Regalos


Este es el año que más veces he celebrado mi cumpleaños. Pero en vez de pedir un regalo material, quise visitar una playa con fama de ser muy hermosa. Y cuando mis seres queridos me preguntaron qué otra cosa más me hacia ilusión procuré responder con algo práctico:

- Una colonia.

Tres fueron los hechos que me llevaron a cambiar el concepto de regalo o a prestar menos atención a los materiales. El primero de ellos: la muerte de mis abuelos. Al ver como sus cosas se desacumulaban de unos muebles y escenarios tan familiares sentí que el mundo cambiaba. ¿Qué sentido tenía acumular si no te quedas con nada? La eternidad no tiene cojines, ni vajillas, ni ropa... Eso me dio qué pensar. Al final... lo que tienes se lo quedan otros. El truco está, pues, en disfrutarlo. Y en tener a quién dejárselo.

El segundo suceso tuvo lugar años atrás, durante una excursión a la isla de La Gomera. Nuestro guía era un hombre rubio, de unos cuarenta años, de pelo rizado, absolutamente histriónico. Dijo que como viera un sólo teléfono móvil durante la excursión lo lanzaba por el precipicio. (¡Jajaja) Constantemente gritaba: "Breathe La gomera, see la Gomera... Vivan La Gomera, respiren, estén en el momento presente". Y luego añadió: "No se la pueden llevar". Hasta la fecha, esos souvenirs que representan una ciudad metida dentro de un frasco eran mis favoritos. Incluso, los colecciono. De hecho, hay un cuento "La Venecia de Castellao", con el que gané un concurso (nadie se creyó que nunca había estado en Venecia. Fui años después de escribirlo) que justamente enaltece ese invento. Yo siempre me llevaba cosas. Tenía como un ansia dentro por llevarme toda la maravillosidad que veía. Escribir es parecido, quieres transmitir todo lo que te mueve. Pero claro, ese guía me hizo comprender por qué al llegar a casa todo parecían trastos inútiles.

- No te puedes llevar las cosas. La gente no mira más que su móvil -me dijo el guía. Me invitó a desayunar con él y con el conductor del autobús-. Se pierden todo. Solo van a hacerse la foto y luego no saben ni dónde han estado. Hay que respirar, hay que sentir lo que ves. Porque eso es lo que te llevas realmente.

Ese fue el segundo hecho.

El tercero tuvo lugar cuando le pregunté a cierta persona... qué le gustaría que le trajera de Japón. Y me contestó:

"¡Pero si lo que quiero es librarme de todo!"

Esto fue hace unos meses. Y fue casualidad, pero me impactó mucho esa frase aunque él no lo sabe. No es que quisiera librarme de todo, es que en esos momentos me preguntaba qué era superfluo. ¿Qué necesito realmente? ¿Qué no?

Si hubiera estado un poco más espabilada en ese momento, me habría dado cuenta de que su respuesta era más bien... lo que sentía yo en ese instante. A fin de cuentas, en Japón también aprendí mucho. Sobre todo, jajajaja, que hay belleza en todas partes. Pero ese es otro tema.

Con belleza me refiero a que era igual de hermoso Japón como la cafetería de debajo de mi casa. La verdad es que Tokyo impresiona más, pero ser-ser-lo que se dice ser- era lo mismo. Era yo.

No sé, volví muy contenta con esta enseñanza.

Resumiendo, que cuando vi aquella caja envuelta sobre la mesa, junto a mi tarta de cumpleaños, pensé en la solicitada colonia. Pero cuando abrí la caja me quedé muy sorprendida.

- Pero... pero... ¿pero cómo sabías...?

- Fácil -respondió mi hermano mayor-. Puse en Google: "Qué le puedes regalar a un gafa-pasta"

Nos echamos a reír todos.

- ¡Eh! -protesté-. Yo no soy un gafa-pasta... puede... puede que tenga un taller de literatura mañana pero eso no implica...

- ¿¿Nooo?? -respondió mi hermano-. ¿No escuchas jazz suave mientras te preguntas por el origen de la vida?

jajajaja!! Pfffff!! Eso no es verdad. Bueno, puede que un poco sí.

Me crucé de brazos.

El asunto del regalo es que ha acertado de una manera sospechosamente milagrosa. Hace unos años un amigo fotógrafo me enseñó un pequeño objetivo macro para su teléfono móvil. Pasamos la tarde probándolo pero cuando me dijo que "sólo se podía comprar por internet" yo me dije a mi misma: "olvídalo, no lo tendré nunca". Porque yo no compro por Internet. No me llevo muy bien con la tecnología. No la uso demasiado.

La caja contenía seis objetivos para móvil. Macro, Tele, Caleidoscopio... Me quedé mirándola muy sorprendida porque... nadie sabía lo de mi amigo. Yo no se lo conté a nadie. Y claro que es algo que quería tener pero había renunciado a ello el mismo día que supe de su existencia. Y mira tú por dónde...

Así que ahora le hago fotos a todo.

Mi familia dice que cuando me regalaron mi primer reloj todo empezó a ser cuantificado al segundo. Mi hermano había llegado dos minutos cuarenta segundos tarde, el tren de las diez había pasado a las diez y ocho. ¡Jajaja! Yo creo que me confunden con el libro aquel de Los Recreos del Pequeño Nicolás (tiene un capítulo muy gracioso). Pero bueno, sea así o no, lo cierto es que ahora le hago fotos a todo. Porque las fotos en realidad son como pequeñas historias. "Esto va a ser cómo cuando le regalamos el reloj" oí decir mientras fotografiaba un trébol, una hormiga, el agua y el sol.

Si sacas una foto a tu piel, con macro, vas a ver que la huella de la dermis parece un desierto y el vello del brazo es como un árbol para la diminuta hormiga que camina en ese momento sobre ti. Es asombroso.

Pero ahora me tengo que ir o no llegaré a mi taller de gafa-pastas, literatos, jajajaja!!

Me pregunto si la etiqueta de intelectual me es aplicable. Yo creo que no, jajaja, pero bueno.
¿Os imagináis? Soy Nelly: intelectual. Fotógrafa, pintora, escritora... (muy loca) cinéfila..nah! no me pega. Para ser intelectual hay que saber mucho. Lo vamos a dejar en "curiosa".

Eso sí,
Saludos !!!!

4 comentarios:

Aelo dijo...

Mi esposa diría que eres "eterna aprendiz y maestra del arte de vivir".
Un abrazo

Nelly dijo...

Ay!! Qué bonito, Aelo. ☺️ Me gusta aprender de las personas que saben más, que son muchas y además enseñan y comparten.

Aelo dijo...

Es la idea de saber ¿qué sacaríamos los humanos si no compartiésemos lo que sabemos?

Te espero en La torre de la arpía

Nelly dijo...

Pues sí!! tienes toda la razón.

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