La ola...



Ayer puse esta película. Es la segunda vez que la veo. En la cuarentena he visto Lo que el viento se llevó, Cisne Negro (¿sabíais que es un narrador personaje? Sólo sabemos lo que piensa y siente ella. De tal forma que he probado a verla pensando que soy el director del ballet, a fin de comprender por qué nadie se da cuenta de lo que está pasando. Y, efectivamente, nadie se da cuenta de lo que está pasando...) y también vi Magical Girl, dos veces...
 
Ayer, y fue muy acertado, puse La Ola.
 
La primera vez que vi esta película sólo me quedé con una cosa: ¿quién sostiene la pistola?
Esta segunda vez... me ha pasado igual, llega un punto en el que mi pensamiento me hace esa pregunta. Fíjate en quién lleva la pistola.  La respuesta es: "el más débil". Pero bueno, como ese fue el primer visionado, lo vamos a dejar ahí.
 
Yo tuve un profe de Historia en la Facultad. Lo tengo borrado todo de él, menos una clase. Sólo una. Yo estaba escribiendo mis apuntes, ni demasiado cerca de la pizarra ni atrás. Era chica de tercera o cuarta fila. Hablamos de una clase que podía tener... cuarenta filas. No te digo nada el auditorio... Bueno, yo estaba allí, medio zombi, escribiendo, hasta que.. y fue ya al final, algo pasó, algo dijo, que me disparó una alarma. Y levanté la cabeza. Miré al profesor, confusa. No un poco confusa, confusa de verdad. Algo había dicho... que interiormente...  mi estómago... me puso en alerta. La palabra es alerta. Como si algo dijera: "levanta la cabeza, se acerca algo peligroso". Pero no con esas palabras. Miré a la clase. Estábamos todos callados. El profe siguió. Terminó. Y nos miró:
 
- ¿Qué habéis sentido?
 
Que algo no iba bien. Eso es lo que había sentido en mi estómago. Como una advertencia que venía de un lugar lejano, de algo que conduce a algo que no queremos. Y entonces él dijo: "Esta es la clase que se da a..."
Y lo voy a dejar ahí. Porque … yo no entro en política.
La clase instaba al odio.
No recuerdo más clases. Y, desde luego, la enseñanza fue suficiente. Lo único que nos había demostrado era el poder que tenía.
 
Enlazo esto con la película, porque arranca en una clase de "proyectos" de instituto. El profesor que quiere impartir "anarquía" se ve frustrado porque su compañero (un auténtico dinosaurio con pinta de aburrido) le quita esa materia. Y a él no le queda otra que dar "Autocracia". Me he fijado en el guionista hace ver que le profesor era okupa en la juventud. Es decir, el guionista me dice: fíjate en quién era él...
 
Elige la clase de autocracia porque no le queda otra, y comienzan hablando de qué es autocracia y -como están en Alemania-, de si deberían sentirse culpables o no por su historia. Hay distintas opiniones entre chavales de dieciséis años, y al final uno dice: "bueno, esto ya no se podría volver a repetir". El profesor, como podéis suponer, inicia un experimento.
 
(La voy a destripar, así que igual quieres dejar de leer aquí)
 
Comienza con cosas sencillas. Levántate para hablar. Llámame "señor tal". Y ocurre una cosa que... sería interesante testar o mirar a nuestro alrededor y es que la autoridad tiene una cierta capacidad seductora. Y es cierto. Vale, está bien, el profe es autoritario. Está bien elegido. Es joven, fuerte, dinámico. Los chavales vuelven a casa y hablan a sus padres de la clase. A los padres no les hace tanta gracia.
 
Les propone un vestuario, el grupo comienza a unirse y se emocionan. Uno no tiene dinero pero el otro dice que le sobran dos camisas. Luego vemos que va a comprarlas a una tienda. Unidad. Hasta aquí, perfecto.
 
Al más débil le defienden en una pelea. Ahí tenemos un personaje interesante de estudiar. Para él, el movimiento se convierte en lo más importante de su vida.
 
Y a todo esto, el profesor está "a por higos", no se entera de nada. Aunque su novia le reprende. Yo pensé: "a ver, ¿por qué le reprende? Sólo está intentando enseñar..." Pero entendí lo que la novia le dice al final: "es por tu ego" y "les estás manipulando". Es verdad.
 
Llegan los actos vandálicos. Ya somos un grupo, ahora vamos a defender nuestra identidad. Y piensas: "mal", es el momento de cortarlo. No lo corta... y... la cosa se desmanda. Normal, no puedes romper ese impulso que has creado si atañe a una colectividad tan enorme. Se mete en un lío el profesor... que en fin. No sé si siento pena por él, creo que no, es un irresponsable.
 
Vamos a la chica del jersey rojo. La primera vez que vi la película me pareció que era la única "que pensaba", pero vista una segunda vez, lo cierto es que estaba acostumbrada a ser "la princesita" de su cuento y de repente deja de serlo. Pero piensa por si misma. No encaja en el movimiento porque algo le hace sentirse mal. Y a partir de ahí, los ve peligrosos.
 
Vamos con el chaval que daba teatro: se le subían a la chepa constantemente. Sus amigos le decían: "no te sabes imponer". Y al final, con el movimiento, se impone. Es decir se transforma. Yo no veo mal eso. Esta pelí tiene su aquel por muestra cosas positivas y como pueden convertirse en negativas.
 
Y no me queda más remedio que enlazar esta película con un libro llamado Barrotes de Bambú. Que leí con trece o catorce años y se me ha quedado grabado. Sobre todo el final: "sintiéndose insignificantes e importantes a la vez." La novela trata de un comisario retirado y de una secta. Comienza con una chica "a la que la vida no parecía divertida y nadie sabía el porqué" (me encanta usar "porqué" como sustantivo y acentuado), resulta que Celine se mete en la secta, y el comisario no es capaz de ayudarla, por lo que años después mete a tres personas en dicha secta, un ex-drogadicto (Valentine) un tipo muy cabezota (ni idea del nombre) y con mucho dinero, y a su propia sobrina (Yosie).
Lo interesante aquí es ver cómo se enfrenta a la secta cada uno.
A Valentine le pillan pronto, llega un par de veces tarde y le dicen que "no está comprometido". Al cabezota, ése que parecía que iba a ser incorruptible, es al primero al que convencen. "No veo nada malo en lo que hacen". Y tiene razón. La secta era un grupo de chavales que se reunían para vender refrescos o camisetas. Trabajaban juntos, comían juntos, dormían juntos, eran amables... cielos, ¿qué tienen de malo? ¿¿??
La tercera es Yosie, y Yosie lo que hace es fingir porque … el líder poco menos que la secuestra y trata de drogarla, sólo para fastidiar al comisario, pues sabe que es su sobrina.
 
Al final de este libro, igual que al final de La Ola, tenemos una escena de "descubrimiento del pastel". Yo pensé que el profesor iba a leer un trozo de un discurso de Hitler. Pensé: en algún punto del discurso les hará entender lo que pasa... pero no va a poder, porque... esa audiencia no quiere entender lo que pasa. Al final del libro, Valentine ocupa el lugar del líder. Porque el líder está arrodillado buscando monedas (es cómico, le roban algo que quiere mucho y lo ridiculizan). Valentine comienza el discurso por: nada de lo que hacéis es malo y no tenéis por qué desaparecer.
 
Y es verdad.
 
Estas cosas, son delicadas.
 
Tenéis que leer Tuareg. A mí me parece una obra maestra y su autor me dijo que había recibido cartas amenazadoras y que un lector lo lanzó por la ventana del hotel. Eso es que ése lector no tuvo la alarma.
Tuareg habla de un auténtico beduino del desierto (si habéis estado en Túnez, el desierto y las tiendas y todo ese rollo que a lo mejor piensas bah, no es para mí, os aseguro que cuando estás allí, te hechiza un poco). Yo quería ir a Praga en el viaje de paso de ecuador de carrera, y éramos mayoría (por un voto, mirad que ejemplo de cómo funciona una democracia), el resto querían ir a Mallorca o Ibiza. Los de Praga y la cultura les decíamos que si estaban locos. Y de todas formas da igual porque éramos mayoría. Sólo dos querían ir a Túnez. Y.. .¡jajaja! Cuánto se aprende en la Universidad. Los de Ibiza votaron todos a Túnez, sólo por fastidiar a los de Praga. Esto me hizo montar en avión por primera vez en mi vida muy asustada... rumbo a África.
 
En tuareg, unos hombres llegan a la casa del beduino, y por ley le tienen que dar hospitalidad a los extraños. El beduino no está y matan a toda la familia. A raíz de eso, el tuareg busca venganza. Entre medias, rescata a alguien. Media novela va de cómo le hace sobrevivir en el desierto, de convertirse en piedra, de labios agrietados, horas de sed... por no dejar que muera ese alguien.
 
A dos páginas del final, más o menos, ocurre algo en el libro -parte del discurso del beduino-, que me hizo saltar una alarma similar a la de la clase de historia pero mucho más nítida.
"Esto esta mal". Mi diálogo interior siguió por estos derroteros: "Porque le da igual quién fuera el político... "
Tenía una sed ciega de venganza. "Esta mal, va a acabar mal".
Va a matar a un extraño. Le dije a mi yo interior que no tenía el más mínimo sentido, que le daba igual... es decir, le dije que imagínate que el político fuera otra persona, una que se acaba de cruzar por la calle. Está mal, es traspasar una línea.
 
Y cuando leí el final... ¡JAJAJA! ¡GENIAL! ES BUENÍSIMO!!
 
La Ola, Barrotes de Bambú y Tuareg comparten cosas, aunque no lo parezca.
Y ahí lo dejo, que me enrollo como las persianas.
 
 

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