Ojo al poder del pensamiento y la imaginación...


Fijaos qué curioso:

He ido a trabajar. Hubo movidas, cabreos e historias. Perdida toda mi seguridad, me volví medio loca intentando que todo el mundo estuviera bien. Cosa que no conseguí. Hasta líe más el asunto.
Antes, yo era segura... o había ganado un poquito de confianza. Pero ayer la arrojé toda a la basura... que es lo que hago cuando no consigo tolerar una emoción. O cuando alguien me importa y me entra el pánico.

Una vez liada toda la cosa, bloqueé a un compañero de trabajo. Sigo enfadada con él. Pero luego ya empezaron a decir cosas unos de otros y me puse super-histérica. Admiro a mi jefa, por cómo les habla. Admiro a casi cualquier persona que ante el conflicto sepa mantener esa actitud de: no cedo, pero tampoco me asusto. Eso se llama "control". Os prometo que lo estoy estudiando a ver si consigo aprenderlo de una vez.

Cuando salí fui a coger el coche, y había un monumental atasco. Nunca vi nada así. Pero curiosamente, lo agradecí. Antes de irme, la casualidad hizo que justo el coche que me bloqueaba era el de un compañero que me había propuesto irnos de viaje a Holanda...

Y, claro, le dije que sí. No tengo otros planes. Escapar estaría bien.

Allí, en el coche, fui lenta. Muy lenta. Y cada vez me sentía peor.

"Es como si hubieras vuelto atrás", pensé. Llevaba tiempo sin sentirme tan mal y tan atemorizada por los conflictos. Tan insegura de los compañeros. Hasta que, cerca de un desvío, me acordé de las palabras del Muso:

"Yo dejo que cada cuál viva sus razones..."

Era algo así.

Si la realidad de mi compañero era estar enfadado... ¿por qué tenía yo que meterme a intentar que estuviera feliz y contento... cuando ni siquiera sé que le molesta? De hecho, ¡le molesta algo de otra gente, hasta me llamó por otro nombre... me llamó Ana!!!
¿Quién puñetas es Ana?
Pues me llevé la bronca de ella.
Fue todo un desastre.

Pero el Muso dijo, una vez... que si una persona quiere estar enfadada, es su realidad. A mí no me debería afectar, aunque me afecta, y mucho. Me afecta de una manera terrible. Tanto, que los demás que me conocen ya me advierten cuando alguien se pasa tres pueblos: "¡Nelly, olvida esto de inmediato! ¡No le des vueltas! ¡Somos humanos!"

Con esas palabras que dijo el Muso una vez, me sentí muchísimo mejor. Y como el tráfico se complicaba, dejé de estar tan molesta. Pasado el puente de la M11 pensé... "¿Y si sigo conduciendo?"

¿Y si no paro?

(escapar)

Me pregunté a mi misma dónde acabaría. Es más, lo visualicé.

Serías tú... un poco más adelante... en la carretera

Eso me dijo mi pensamiento. 
Ya. "Serías tú... un poco más adelante".
Creo que la clave era el tú.

Tomé el desvío que me correspondía y dejé claro al del coche de atrás que no iba a colarse, convirtiendo mi incorporación en peligrosa. Como me canso de esas actitudes. Y justo, delante dos se habían golpeado.

"Claro" pienso, "es que es normal".

No hay más que accidentes, todo el tiempo. Alcance trasero, esguince cervical leve. Casi podría decir hasta el valor del parte, pensé, mientras pasaba cuidadosamente por su lado. Dos coches en la incorporación  y uno de ellos no había mantenido las distancias.

"La gente tiene mucha prisa" pensé.

Llegué a casa. Puse Victor o Victoria mientras comía, pero la paré enseguida. Me asaltó la tristeza.


- ooooooh, ¡venga ya! ¡no! -pensé.

Me levanté y mientras lavaba un vaso me pregunté qué era mejor... ¿estar triste y llorar para olvidarse de todo sentimiento y seguir adelante... o tratar por todos los medios de aplastar hacia abajo esa emoción?

Ninguna de las dos opciones era buena. 
Qué curioso. 
No pasó ninguna de esas dos cosas.

Apagué la televisión y me eché un rato. Y aquí, con los ojos cerrados, imaginé algo. Me conté una historia.
Y a la historia no le puse límites.

"Esta bien, será nuestro secreto" me dije, "piensa o imagina lo que te apetezca..."

No sé si me quedé dormida o no. Pero al levantarme de nuevo... ¡me apetecía ir al gimnasio! No había rastro de tristeza. Me puse mi ropa deportiva, salí para la clase, por el camino hablé con mis amigas. Amigas y amigos, todos... preocupados. Todos apoyándome... alguno con visiones ingenuas de la situación. "A él le importas", "A él le gustas...". Ay, no, hijos, no. Que no va por ahí la cosa.

La profe de ciclo nos pidió concentración pero cada dos por tres a mí se me iba el ritmo. De repente la profesora bajó del atril. Y apagó las luces:

-¡¡Conexión cuerpo y mente, por favor!! -gritó

Y ahí la clase cambió.
Luego nos felicitó y nos dio las gracias. Supongo que cuando dejas de prestar atención al espejo y te tienes que quitar las gafas porque estás sudando como un pollo... pues la música y el movimiento cobran más protagonismo.
Acabó la clase con la banda sonora del Mito de Bourne. 
Es una buena profe, especialmente de artes marciales. Me fijé en el detalle de felicitar el trabajo y de animar a la clase. Tengo que aplicar eso en mi trabajo.

Esta entrada demuestra algo, y a lo mejor os sirve. Creo, sospecho, ... que para la mente, o quizá para nuestro cerebro, lo que imaginamos y lo real no es tan distinto. De ahí que un pensamiento te pueda hundir en la miseria y otro te pueda aliviar. Ya sé que lo que digo no es nada nuevo. Pero no deja de ser curioso.

Así que la siguiente vez que esteis tristes imaginad algo que os encante.
Seguro que os cambia el día...

Y, como no, el grifo del baño se ha vuelto a abrir solo.... En serio, me pregunto si convivo con un fantasma, jajaja! 

SALUDOS!!! 


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