Es el encierro más largo del mundo...

 


"Te llamaré todos los días".

A la luz de la última semana debo admitir que soy una persona más emocional que racional. Lo que me cabrea, ya que someto todo a un punto de vista hiper-racional, a lo mental, al análisis... etc. etc.

Sospecho, y cada vez estoy más segura, que esto es así porque no tengo la menor idea de gestionar sentimientos. 

Y os voy a poner otro ejemplo. Meses antes de que comenzara el 2020 yo adoraba mi soledad. Bueno, no es que la adorase demasiado pero sí que entendía que la felicidad era poner una película, subir los pies al sofá, y ver la película sola porque estoy a gusto. Cualquier otra presencia me habría puesto nerviosa...

Antes.

Llegó el 2020, ...  Me he enamorado como una idiota y una de las cosas que más me gustan de este chico es su presencia. Sus silencios. 

Estoy enamorada de sus silencios. Claro que también de sus palabras.

Así no se puede.

Me confinan. 

Monto un drama que incluso mi familia me advierte que las cosas no me las puedo tomar así. 

De toda la vorágine el momento más importante es cuando él me mira a los ojos y pregunta:

-¿Y por qué no me llamas?

¡jajajaj! (ups) Cierto, ¿por qué no le llamo?

-Dile a tus amigos que la siguiente vez que te pongas así, lo que te digan es que me llames, ¿de acuerdo?

Qué vergüenza. Se lo digo a mis amigos y una contesta: "¡te lo dejamos dicho!". 

-Que lo peor que puede pasar es que no te pueda atender y te llame más tarde.

13 días encerrada (o más). Trece días en los que no puedo hacer nada, no puedo estar con él. ¿Sabéis? Antes de conocerlo yo pensaba que no podría tener ninguna relación porque me agobio muchísimo cuando salgo con un chico. Y nadie lo entendía. De hecho, llegué a pensar que sólo podría tener una relación con alguien que viajara mucho. Como mi abuela cuando mi abuelo estaba en el mar y se pasaba meses fuera.

"¿Qué problema hay?" pensaba yo, "si eso es estupendo. Un señor que te quiere pero que se larga y te deja en paz seis meses...¡anda que no hay cosas para hacer! ¡Si yo tuviera un novio así!, ¡no me agobiaría y sería feliz!".

Y ahora no soy capaz de pasar 13 días sin verlo.

Trece días...  no hablo de seis meses. El universo es irónico conmigo.

Claro que cuando le dije "en trece días te olvidas de mí", al él entró la risa. Cuando se lo conté a un familiar, también le entró la risa.

Como decía el personaje de Shakespeare, ¡cuántos días hay en las horas!

Lo peor de todo es que no me queda más remedio. A no ser que quiera jugar al escondite con la policía nacional, cosa que no entra en mis planes (de momento...)

No, voy a ser buena... 

Veré alguna serie de Netflix, acabaré de revisar la novela de fantasía que encontré en un cajón (es como un cuento, me gusta porque la escribí en una época en la que estaba muy enganchada a novelas inglesas de fantasía épica y mi lenguaje busca mucho impactar en el lector, cuando con los años me he vuelto más descriptiva y menos de acción....)

Y pasarán las horas y los días y seguro que se olvida de mí.

CONTINUARÁ... 


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