Sueños que son historias: el hotel y la pesadilla


Esto no es nada justo. Ayer me despedí de la página donde aprendía budismo. Igualé más o menos las cosas (yo no importo al que me enseña, él no debe importarme a mí), vi películas bonitas... y a raíz de una de ellas hasta me senté 3 minutos, o 5, a meditar. "Que no tengas método, no significa que no puedas hacer esto" me dije. Total, a nadie le importa. Y, total, tampoco puedo aprender por lo oficial.

Y, sin embargo, tuve una pesadilla terrible.

El Hotel encantado.

Era de noche y la gente, pues había muchos personajes, buscaba un ángel. Había dos, de hecho, uno rojo y uno azul. Pero no bastaba con buscarlos, realmente, para encontrarlos, había que hacer una serie de cosas especiales. Reunir una madera especial, quemar esa madera... y en realidad, esos ángeles o ... lo que sea que fueran, no eran como los ángeles que nos imaginamos. Eran más como... una luz azul. Y, más que luz, emplearía la palabra energía.

Pero se hizo de noche y la gente se refugió en un hotel, en medio de un bosque. El hotel estaba en un claro, por cierto. Había árboles muy altos y un cielo absolutamente oscuro, de ese azul casi negro que se ve en los pueblos, cuando es noche cerrada.

No había luz alrededor.

Dentro del hotel, todos los personajes del sueño se esparcieron por las habitaciones. Yo me quedé en un cuarto con televisor, y traté de ver una película. Pero el sonido me molestaba. No era capaz de ajustar el altavoz. Al cabo de un rato muy largo, la silueta de unos niños se asomó fuera de una de las habitaciones. Al estar a contraluz, no puede verlos.

- ¡¡Esas horas...!! -dijo uno.

Miré mi reloj. Llevaba un reloj de pulsera. Eran las cinco de la mañana.

"¡Oh,no, qué perdida de tiempo!"

Salí del cuarto, llegué a una especie de salón comedor tan lleno de gente como si se tratara de un restaurante celebrando una boda. La gente hablaba, decía miles de cosas, hasta vi cobayas correteando por el suelo. Todos hablaban de buscar, o encontrar, ese ángel que era su propósito.

Pero yo me puse muy muy nerviosa.

- ¡Yo me voy! -anuncié.

- ¿Te vas?

- Sí, me voy.

- ¿Por qué?

- ¡Porque tengo OTRAS COSAS QUE HACER! -grité-, ¡porque no he dormido nada, DESDE QUE LLEGAMOS! ¡Me he pasado la noche de un modo ilógico viendo una película! 

Estaba muy nerviosa.

Intenté salir de aquel banco de madera y aquella mesa de madera, pero tropecé. Uno de los personajes puso tres tazas delante de mí. Una era gris, la otra azul, y otra roja.

- ¿Sabes al menos si son la misma taza? -me preguntó.

- ¡¿QUÉEEE?!!

- ¿Sabes si son la misma taza?

- ¡Bueno, ¿sois todos idiotas o qué?! (madre mía) ¡Dejadme todos en paz! -grité- ¡Tengo que trabajar! 

Salí del hotel. Me daba miedo todo. Me daban miedo las habitaciones por las que pasaba, me daba miedo el pasillo. No he pasado tanto miedo en sueños en mucho tiempo.

Al salir fuera, al claro, a la hierba, miré hacia atrás y el hotel era el edificio más espeluznante que os podáis imaginar. Grande, oscuro y muy bien aposentado en el suelo. No era algo irreal, era de lo más contundente. Me alejé cuanto pude.

En la primera línea de árboles, donde empezaba el bosque, me encontré con un mendigo. Estaba tumbado. Debía de pasar allí la noche, fuera del hotel. 

- ¿Ya te vas? -me preguntó.

Me incliné. No podía más. Me arrodillé en el suelo.

- Sí.

- Ese hotel tiene habitaciones muy oscuras -dijo el mendigo.

Me saltaban las lágrimas.
Que asco de sueño.

- ¿Vas a irte sin saber si esos seres están ahí o no?

Alcé la cabeza. ¿Seres? ¿Qué seres?

- Si te vas a ir sin saberlo, mejor destruye el hotel.

- ¿Que lo destruya?

- Sí.

Miré el hotel. Destruirlo... sí, no era mala idea.
Vale! Miré alrededor. La verdad es que el señor mendigo tenía una hoguera... pero sabéis una cosa... el fuego era azul. Ya sé que es absurdo... pero... lo era. 

- No tengo mechero.

(tiene gracia, jajaj! en la vida real tampoco. Se me agotó el mío y no puedo poner una velita para meditar. Ayer le pedí al copiloto uno).

- Toma -dijo el mendigo.

Me dio un palo encendido con el fuego de su hoguera.

- Pero esto... para un hotel tan grande... -le dije.

Y al caminar se genera cierto viento, apagaría sin duda la llama.

- Servirá -me contestó el mendigo.

El mendigo me cayó bien.

Me acerqué al hotel, confiando en su palabra. Entré en el salón. El primer salón. Y vi un bosque. Todo un bosque dentro.

"Destruye el hotel" me dije. Y es lo que voy a hacer. Acerqué el palo encendido a la raíz de un árbol. "Pero es absurdo" pensé "no voy a poder quemar algo tan grande". Sin embargo, en cuanto el fuego tocaba una superficie... ¡¡echaba a arder como si hubiera gasolina!! 

Escuché un fragor tremendo y vi una enorme cascada que se desbordaba, al mirar arriba y a la izquierda, y llenaba todo ese "salón bosque". Por un lado agua desbordada, por otro lado, lo demás se consumía por el fuego.

La imagen del agua cristalina desbordando todo era muy hermosa.

"Qué rápido prende"

- ¿Sabes porqué arde tan deprisa?

Me giré. Allí estaba el cartero de mis cuentos. ¡Oh! ¡Vaya!

- ¿Por qué? -pregunté.

- Porque está sucio.

¿¿??

- Cuando algo está sucio es muy fácil que el fuego se extienda.

Y me desperté.
Con un molesto dolor de espalda y de cabeza.


Bueno.
Sólo es un sueño. Aunque, creo que voy a meditar cinco o diez minutos al día en silencio. Aunque nadie me enseñe, ni valga yo para estudiar, a lo mejor así no sueño cosas tan complejas. 
Lo he releído ahora y en realidad el sueño no es tan feo, es solo que yo estaba muy asustada. =) 


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