglado un montón.

-¡Jajajajaja! -agarrada de su mano me arrastra dentro del cine. Yo no paro de reír. 

Y nos cruzamos con un grupo de chicas de 16 años. Puede que menos. Van en pandilla, riendo, cuchicheando. Miran a mi novio que avanza a toda velocidad hacia la entrada porque ya vamos tarde, y mi novio las mira a ellas, igual que yo. De repente yo le miro a él, él gira la cabeza hacia mí y  con un hilo de voz entre abochornado y sorprendido me dice:

-Me miran las yogurinas.

¡JAJAJAJAJAJAJA! ¡Eres idiota! Claro, se ganó un manotazo.

No me importó que le miraran las "yogurinas" porque aquello era demasiado divertido. 

Fue la mejor cita de todas. En otra lo planificó todo y le salió del revés. También fue divertida. Pero la del cine fue sin duda la mejor. 

Ains, qué recuerdos. 
Os parecerá una tontería pero una vez un ex (muchos años más tarde), dijo a un compañero de la agencia de publicidad: "A Nelly le regalas un diamante y no sabe qué hacer con él... pero llévala a un restaurante que no conozca o entra un día en casa con una bolsa de comida para llevar y se le iluminan los ojos. Tiene unos gustos muy extraños".

Pues sí, vamos a ver, ¿me podéis explicar para que sirve una piedra preciosa sino es para preocuparte por ella? ¿dónde está lo divertido en eso?

Es mucho mejor ir al cine en zapatillas acompañada de James Bond, JAJAJAJJAJA.... 


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