El monje budista y la ciudad de los cuentos

Llegó caminando sin hacer ruido, ni levantar polvo, una mañana de otoño en la que el sol arrancaba reflejos brillantes a su cabeza afeitada. Era un monje budista de las lejanas tierras de "Yaloséyo". Un país muy, muy lejano, donde la gente era muy sabia.

El monje entró en una vieja escuela, se sentó y aguardó a que fuera llegando la gente. Al principio unos cuantos vecinos tímidos que se sentaron aquí y allá. Finalmente, llegó la alcaldesa. 

- ¿Qué tiene que darse para que surja una margarita? -habló de repente el monje.

- ¡¡Ah, esa me la sé, esa me la sé!! -Memphis, la científica de la ciudad, sentada a la derecha y detrás de Nelly en el aula, levantó la mano y apuntó al techo con gesto exultante-. ¡Me la sé! ¡Una semilla!

- Una semilla -repitió el profesor. Y añadió-: Una semilla de margarita.

Nelly no contestó, siguió mirando, muy atenta.

- Pero, ¿qué más tiene que darse? -preguntó el profesor.

"Tierra, agua, condiciones favorables" pensó la alcaldesa.

- Bien, seguro que ya lo sabéis. La causa substancial de algo es ...digamos la semilla. Y la causa cooperativa son las condiciones.

El cartero de la ciudad escribió en su libreta: semilla y entorno.

Nelly se giró hacia él. Estaba sentado a la derecha y muy al fondo de la sala. Sintió su presencia muda y luego se volvió de nuevo hacia el monje.

- ¿Qué pasa si tienes la semilla y el entorno no es el adecuado? ¿Podrías escribir un cuento con eso?

No pronunció esas palabras en voz alta pero sabía que el cartero las había escuchado. A veces, el niño que repartía los mensajes por la ciudad tenía habilidades asombrosas, como leer la mente. Muy especialmente la mente de la alcaldesa. 

- Corazón -le contestó.

- ¿Corazón? .... ¿Corazón y qué? ¿Un corazón sin un entorno adecuado? 

El niño mensajero se levantó, se acercó a Nelly y le dijo:

- ¿No te parece similar a otro cuento sobre la tierra y la semilla? ¿Uno en el que la semilla cae en tierra buena y crece, y otras semillas caen donde no pueden crecer?

Nelly volvió alternativamente la cabeza para a mirarle a él y al profesor. Sí, sí que le sonaba esa historia.

El monje siguió hablando de las conciencias sutiles y de repente dijo una frase que a Nelly le encantó: "Todos los fenómenos compuestos son impermanentes".

Al oír aquellas palabras la alcaldesa se giró hacia Memphis. Ella era la científica de la ciudad. "Fenómenos compuestos" sonaba mucho a  ciencia... Pero al comprender el significado le invadió el pánico: "¡¡Oh, cielos, todo va a desaparecer!!". Nelly se abrazó al pupitre como si fuera a salir volando. Y se dio cuenta entonces de que las preocupaciones del día, muy ligeras, eran absolutamente absurdas. Apenas una millonésima de segundo en un Universo muy, muy, muy viejo.

- Todo va a desaparecer...

- Todo no -contestó el niño.

- ¿Como que "todo no"? -preguntó al cartero-. Acaba de decir que desaparece... que todos desaparecen. Todo lo compuesto. ¿Estás pensando en ondas o cosas así? ¿Te refieres a la energía que no es un compuesto y que no desparece? -intrigada, se rascó la barbilla y añadió algo más:- ¿quieres decir que las fuerzas que dieron origen al Universo no desaparecen? ¿La gravedad?

A pesar de lo mucho que insistió Nelly, el cartero no desveló qué misterio del universo era permenente. Sólo dijo: "lo que permanece no es de nadie". Lo que tampoco aclaró sus dudas. Algo eterno, algo sin dueño...

Así que la alcaldesa publicó un bando al día siguiente.


CONTINUARÁ...









8 comentarios:

Manuel Delgado dijo...

Algo inmutable y eterno... el cambio, la mutación. Solo que en la tradición budista el cambio es circular, aunque más que circular como una cicloide, pasa y no pasa por el mismo lugar. Todo se parece, pero no es lo mismo. Un eterno retorno sin rumbo, vagar, fluir... Samsara.

Nelly dijo...

¿Sabéis que hay una teorìa que dice que el Universo tiene forma de donut?

Manuel Delgado dijo...

Creo que algo había leído. Algunos investigadores han propuest geometrías de doble curvatura, aunque uno de los puntos débiles de un universo toroidal es que su explicación de la expansión Doppler es demasiado compleja. Para solventar ese aspecto algunos teóricos han propuesto una geometría abierta, también con doble curvatura pero más parecida a una silla de montar. Pero claro, haciendo así el modelo es de Universo infinito, justo lo contrario del modelo toroidal. La cosmología es una ciencia fascinante aunque en ocasiones ¡parece magia!

José Cruz dijo...

Ni siquiera las piedras son eternas. Nada es para siempre, ni lo bueno ni lo malo, lo cual, paradojicamente, es bueno. Lo malo pasará y lo bueno... ¿quién quiere ser feliz para siempre? (qué aburrido sería todo).

Y aquí dejo yo una pregunta: ¿el ahora es eterno? piénsalo... siempre es ahora. Ahora mismo es ahora, dentro de un rato te lo preguntarás y la respuesta será la misma, por lo tanto el ahora es para siempre.

Lo que hace la falta de sueño.

Nelly dijo...

Cuánto sabes!!!
Pero vamos a ver...si es un donut qué tiene dentro, en el agujero...y si es una silla de montar...¿qué hay debajo?

Nelly dijo...

Cuánto sabes!!!
Pero vamos a ver...si es un donut qué tiene dentro, en el agujero...y si es una silla de montar...¿qué hay debajo?

Nelly dijo...

¡¡El ahora es para siempre!!...pero si dejo de estar, ¿habrá un ahora también??
Claro, el ahora de alguien...siempre es ahora para alguien...cielos.
Qué lindo, José.

Manuel Delgado dijo...

"La reflexión sobre el ahora no implica renuncia al futuro ni olvido del pasado: el presente es el sitio de encuentro de los tres tiempos. Tampoco puede confundirse con un fácil hedonismo. El árbol del placer no crece en el pasado o en el futuro sino en el ahora mismo. También la muerte es un fruto del presente. No podemos rechazarla: es parte de la vida. Vivir bien exige morir bien. Tenemos que aprender a mirar de frente a la muerte. Alternativamente luminoso y sombrío, el presente es una esfera donde se unen las dos mitades, la acción y la contemplación. Así como hemos tenido filosofías del pasado y del futuro, de la eternidad y de la nada, mañana tendremos una filosofía del presente. La experiencia poética puede ser una de sus bases. ¿Qué sabemos del presente? Nada o casi nada. Pero los poetas saben algo: el presente es el manantial de las presencias.

En mi peregrinación en busca de la modernidad me perdí y me encontré muchas veces. Volví a mi origen y descubrí que la modernidad no está afuera sino adentro de nosotros. Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer. Habla en náhuatl, traza ideogramas chinos del siglo IX y aparece en la pantalla de televisión. Presente intacto, recién desenterrado, que se sacude el polvo de siglos, sonríe y, de pronto, se echa a volar y desaparece por la ventana. Simultaneidad de tiempos y de presencias: la modernidad rompe con el pasado inmediato sólo para rescatar al pasado milenario y convertir a una figurilla de fertilidad del neolítico en nuestra contemporánea. Perseguimos a la modernidad en sus incesantes metamorfosis y nunca logramos asirla. Se escapa siempre: cada encuentro es una fuga. La abrazamos y al punto se disipa: sólo era un poco de aire. Es el instante, ese pájaro que está en todas partes y en ninguna. Queremos asirlo vivo pero abre las alas y se desvanece, vuelto un puñado de sílabas. Nos quedamos con las manos vacías. Entonces las puertas de la percepción se entreabren y aparece el otro tiempo, el verdadero, el que buscábamos sin saberlo: el presente, la presencia." (Octavio Paz, fragmento de "La búsqueda del presente")

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