Un día normal.



El despertador suena más tarde. Es festivo, casi nadie trabaja. Yo sí. Y fuera llueve. No me importa que llueva, en absoluto.
Si me importa no dormir bien y la culpa es de Cristina. Llevo dos días con la extraña sensación de que me falta algo.
Me pregunto si es buena idea consultar a una psicóloga clínica sobre los avatares propios de los seres humanos. Tengo la sensación de que me falta algo.
Personalmente, seguiría aprendiendo con El Muso.
Con él no hacía falta... entender, bastaba con ser.
Cristina está empeñada en entender.

Salgo a la calle. Esta oscuro a pesar de que el sol ya clarea el Este cualquier día que no llueva tanto.

No abro el paraguas. 

Una parte de mi mente me pregunta que "¿para qué lo llevamos?", y al final lo abro.

El asfalto mojado resbala

Subo al coche. Me resbalo.

¡Jajaja!

"No vale, porque no es asfalto"

Conduzco en silencio, últimamente, la música me molesta por las mañanas. Pero cuando estoy subiendo la calle del ambulatorio, de nuevo resuena en mi cabeza mi propio hilo musical. Misma canción que ayer.

pam pam para pam pam pam
pam pam para pam
oooo aaaa, I wanna be with you everywhere...

¿Por qué esa canción?

Es genial cuando tu memoria sensorial reproduce algo. Y si es música, pues mejor.

Llego al trabajo. Echo una mano a todo el mundo.
Cuanta más mano echo, más me piden.

Todos me piden. Todos quieren algo.
El único que no quiere nada, es el Muso.

Ains.

A lo mejor me tengo que "desensibilizar" ante ¿las peticiones de los demás?
¿A lo mejor es un tema de culpa y no culpa?
¿Y si me corto el pelo?


Tengo claras varias cosas. El contacto con la gente (cuando das) es curativo. Pero me pregunto si no será ... como cuando Richard le dice a la señora Dalloway que se pasa la vida haciendo fiestas para disimular otra cosa.
Tengo claro que es fácil estar por los demás.

Eso es fácil.
Pero, ¡puñetas! os prometo que me sigue faltando algo.


0 comentarios:

Publicar un comentario

 

 

 

Creative Commons License
contador de visitas para blogger por paises