Me llega un aviso de que una persona de un ámbito muy diferente al laboral puede entrar a trabajar en mi empresa.

Llevo aquí 10 años y ... he pasado muchas cosas. 

Pero sobre todo el problema que plantea esta situación es de roles. 

Pido consejo y me dicen: "Bueno, Nelly, si acude a ti, es lo mismo que cuando tú acudes a..."

jajajaj!

Es en ese precioso instante en el que respondo:

-¡Oh, sí! ¡Y ya ves qué bien ha acabado todo! 

Y es en ese momento cuando cambia mi visión.

Yo estaba enfadada porque exigía un rol que desde luego, no se me va a dar. El de enseñanza (no se me va a dar, creo, porque ahora empiezo a pensar que soy una cabezota terrible).

Es lo mismo que si alguien viene y mezcla un rol que no es con el rol que tengo yo en la empresa. Y al colgar pensé: "Es que ese rol es NECESARIO para que haya armonía... "

Y os prometo que en silencio... a continuación pensé: "¿Y no es eso lo que hace él?" Elegir un rol para que haya armonía. (Por cierto, ¿sabéis que se escribe con h y sin h?) Creo que me gusta más con H. Luego lo confirmo en la Rae. El más correcto es sin "h". 

Total, heme aquí pensando... en el posible escenario y en la armonía.

Y justo entonces me dije: he metido la pata.

Es decir, vale, puedo temer, desconfiar, todo lo que quieras. Eso es cosa mía. Pero al verme en la situación de tener una persona que posiblemente pueda confundir roles (el trabajo es el trabajo, y lo de fuera es lo de fuera. Y yo fuera del trabajo no quedo con nadie del trabajo, salvo un caso de un viaje pendiente, en el que de trabajo se va a hablar 0, porque bien sabe la persona en cuestión que si habla de curro me cojo el avión y me vuelvo a España).

Vale, ¿qué puede ocurrir si esa persona acude a mí con un enfado, con una tristeza, con un no es justo, con un....?

Vamos, lo que hacía yo con el muso.

No digo, ojo! que esto sea todo "culpa mía" pues yo -de entrada-, no voy pidiendo ayuda a los demás. Bien sabe Dios, que muchas cosas han propociado la relación extraña de ahora te enseño, ahora no, que tenemos pero el caso es...

...... que empiezo a pensar que perderlo también es una enseñanza.

De locos, ¿verdad?

Pero lo siento así. De hecho, estoy convencida.

Como resultado de esto, acudí a dar mi formación sin evitar su encuentro, y con... ese efecto muelle mío, en el que todo empieza de cero otra vez. Tengo el sentido del rencor de una pelota de tenis. O sea, nulo.

¿Y sabéis qué?

No está enfadado.

Qué cosa más rara. No está enfadado, no está molesto. Simplemente está.

Tampoco me pareció que me recibiera de manera hostil. Es más, os diría que me recibe como voy yo.

Saludo, saludo, cortesía, cortesía.

Formación, todo ok.

(jajaja!)

Vuelvo a mi sitio. 

La leche, todo esto, me digo, es necesario para que haya armonía en el trabajo. Y ya está, no quiero volver a hablar más sobre este asunto. Con esto y con la reflexión casual del pozo (ver entrada anterior) doy por finalizada la búsqueda (empeño) de maestro espiritual en mi curro. Si no aparece pues no aparece, se estudian vídeos y ya está.

Y en cuanto a su misterio misterioso (son muchos los misterios que hay) pues no pasa nada si quedan sin resolver. Yo tengo los míos propios.

Y COLORÍN COLORADO,

TODO ESTE ASUNTO SE HA TERMINADO!!

jajaja!

posdata: es lo que dice Davidel. Que te das cuenta de las cosas más tarde... y piensas, ah, pues sí que aprendí... en fin. =D