Al otro lado del espejo...

Diario de a bordo.
Fecha estelar: año 4978 tras la desaparición Sagitario K.
Lugar: la Tierra.


Después de que un muro me diga que la clave de todo es la empatía, llego a casa y pongo una película de ciencia ficción. Me encantan los X-Men. Una vez pregunté a un amigo cómo sabía qué personajes eran de Marvel y cuáles de Dic. Mi amigo dijo: "los super-heroes de DIC (¿Por Dick Grayson?)  son siempre super poderosos, más que los seres humanos normales (Superman, Batman), mientras que los héroes de Marvel, son personas menos poderosas que van por ahí avergonzándose de sus poderes".

"aaaaaaaaaaaaah!" Comprendo.

No tardé en establecer paralelismos entre los héroes de Marvel y los adolescentes contrariados. Bien pensado, en los X-Men yo veo seres humanos normales y corrientes, distintos unos de otros, con características distintas y con un conflicto con ellos mismos. En general, las películas de super-héroes me aburren mucho pero hay una de X-Men que me gustó y es la última, en la que Jane lo destroza todo. A partir de ahí, vi una de un salto temporal a la juventud de Charles Xavier y como es el actor de Expiación... me quedé enganchada al personaje. Me encanta ese actor.



Lo veo extremadamente compasivo.
Así que puse la televisión y con una manta y sin nada mejor que hacer, continué con la película. Trata de que los dioses egipcios eran en realidad mutantes, y uno de ellos regresa tras dos mil años de dormir bajo tierra y ve los avances de la sociedad humana. Absolutamente disgustado, elimina todas las armas del mundo y lanza un mensaje a toda la Tierra indicando que ha vuelto y que le pueden llamar divinidad, y adorarle.

Esta bien, de entrada, lo único que dice es que el ser humano está un poco perdido. 

Mientras todo esto pasa, el bueno de Charles Xavier, El Compasivo, trata de detenerle, mientras que su eterno enemigo (Magneto) sufre tanto que decide -como siempre- tirar con todo y unirse al malo de la película. A él le han hecho daño así que... a la porra la humanidad.

Entre medias, yo pensaba: "¿qué poder querría tener yo?, ¿qué poder querría tener yo?..."

Y el malo dice: durante mil vidas he robado los poderes de otros mutantes pero me falta el más importante, el control de la mente.

"Aaaaaaaaaaaaaaaaah!"

Claro, el malo quiere robar los poderes a Charles Xavier.
"El control de la mente".
Me acordé del Muso.
Allí, sentada, viendo la película, me acordé mucho del que me enseñaba budismo.

El control de la mente.... La verdad es que, si te paras a pensarlo, Charles podría controlar la mente de todos pero en realidad no usa sus poderes con nadie. "¿Me gusta ese poder?". Me llama más la atención Jane, que también es telépata, pero con tendencias mucho más autodestructivas. Si pudiera elegir, sería Jane.

A mitad de la película aquello era una lucha entre el bien y el mal, con un intento de convencer a Magneto de que el sufrimiento que ha sentido no es justificación para mandar a la porra a la Humanidad.
Mientras él, erre que erre, "en la guerra me hicieron mucho daño..." "cada vez que confío lo pierdo todo..."

Ay, pobre Magneto.

Acaba la película.
Ganan los buenos.

Qué bonito.
¡¡¡Qué bonito!!! Qué ética tiene ese personaje.
Apago la tele pensando en lo maravilloso del buen-rollismo de un buen profesor.
Me encanta Charles Xavier. Me encanta él, me encanta su ética. Hace falta mucha, mucha ética en el mundo.


Y decido ponerme a meditar.
Opto por las aplicaciones que he descubierto. Me siento, uso una. No. No me gusta. Salto a otra. Lo mismo. Otra, otra, otra más.
Ninguna.
Apago el móvil. Esto no funciona.
Mindfulness, yoga, podcast, música variada... nada funciona.


Regreso a la página que me mostró el que me enseñaba cosas y pongo una meditación que trata sobre la ... espera, ¿cómo era?... la bondad de los demás. Todo, durante las últimas horas, va sobre la empatía y la conexión.

Funciona.

Miro a mi yo interior. 

"¿Por que´?" "De los mil trillones de aplicaciones... eliges la página que te enseñó él"... La respuesta de mi mente es: porque sí. 

No un porque sí en plan "porque lo digo yo". No. No es así. Con esta "cosa" interior sin palabras lo que es, es porque es. No necesita convencer. No me estaba diciendo que el camino correcto era lo que él me enseñaba por una cosa o por otra. Simplemente, lo sentía. Negarlo es imposible. Es la experiencia directa de una prueba científica. 

Vale.

De acuerdo. Mil trillones de caminos y eliges este. O sea, éste es el mío. No lo considero una elección, lo considero más bien un descubrimiento. Pero aún así, me dije, "no puedes hablar con él. Te pones demasiado nerviosa".

Unas horas más tarde, la foto de un agujero negro en el interior de una galaxia provoca una apasionante discusión científica con seres cercanos.
Y sale el tema de la gravedad.

Aparece la teoría de Einstein. La absurda idea de que el espacio se curva. El debate sobre cómo funciona la ciencia teórica y el papel más relevante de la imaginación frente al conocimiento. Y la teoría que establece que la realidad es cuando interactúamos con ella.

- Budismo -digo.

- ¿Qué?

- Si me estás hablando de que los científicos creen que yo creo la materia cuando mi mente interactúa con ella, eso es budismo.

- Nelly, la ciencia dice cada cosa que te sorprendería.

Vuelvo a casa. Cojo una naranja, me subo a la cama, uso la colcha como ejemplo de Universo, empujo con fuerza la naranja (no la aplasto) hacia abajo y trato de imaginarme que ahí vivo yo, en un espacio que se curva.

¿Y qué puñetas es la realidad?
¿Y qué puñetas es la gravedad?
¿Cómo podemos saber tan poco?

¿Quién, qué, porqué se ha creado este Universo?

La materia se expande... ¿se crea a la vez que se expande todo? ¿Qué hay antes? ¿Qué vendrá después?

Al día siguiente, escribo al Muso. "Hola, holi" no me parece un comienzo muy adecuado.

Miro a mi yo interior (el mundo se desvanece) "Dime algo a lo que sí vaya a responder".

Sólo he hecho esto dos veces, la primera, cuando dejé a mi yo interior que le escribiera la dedicatoria de mi primer libro. "Tienes el don de ayudar a otros a descubrir el suyo..."

A mí no me preguntéis, jajaja, eso lo escribió "la cosa"... y acertó.

Esa "cosa sin palabras" me dice lo que debo poner. 

"¿Has tirado la toalla conmigo?"

El Muso contesta.

Y lo que dice es bastante juicioso.

Mientras vuelvo a casa, conduciendo sin preocupación, decido charlar un rato con mi "conciencia". Pero esta vez, recurro a mi ciudad imaginada. Lo convierto en cuento. Al otro lado del espejo. Llamo a mis personajes maravillosos.
Al cartero. Me planto delante de él, como Nelly, la Alcaldesa. Y le interrogo:
Brazos en jarras, mentón elevado. Que quede claro que en esta historia mando yo.
-  ¿Ya estás contento? -pregunto.
El pequeñajo no contesta.
- Habrá que elaborar un plan de estudio... -me digo-, algo para que puedas aprender sin que se te vaya la pinza y ... lo rompas todo. Como una especie de límite. Como un... él está allí y yo aquí, ¿lo entiendes?
Al personaje le da la risa. La idea de que trate de poner límites a esta persona que me enseña Dharma le hace mucha gracia. Se ríe una barbaridad.
- ¿Por qué puñetas tienes que estar bien con él?
- Pediste un maestro
- Sí, pedí un maestro.
- Te he dado dos.

Ya.
Eso también es verdad.
Uno de ellos sólo cree en la ciencia, el otro es espiritual.

- Tú no eres él -le digo al cartero-, eso lo sabes, ¿verdad?
- ¿Seguro?

A ver si el problema viene de ahí.

Sigamos las pistas. Aquí hay mezcladas varias cosas. La experta en psicología me dijo: "Él te da libertad para ser". Él y sólo él. Es el centro desde el que tú te mueves. (Eso lo dijo hace tiempo). O sea, como un refugio.
Vale.

Así que... ¿por eso todo lo que dice me parece correcto? Hace tiempo que me he dado cuenta de que es la única persona  la que le doy la confianza de mover mi círculo. Lo amplia, en realidad. Todo lo que dice es susceptible de ser probado, porque viene de él.

Todo lo demás, en general, es "no" y luego "bueno, ya veremos, pero... de lejos".

Por otro lado... él no soy yo. Así que cuando nuestras posiciones son alejadas... no soy capaz de clasificarlo como una persona externa. Me enfado y me cabreo mucho.

Esto es más complicado aún que la gravedad.

Y no lo voy a descubrir hoy.

Pero sí que estoy más tranquila.

De todos modos, mis seres cercanos, cuando me enfado dicen: "ah, pero eso no es nuevo". Llevas 9 años enfadándote y desenfadándote con él, sólo es otro giro más de la rueda, señalan... 

Si pudiera meter toda mi ignorancia, celos, apego, nervios, miedo, envidia, pánico e incertidumbres en un frasco y arrojarlas bien lejos... entonces... sí que aprendería.

Espero que mi "otra" maestra científica pueda al menos explicarme porqué recurro a él cuando estoy cansada. Muchos días, en la oficina, sólo con estar en su presencia se me pasaba el estrés (buscaba refugio en su espacio)=

Seguro, seguro, que puedo conseguir tener refugio en mi propio espacio para que así, el compartido, sea un lugar metafórico donde aprender. Y ni me sienta tan inestable, ni le culpe a él si veo cosas malas alrededor. Creo que ese es el objetivo de la nueva etapa.

Salu2!!!


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