Cuentos del niño mensajero: la corriente

(Basado en hechos reales)


La Alcaldesa de la Ciudad Imaginada se despertó y descubrió sorprendida que todo en su cuarto estaba revuelto. Y es que había lanzado cojines, un libro de cuentos Zen y otro de literatura inglesa fuera de su cama. Más que un dormitorio, parecía un campo de batalla. Los pies estaban donde no tenían que estar, la cabeza en el lado opuesto. "¿Pero qué ha pasado aquí?" Y como recordaba el sueño se sentó como un indio y apoyó el mentón en una mano. Había leído a propósito historias bonitas antes de irse a dormir porque pensó que seguro que así soñaba con lo que quería. Y en vez de eso.... la habitación era un cáos. Llamaron a la puerta. 
Nelly fue a abrir. 
Era el cartero. Como siempre, el niño exhibía un humor impecable. Como si estuviera estrenando algo, en este caso, la primavera.

- Buenos días -saludó Nelly.

El cartero entró y se sentó sobre el escritorio de la casa consistorial. 

- Buenos son.

- Mira qué desastre -dijo Nelly señalando el cuarto-. Esto no debería haber pasado así. Se suponía que si sé cómo funciona mi cerebro podía elegir los sueños. ¡Leí historias bonitas justo antes de dormir!

El niño no estaba muy por la labor de hablar, permaneció callado. Al cabo de unos instantes y porque le había llamado para eso, dijo:

¿Qué salía en el sueño?

- Una corriente. Un río y un pantano. Y la gente se dejaba llevar por la corriente por diversión.

- ¿Seguro?

- ¡Pues sí! Para eso íbamos allí de excursión. Era divertido, ¿no? La corriente era fuerte y ¡¡Zium!! salían disparados. Como un tobogán.

- ¿Y por qué no acabáis allí?

- Porque empeora el tiempo. Y cuando el tiempo empeora o es inestable... eso de dejarse llevar por la corriente puede ser peligroso.

- ¡Ah! - repuso el niño.

Nelly frunció el ceño. Había leído cuentos antes de irse a dormir, ¡cuentos! Se suponía que tenía que haber soñado con eso. Con flores.

- ¿Qué más salía en el sueño?

- Un momento de impaciencia.

El niño no contestó. Nelly empezó a entender el significado. 

- Esto no es justo -dijo-. ¿De verdad tienes que ser tan específico?

El cartero arqueó las cejas. Estas se escondieron bajo el pelo rizado que adornaba su frente.

- ¿Yo? Dirás el sueño...

- Y me equivocaba de autobús. Al final...

- No sabías si tenías que estar o no estar, si ibas o no ibas... dónde estaban los demás y qué hacías allí. ¿Y todo por qué?

Nelly miró al suelo. Vaya si era clarito el sueño de marras.

- Por intentar abarcar más de lo que me corresponde.

- ¡¡Correcto!!

- Esto no es justo -dijo Nelly. 

- La impaciencia, la fuerza de la corriente y lo que pasa cuando empeora el tiempo. O, simplemente, las cosas a tu alrededor cambian. La clave del sueño era lo que tomaste por menor importancia.

Nelly se sentó en el suelo. Pensativa. Menuda lección.

Se rascó la cabeza. ¿De dónde vendría semejante mensaje tan elaborado para ayudarla? Miró al cartero.

- Esto, claro, es una "interpretación". (Ayer había surgido esa palabra) Y las interpretaciones son peligrosas porque pueden no ser acertadas.

- Todas las interpretaciones lo son.

"¿peligrosas o acertadas?", pensó Nelly.

- ¿Y qué opinas de lo que dijo el Muso ayer sobre "interpretar" ese texto que tantas veces hemos discutido?

El cartero sonrió... Salió al exterior y la alcaldesa siguió sus pasos. Hacía un día precioso. Ella estiró las manos por encima de su cabeza mientras el otro respiraba profundamente en un gesto algo exagerado.

 - ¿Opinas que hay que "interpretar" las cosas? Como los sueños... o ese texto. 

- Opino que, por fin, un poco de ayuda....

Y echó a andar. Sin terminar la frase.
Dejando a Nelly algo confundida.

FIN.

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