Sobre las emociones negativas: diario de una aprendiz budista...


Parece mentira tener que esperar tantos años para aprender cosas que parecen tan sencillas.

Voy a señalar un punto recientemente anotado en mi manual de "instrucciones" sobre las emociones humanas. Aquí va la audaz afirmación:

"Nunca nos enfadamos con los demás, nos enfadamos realmente con nosotros mismos."

Bien, alguno dirá "Nelly se ha vuelto loca" ¡jajaja! "Si alguien me pisa un pie yo me enfado con esa persona, ¡y no conmigo mism@!"

Voy a exponer las razones que sostienen mi anterior afirmación y lo voy a ilustrar con ejemplos:

Imaginemos que un sujeto cualquiera llega a su plaza de parking asignada y se encuentra con que la ha ocupado un compañero al que no le corresponde. El primer día, este sujeto desconocido que nos sirve de protagonista en la investigación, se enfada. Se cabrea con el compañero, se enoja muchísmo, tanto, que se dedica a darle patadas a las paredes. Es un decir.

¿Qué ocurriría si yo le digo a este sujeto: "No te preocupes, aparca en el otro lado". Y en ese instante le cedo (por ejemplo) mi plaza de garaje. Trasladar esta situación a vuestro último enfado. El enojo desaparece. 

Por tanto si lo miramos más de cerca, ¿quién y con qué nos enfadamos, exactamente? ¿Quién se enfada? y ¿con quién?

Vamos a seguir con el ejemplo:

Este mismo sujeto desconocido (ahora feliz porque tiene plaza) aparca y sube en el ascensor. Allí se encuentra con un compañero que le dice: "¡Ese peinado te queda horrible!" y el sujeto, se enfada. Vale, ¿por qué está enfadado? Puede estar enfadado por dos cosas: una, porque se lo crea, con lo cuál no se enfada con el compañero sino con la parte de él que le indica que eso es mentira. Dos, puede enfadarse por no responder. 

Si os fijáis bien, sigue siendo un enfado "con uno mismo". 

Dicho de otra manera, las causas que provocan el enfado, sí, provienen de los demás, pero el enfado nunca es con ellos. Nos enfadamos con nosotros mismos. En mi caso, porque siento falta de opciones. No me enfado con un compañero porque me pise un pie, me enfado conmigo misma por no haberlo retirado a tiempo lo que (jajajaja!!!!)) llega a ser bastante estúpido porque te ves a ti misma diciendo: "Oye, ¿qué pasa? ¿No puedes prever el futuro y retirar el pie antes de que algo pase?" y te da la risa. 

En el preciso instante en el que el diálogo interior deja de ser: "mira lo que me ha hecho menganito..." ("Mira como se comprta tu hija! Mira como se comporta esta persona! Fíjate en lo que ha hecho aquel!") y pasa a ser: "¿por qué me esta enfadando verdaderamente esto que ocurre?" la cosa cambia. Tú nunca te enfadas por faltas de los demás. Las faltas de los demás las puedes mirar con condescendencia. Es como si ves a alguien que conduce mal, pues no me voy a enfadar, ¡bastante tiene si no sabe meter las marchas!. Ahora, si esa persona se cruza en mi camino y casi me saca de la vía, sí que me voy a enfadar, pero como reacción emocional necesaria que me advierte: "¡¡¡gira, que salimos de la vía!!!!" De nuevo me enfada mi falta de opciones. Me enfada la situación que se crea por muchos factores y que me lleva a mí a un contexto de peligro o de injusticia, en el que siento que no puedo actuar. 

¿Entendéis?

Es la falta de opciones lo que nos enfada. Y nos enfada muchísimo.

El otro día fui al registro de la propiedad intelectual a registrar una novela. No pude hacerlo, y me sorprendió el tono que estaba usando la funcionaria conmigo, se estaba enfadando ella. Algo en mi interior me dijo "¡córtala!", a lo que yo pregunté: "¿Cómo?", mientras ella seguía refunfuñando porque no estaban los impresos correctos. Yo a la par mantenía una conversación con mi conciencia interior, que como no sé dónde está y no usa palabras salvo casos muy necesarios, vamos a decir que mientras ella se enfadaba, yo hablaba con mi  "ombligo". (¡jajaj!)
Opté por lo primero que me vino a la mente dado que esa intuición interior reforzó el mensaje:
(esa intuición interior y mi maestro budista, hablan. ¡pero yo nunca me entero! Por lo menos sé que hablan el mismo idioma... lo que dicen ya, es un misterio)

Volvamos al registro. Haciendo un esfuerzo, dije:

- ¡Bueno, como he pedido un día en el trabajo para hacer esto...!

Touché
Le cambió la cara a la funcionaria. Le cambió la actitud.
Pasó al tono de disculpa.
En serio, fue algo... para mí, extraño.

Mientras todo esto ocurría, yo me daba cuenta de que acababa de usar un truco. Claro que pedí el día en el trabajo por el trámite, pero daba igual. Lo habría pedido igualmente.
Lo que no quería es que me gritaran. Bastante enojo podía tener yo por aquel obstáculo (aún no había surgido emoción negativa alguna). Si encima te tratan en plan borde... 

Al poner un pie en la calle, escribí unos cuantos mensajes de whatsapp. Tenía prevista la situación en la que no pudiera registrar la obra, y salí de allí con un alarde de gestos torpes de disculpa. 
Lo que sentí al pisar la acera fue desubicación.

Todo mi día exterior (fuera de casa) arrancaba con " y registré la novela en el registro..." Y avisé al ilustrador y ya la subimos a Amazon. Nada de eso iba a pasar. Mi perfecto plan, truncado.

Pero de nuevo, tuve una especie de diálogo interior extraño. Algo me advirtió de que estaba un poco "desubicada". Algo... a lo que yo previamente había respondido: "no, si estoy bien". Pero... me hizo notar... que tenía el pulso acelerado. Que la escena había sido cómica y hasta patética pero en vez de sentir torpeza, podía estar sintiendo enojo. Podía enfadarme. Y mucho.

Me paré unos instantes en un cruce de caminos y elegí uno que no tenía gente (desubicada + aceras llenas de viandantes = aumento del caos. Necesitaba soledad). A los pocos pasos comprendí que no tenía viandantes porque la acera discurría junto a un muro con andamios y obligaba a dar un rodeo aún mayor.

Me detuve.

Y entonces pensé en lo de las opciones.

(¡jajaj! acabo de caer. Podía seguir enojada lejos de la gente y dar un rodeo enorme para llegar a la zona de las tiendas que era mi siguiente parada. O podía volver)

Abrí Google.
La ley ampara una obra literaria por el mero hecho de hacerla. Teníamos correos, teníamos un contrato, e íbamos a tener ISBN. Consulté la ley, llamé al ilustrador y le dejé un mensaje: "No hace falta registrar. No es necesario volver al registro". Asunto resuelto.

Opciones.

A la luz de esto, y teniendo en cuenta que todo el día posterior resultó increíblemente maravilloso, lo que ahora mi intriga es por qué la funcionaria se enfadó cuando no presenté los papeles correctos.

Y sólo se me ocurre una respuesta. Ella no tenía cola en el registro, no había estrés, no tenía que salir a desayunar, ni yo di muestra alguna de enfado (quizá cara de boba contrariada si puse, pero no de enfado, de hecho, casi lo veía venir)... la única opción lógica es que ella se enfadó porque pensaba que me iba a enfadar yo. Es decir, ¡¡la buena mujer estaba preocupada!! ¡jajajaj! ¡Madre mía!

O eso o ... no le gusta atender al público, pero en ese caso no está trabajando en el lugar apropiado.

¿Y por qué cambió tanto cuando le dije: "es que he pedido el día..."?

Eso fue una genialidad. A lo mejor... ah!, no, espera, no estaba preocupada. Lo que tenía es poca paciencia. Sí, eso sí me cuadra más. Como teníamos que presentar 3 impresos y yo llevaba 2 firmados y otro vacío que resultó no valer para nada... ella que lo veía todo tan claro... arrancó con poca paciencia. Y fue elevando el tono... hasta que mi frase le devolvió un poco al momento presente.

O sea que hay otra enseñanza adicional. 

uff! ¡pero esa se la tengo que preguntar al Muso!!!! 

¡Madre mía! ¡Interactuar con las personas es muy difícil! 

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