Diálogo interno de una escritora de juvenil...

 Me levanto.
Temprano.
Tengo que hacer una cosa del trabajo y pretendía aprovechar el día. Pero en vez de salir a caminar, al bajar un toldo me doy cuenta de que estoy preparando la casa para quedarme y escribir.
"Tengo que acabar el manuscrito hoy". 
Escribí la historia en 2018, la mandé a Random en 2020. Random no la quería, la metí en un cajón y ahí se quedó cogiendo polvo. Una amiga me dijo: "¿a un sólo editor? ¿Desde cuándo?". Sí... no sé... me distraje con otras cosas.
Me llegó el siguiente proyecto de juvenil, del espacio. Lo escribí, salió publicado con Hidra en 2021. Me entretuve intentando hacer el Premio Minotauro con una novela de fantasía que era en sí un homenaje a lo que sentía por el actor. La historia de "curioso, los actores!" quedó en un cajón.
Año 2021, un editor pone un mensaje en Twitter. Contesto. "No lo querrás pero..." Contesta: "Pues sí lo quiero". Mando 3 capítulos "para que me digan que no", contestan: Lo queremos.
Y... claro. Como buena compulsiva que soy, lo revisé de nuevo. Y cambié cosas. La puntuación de los diálogos, algunas frases... Casualmente leía Cartaghe y no veas lo bien que me vino. 


Pero publicar es dejar de corregir y como bien sabemos los que hacemos esto de manera profesional, nunca acabas. Siempre hay algo más... La gracia está en que a veces cuando corriges metes un diálogo o una frase que está cinco renglones después, "¡Jajajaj! Sigo siendo yo" piensas. Es la forma de estructurar la realidad. 

Tras bajar los toldos me pongo a ver una serie (House), y pasados cuatro capítulos me pongo a fregar los platos, pasados otros cuatro capítulos miro el reloj porque siempre empiezo a horas en punto. Otra manía desde la niñez.

Y me digo: "¿Qué diferencia esto de vivir el presente de cualquier otro día en la playa?" No estoy en la playa, claro, pero cuando lo estoy no me preocupo por el tiempo. Me pongo a meditar y pienso: "Es que si lo miras bien todo me parece una pérdida de tiempo" A lo que mi "yo interior" contesta que puede haber una gran verdad ahí, pero que a ver si la descubro sola. Mientras pienso que el tiempo es una riqueza de la que disponemos todos, suena el móvil y alguien me pide un favor.

"Si yo no cambio, lo demás sí cambia" pienso. Eso es vivir. Contesta mi "yo interior". "¿¿¿Navegar entre los cambios???" Puede ser una metáfora demasiado fuerte para un miércoles por la mañana. 

Me pongo con el manuscrito y me sumerjo en la historia justo cuando suena el teléfono. Esta vez es un número desconocido. 

-¡Hola! -respondo.
-Hola, hola... -me dice una voz.
Me quedo callada. Bastan 3 décimas de segundo para saber que no es un comercial, no es publicidad, y no va a identificarse. "¿Por qué?"
-Dime.
Le digo "dime" a un señor que se equivoca. Tiene su gracia.
-Mañana... -me dice-, mañana entonces, ¿vamos a eso?
"Este no sabe a donde llama".
Podría desatar mi lado cotilla pero no voy a hacerlo. ¿A dónde? ¿Quién eres? ¿Preguntas por un taller?
-¡Te has confundido de número! -le digo, muy alegre.
-Ah... ah... Ya ya.
El señor se queda callado. Creo que está pensando.
-Lo siento. Es un teléfono particular.
-Ay va, perdona. Disculpa, disculpa... lo siento. -Y cuelga.

¿Veis? Me quedo sin saber qué es eso, quién era él y porqué sonaba como un abuelito encantador implicado en un asunto misterioso.

Que tengáis un buen día!!!
Y leed mucho!!! 

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