Aprendiendo a manejar el enfado.

Hoy me ha pasado algo curioso. Me hallaba en un momento de estrés cuando recibí otro estímulo estresante adicional y contesté con demasiada amabilidad pero notando que en mi interior se desataba una tormenta. No era un gran diluvio sino más bien un frente nuboso con ecos de aparato eléctrico que amenazaba eclipsar el día.





Lo interesante en el asunto es que en lugar de contestar a mi "yo interior" algo así como: "cállate, haz las cosas y sé amable", me detuve unos instantes -apenas unas centésimas de segundo- en reconocer la emoción. No es algo que ocurra todos los días. Y entonces me sorprendí al notar que esa emoción es un lenguaje. Como un abecedario sin palabras. Es un "yo-interior" incomprendido e ignorado. La tormenta me incomodaba pero no era algo a censurar, sino un simple aviso.

Y me dije a mí misma, mentalmente:  "No te enfades. Si te enfadas vas a responder mal. Y eso ni te va a ayudar a ti, ni le va a ayudar al otro".

Por toda respuesta ese "yo interior" volvió a reforzar su posición y presencia con la misma emoción, dando a entender que su sola existencia era ya prueba, o indicio de algo. 

“¿De qué te sirve enfadarte?” pensé. "De nada"

En este punto del intercambio, la emoción seguía ahí pero una parte de mi cerebro preguntó indicaciones. Es decir, la auscultación de mi parte emocional me dejaba un mensaje parecido a: "ah, bueno, vale, ok, estamos enfadad@s, de acuerdo, ¿piensas hacer algo o solo vas a aplastar la emoción hacia abajo como siempre?".

"Interesante" me dije mentalmente. La intensidad del enfado había disminuido y una parte de mi cerebro me preguntaba expectante por el camino a seguir. Miré a mi alrededor, miré el asunto que tenía entre manos y cuya salida no encontraba y tras pensar que un cerebro estresado no es creativo, anuncié:

- Me voy al descanso.

Y al pedir el café tuve una revelación. 

Es un diálogo. Todo lo que pasa, lo que filtramos, lo que percibimos, es en realidad un diálogo con nosotros mismos. Me vino a la mente la frase que escuché hace tiempo, puede que muchas veces, que dice que cuando nos enfadamos no nos enfadamos con los demás, sino con nosotros mismos. Y mientras le daba vueltas al café pensé en una sucesión de situaciones que puse a prueba a ver si era cierta y aplicable esa frase. Y resulta que lo era. 

No en todas las situaciones (siempre puede darse el caso de que te pongan en peligro, lo que puede causar gran enfado, y aún incluso en este caso el enfado es por nuestra capacidad o incapacidad de reacción). Pero vamos a ver algo más sencillo. Doy los buenos días a alguien y no responde. Eso suele molestar a casi todo el mundo. Bien, veamos:

"fíjate, no me ha saludado, siempre me pasa a mí, tendrá morro... cómo se atreve?"

Este tipo de ideas son las que nos asaltan la cabeza y la emoción de enojo aumenta. Pero, ¿qué me estoy diciendo en realidad? Estoy diciéndole a mi yo interior: "es por tu culpa". Con lo que el enfado aumenta. O puede que esté diciéndole a mi yo interior: "¡haz algo para que cambie la situación!" y eso además genera frustración.

¿Qué ocurre si yo cambio el diálogo? Y si le digo:

"Vaya... ya está otra vez comportándose de modo descortés. Qué pena, debe de tener una vida muy triste para no poder dar ni los buenos días, ¿verdad?"

Si yo le digo esto a mi yo interior... seguro que se siente más liberado. Se calma.

O puedo no decirle nada. Cuando empecé a conducir mi coche no me enfadaba con nadie. No tenía tiempo. No me importaban los demás, sólo pensaba en no meter la pata yo. Y si alguien hacía lo indebido y me molestaba, no me decía a mi misma: "¡será idiota ese!", sino que decía: "Cuidado, ojo, obstáculo imprevisto" y no me enfadé ni una vez. Cuando logré cierta soltura, me vino una fase en la que iba enfadada con todo el mundo: "ése lo hace mal, ese lo hace fatal, a ese ya le vale..." jajajaja!!

¿Qué ha cambiado? Mi diálogo interior.

Entonces, hay que ver en qué situaciones ¿compensa? el enojo y en cuales aplacarlo nos llevará a encontrar la solución más fácilmente. En general, si le das una perspectiva egoísta a la situación que te enfada, creo que disminuye el estrés. En vez de poner el foco en los demás, hay que darle la vuelta y preguntarse: "¿Qué puedo hacer yo?". Me enfada que suena el despertador muy temprano. Vale, ¿qué puedo hacer yo? ¿Puedo decidir echarme una siesta luego? ¿Puedo cambiar el sonido? ¿Qué puedo hacer? En lugar de enfadarte por sentir enojo, si a esa emoción le dices: "ah, vale, sí, genial, hay algo que molesta, vamos a ver qué opciones tenemos de cambio" y entonces ¡zum! se esfuma el cabreo.

Eso pienso, pero sólo es una opinión.
Alguien me dijo una vez que el enfado es una reacción normal del ser humano ante algo que considera injusto.Sólo es eso. No es algo terrible, ni algo que vaya a desaparecer, ni algo censurable. Pero, ¡caray! vivimos tan rápido que generalmente no te paras a hablar con tu "yo interior". Como mucho lo miramos con desdén y desaprobación o ni lo miramos. Sin embargo, si en vez de ser severos con las emociones intentamos entenderlas... creo que la vida resulta menos tormentosa.

Salu2!! 

2 comentarios:

José Cruz dijo...

Hace poco me dijo alguien que las emociones nunca deben ignorarse. Deben aceptarse y luego dialogar con ellas porque si existen es porque tienen que contarnos algo. Una vez aceptadas hay que ver si tienen razón o no porque puede que sean irracionales. Durante todo ese proceso la emoción disminuirá o se hará controlable. Recordemos que la ira, por ejemplo, propició grandes cambios sociales para los trabajadores hace cien años. No te niegues estar triste, siéntelo y luego pregúntate por qué.

Nelly dijo...

Qué difícil es dialogar con las emociones a veces, José...
Ainsss... =)
Gracias por participar y aportar.

Publicar un comentario

 

 

 

Creative Commons License
contador de visitas para blogger por paises