Cristina y la psicología clínica.


Ayer le expliqué a un ser cercano mi situación actual. Lo hice utilizando el don de la palabra, que a veces me acompaña, y vaciando de toda emocionalidad mi discurso. Lo hice como quien explica algo en una clase. 

La primera reacción del ser cercano fue: "Pero haz esto". Algo tan aplicable como decirle a un enfermo de gripe: "Pero cúrate".

Contra-argumenté.

Básicamente, cualquier cosa que pudiera decir es algo que yo ha he pensado, intentado, dicho a mi misma o aplicado en mis 36 años de vida. No es tan sencillo.

La persona contra-argumentó.

Le pedí que prestara atención a su lenguaje. Pues su lenguaje me hacía daño, ya que me conducía invariablemente a una posición derrotista. No hacía falta que me explicara cómo sienten, como son, o lo que desean los demás de mí, eso es algo que ya veo. 

El como debería de ser también lo veo claramente.

Una vez más, de modo totalmente racional, expuse la situación. Y entonces, por fin, fui más o menos comprendida.

Cuando una persona te comprende su mirada cambia.Y en sus ojos vi preocupación. Lo que nos lleva a la segunda parte.

- No quiero que te preocupes.

La preocupación de otros no puede curar un constipado. Y es una carga para el que lo sufre.

Mi interlocutora entonces... sintió pena. Pero, ¿pena por qué? 

Eso, si os soy sincera, me intriga. No hay por qué sentir pena. O eso creo, si lo hay, entonces significará que ... estoy haciendo algo de modo incorrecto. Y, creedme, a día de hoy, no veo nada incorrecto en mi plan de vida. Puede que esté un pelín recelosa de los demás, pero es normal, me tomé muy mal mi abandono por parte de quien me enseñaba cosas. Y otros muchos abandonos previos.

De toda la conversación, me quedo con cuando dijo: "Eres una persona muy complicada de conocer. Y muy compleja". Que te diga eso alguien que te conoce desde que naciste... jajajaj. Yo no lo creo así.

De vuelta a casa, pensé en Cristina.  
Y hoy al despertarme, pensé en el que llamaba Muso.

Mi jefa también me ha dicho que no me dejo conocer. Sería más fácil si yo misma me conociera pero da la casualidad de que... no tengo muy claro ni lo que quiero, ni quien soy. Nunca lo he tenido, seguramente por adaptarme a tantos cambios. Me parezco un poco a Loui el vampiro, cuyo único poder parecía ser el no estar de acuerdo con nada e ir viviendo según la época en la que le tocaba vivir. 

Todo este castillo de naipes que tengo tan bien construido y que me convierte en una persona muy eficiente, se desmorona en cuanto intenta acercárseme demasiado otra persona.

Supongo que no soy la única del mundo a la que le pasa esto. Y como dio la casualidad de que me quedé sin apoyo (el Muso) a la vez, ... pues todo fue un caos. No puedo tener una relación si no puedo estar bien con el que me enseñaba cosas. De algún modo irracional, todo esta conectado.

Y tuve que recurrir a Cristina.

Cuando voy a ver a Cristina (hacía como 7 años que no la veía), básicamente, discutimos o conversamos de manera racional. Ella expone unas cosas, yo argumento otras. Lo malo, en mitad de ese discurso, es que utiliza aspectos emocionales, que me esfuerzo muchísimo en echar abajo o soslayar.

Ella dice que soy una persona con muchos "recursos" y "defensas". Arguye que toda esa inteligencia juega en mi contra cuando se trata de ayudarme. Por algún motivo extraño, aunque le canso más que otros clientes, dice que le encanta trabajar conmigo, porque le encantan los retos. A lo que yo repliqué si era una piedra en su camino, y ella contestó: "Di más bien un diamante sin pulir". Suspirándo, me levanté de la silla y me encaminé hacia fuera de la "consulta" tras haberle dicho que no, que no y que no, a propuestas de lo más absurdas que me había hecho.

Con el que me enseñaba cosas era diferente. Y creo que, a la luz de la ciencia, sé porqué. Hace muchos años, hubo un momento (y él es hábil en esto) en el que noté una.. conexión inexplicable que no necesitaba palabras. Siempre he investigado cosas de manera muy obsesiva. Desde pájaros hasta profesiones. Digo esto para que se entienda también como funciona mi mente.
En este caso, lo único que ocurrió es que tuve la ¿ilusión? de un contacto con una parte de mí que... se sorprendió mucho de la presencia de otro.

Automáticamente, esa parte de mí le vio a él como una tabla de salvación. Como un ser que me ve. No hacía falta explicarle, ¡era él quien me tenía que explicar a mí! Pues él ya lo veía. Lo veía todo. Conocía el camino correcto. 

Pero, ¿y si esto no es verdad?
A la luz de estos acontecimientos, es fácilmente comprensible que cualquier cosa que dijera sobre mí me tambaleara y me hundiera muchísimo. O que notándole cerca yo pudiera construir mi mundo en paz, pues él era la base de todo. 

Tras mucho insistir me enseñó, luego a ratos sí, luego a ratos no. Nunca quedaba claro si aceptaba enseñarme o no. Si le caía bien o no. La primera vez que me pareció que me enseñaba fue cuando yo le contaba a un compañero lo pesada que era con él y este compañero me respondía: "A él le pasa algo raro contigo... diría que.... te quiere enseñar a ser más fuerte".

Yo miré al compañero y pensé: ¿bromeas? pero si le persigo en plan obsesivo... soy un tormento para él.

Parecía que si yo confiaba en que me enseñaba, entonces me enseñaba. Pero si no confiaba, no.

Pero sea como sea, se ha ido. Dijo: "bueno, no hay nada más que enseñar" y se fue.

Durante un par de días pensé que seguiría aprendiendo yo sola pero todo eso se derrumbó a la vez. No podía meditar. Lloraba. No quería estar con nadie cerca. Y al final, ni podía visitar la página web que me había recomendado. Se acabaron estas enseñanzas, vamos a recoger lo que queda y levantar un muro.

Noto vulnerabilidad cuando intento siquiera acercarme a algo de budismo. Y debo añadir que la vez en que dejé de ver a Cristina fue por algo muy absurdo que me hizo sentir lo mismo. Ella cito a dos pacientes  a la vez. Y la que por supuesto se disculpó y salió huyendo de la consulta fui yo, pese a tener hora y media de tren de regreso a casa. No volví a verla más que una vez posterior.

Con el que me enseñaba cosas pasa lo mismo, todo lo relativo a él y a sus enseñanzas me hace daño. Pero ahora ya sé porqué, al menos, y es porque tenía tantas esperanzas puestas en él. Porque me veía. No hacía falta.. argumentar, ni pelear. Yo lo hago, claro. Pero una parte de mí... estaba ahí, esperando, a ver si a través de él yo podía llegar hasta esa verdad que -pese a estar en mi-, no logro alcanzarla.

No ha funcionado. 
Porque no me ve. Fue todo una ilusión.

Ha sido un error y un fracaso, como tantos otros. 

Pero no es ... algo ... que haya que culpar a nadie. Si ni yo misma logro comprenderme, ¿cómo me van a entender otros? Si llevo 36 años... conmigo misma, sin entenderme bien, negociando, peleando, descubriendo y acordando cosas... y ni yo misma me aclaro. ¿Cómo me van a ver otros? Es un poco absurdo.

Y con el ex-muso pasa una cosa más: no es su cometido.
Intento decírmelo muchas veces, pero yo me agarraba a esa ilusión. Sí, es el que me enseña. Él tiene la verdad. La V-erdad. Con V grande y mayúsucula.
Pobre.

En fin, en otro orden de cosas (cambio radical de tema), he soñado algo muy raro. Soñé con un personaje vestido de militar, en una casa con muchas puertas de cristal, que el viento azotaba. La gente estaba recogiendo. Y alguien me entregó un pequeño rubí. Era precioso. Una joya de incalculable valor. Lo puso en la palma de mi mano.
Y yo se la di de comer a mi cobaya. Para esconder la joya.
Pero enseguida pensé: "oh, cielos... ¡¡a ver si voy a matar a mi mascota!!", pero no, solo dormía. Entonces aquel personaje que apareció vestido de militar me dijo que todo el mundo buscaba esa joya valiosa. Y yo le dije: "¿y para qué se la doy a mi cobaya? ¿Tiene eso algún sentido?" y el personaje me dijo: "Es un buen lugar.  Nadie buscaría una joya tan valiosa ahí".

Y me desperté.
^-^ como unas maraquitas estoy... 

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