Diario de una escritora


Ayer fui a tomar un té.
Me sirvió para darme cuenta de una cosa que no voy a poner aquí.
Regresando, y tras parar en una droguería donde disfruto muchísimo porque ofrecen productos descatalogados que nadie quiere porque "son diferentes a la línea oficial de la marca" y se saldan, nos pasó algo extraño.

Una mujer, vecina, se asomó a la ventana y se pudo a pedir auxilio.
- ¡Socorro! ¡Que alguien me ayude!

Pensé que el ruido venía de la calle pero al asomarme un poco fuera del portal, vi que era la vecina. Es muy mayor. Hace diez años solía encontrármela subiendo con el bastón la escalera. Siempre me hablaba como si fuera su nieta. Me cayó bien desde el principio.

- ¡Socorro! 

Pensé en un accidente. Así que, subimos.

La escena que yo me encontré al llegar era, para mí, muy confusa. A un lado, la vecina pidiendo auxilio. Al otro un vecino, al que le podría dedicar un relato corto relacionado con la mafia. Fumando un cigarro y hablándome la mitad a mi, la otra mitad a una gata (estoy segura de que era una gata) que de cuando en cuando se asomaba a la escalera. Tendríais que haber visto los ojos de la gata, me pareció bastante... qué palabra busco... bueno, un animal bien adaptado a su medio. Y con carácter.

La vecina decía que tenía una extraña en casa. Que la echáramos. Estaba muy asustada. Y la otra mujer, más joven, en bata y zapatillas, nos dijo (a mi copiloto y a mí):

- Soy su cuidadora.

Confusión.

¿De veras era su cuidadora? Yo miraba a la anciana, que era un mar de súplicas, y allí nadie se movía. Nosotros tampoco. Mientras el vecino sacaba el teléfono para llamar a la policía, yo mostraba una indecisión paralizante, y la mujer pedía auxilio. 

- Su hijo -dije-. ¿Dónde está su hijo? Yo le conozco, ¿por qué no le llama?

- ¡Al hijo, no! ¡A la policía! -gritaba el vecino-. ¡Hay que llamar a la policía!

Qué confusión.

- ¡Eche a esta mujer de casa! -gritaba la anciana-, ¡yo no la conozco!

Tras un buen rato de confusión, al final parece que la cuidadora lograba contactar con el hijo. Por tanto, era la cuidadora.

Pero la anciana sufría un montón. Tomé sus manos entre las mías. Y al mirarla a los ojos vi que se calmaba mucho. Casi me dio la sensación de que me reconocía. Estaba en plan: "desconfío de todo el mundo menos de esta vecina que casi no veo pero que ahora está parada en mi puerta".

- Esta señora la quiere ayudar -le dije-, está aquí para ayudarla. La ha mandando su hijo. 

- ¡¡Pero yo no la conozco!! -dijo ella, a punto de echarse a llorar.

- Pero la quiere ayudar -repliqué, todavía muy sorprendida por el cambio al tomar sus manos. 

Sentí una gran Compasión por ella.

Luego hablamos con el hijo. Quien dijo a mi copiloto que siempre hacía lo mismo. Que quería que él estuviera siempre allí. Y todo eso. Entonces sentí más compasión aún. 
También pensé que el cerebro y la vejez es algo que ... bueno, lo que pensé tampoco lo voy a poner aquí. No es un lenguaje literario adecuado. 

Yo solo quería saber si la señora era cuidadora o no. 

Y si le daban esos ataques de nervios porque no era capaz de controlar sus emociones también es algo que me hizo sentir empatía por ella. 

Por la noche hice algo de zapping pero nada de la tele me llamaba la atención. Así que abrí Youtube y puse el diálogo en el que se presenta V de Vendetta. Durante la tarde, habíamos hablado de películas. Me encanta cuando dice eso de lo "raro" que resulta preguntarle a un hombre con una máscara, quién es. ¡Jajaja! A veces nuestro lenguaje es un poco absurdo. Entonces V se presenta con una dicción y un discurso que a mí me embelesa (sí, me embelesa el teatro. Siempre me ha gustado) y Eve le agradece que le haya salvado la vida, y entonces V dice: Aaah, te llamas Eve, como no, con V. Yo no creo en la casualidad.

Y apagué el móvil.
Tú no, pero yo sí, me dije, mentalmente. Y también me llamo Eve. En la vida real. 

Me fui a dormir pensando en la anciana, en los sentimientos y en lo confuso que es todo. En la tristeza de hacerse mayor...

Y tuve un extraño sueño.

Era una casa con una terraza con demasiadas puertas de cristal. Yo intentaba cerrarlas. Fuera, soplaba un viento intenso. Y el viento abría las puertas. Yo trataba de cerrarlas. Cuando lograba cerrar una el vendaval abría otra. Y así todo el tiempo. Al girarme vi a un personaje jugando al tiro al blanco, con un arma.
Me pidió que colocara un blanco en el suelo. Pero otro personaje me advirtió que eso no era un juego, que me apartara de allí. Así que solté una hoja de papel que llevaba en la mano y me escondí de todos.
Pero ... la pared tras la que me había escondido también era de cristal.
Esconderse tras una pared de cristal es muy absurdo.
Así que me fui a trabajar.
No sabía mi horario de entrada así que opté por algo intermedio. O bien iba justa de hora, o bien me daría tiempo para tomar un café. Me dije que no importaba. Al llegar, tenía que hacer varias cosas y una de ellas era bajar a un sótano. Este sueño mezcla escenarios. La casa era de mi infancia, el trabajo es actual, el sótano era de la Universidad. Lo sé porque allí se grabó Tesis, la famosa película. Mi Universidad era un microcosmos con mucho... para ver.
Bajando al sótano recibí una llamada telefónica.
- ¿Diga?
- Buenos días, ¿Nelly?
- Sí, soy yo.
- Soy... (dijo su nombre)
- ¿Sí?
- Le llamo de ...(no recuerdo nombre de la agencia ,pero era una agencia). Se ha puesto en contacto con nosotros (dijo otro nombre, también olvidado), y era para decirle que ya tenemos su solicitud en marcha.
- ¿Solicitud?
- Soy caza-talentos (lo dijo en inglés)
- Ah, ya... pero... oiga, yo no quiero ningún cambio.
Empecé a perder cobertura.
- ¿Oiga, me oye? ¿¿me oye?? No... no me interesa. Sea lo que sea, no me interesa.
Y ella dijo:

- Sólo le llamo para decirle que hemos iniciado el proceso.

No hubo forma de entender nada más. La llamada se cortó. Claro, estaba en un sótano, no hay buena cobertura, y me desperté. 

Físicamente, me sentía mucho mejor.

Creo que el cerebro intenta curarse a sí mismo, durmiendo.

Pero yo no quiero cambios. De verdad, me da miedo mi mente.

No me interesa nada, no quiero cambiar nada. Tenía un maestro y lo perdí. La vida sigue. 
Lo único que quiero es recuperar la normalidad. Y que haya buen rollo alrededor. Sólo eso. 
En fin.
Por qué no puedo soñar con ovejitas y campos verdes, jajajaj!

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