La librería

Ayer fui a una librería gigantesca a elegir un regalo para uno de mis amigos.
Hacía mucho que no iba, así que me levanté a una hora prudente y puse rumbo al centro de la ciudad. Mucha gente dice que el centro del lugar en el que vivo es el distrito financiero que está más al norte. Para mí el centro es una plaza llamada "Puerta del Sol", porque muchos comenzamos a conocer otros sitios partiendo de ese punto. Y porque además, alguien de un modo curioso decidió poner el kilómetro cero de todas las carreteras de España bajo el reloj de la plaza.

Me produce una gran alegría conectar los lugares que descubro y reconozco que muchísimas zonas de Madrid son desconocidas aún. No siempre he vivido aquí. Cuando doy con una calle que me lleva a un sitio que ya conozco, pero que no sabía que estaba ahí al lado, me siento alegre. Cuando era universitaria volvía andando desde el Campus (Ciudad Universitaria) hasta cerca de Legazpi, lo que suponía un paseo de casi hora y media, pero me encanta caminar. Aunque reconozco que me pasan cosas raras con ciertas ubicaciones. Por ejemplo: conozco de sobra la Las Vistillas y el Acueducto junto a la catedral pero aunque La Latina está al lado... no consigo llegar desde allí.

Otro tanto ocurre con el Barrio de las Letras. No es que haya estado mil veces, es que he debido estar dos mil. Y la dichosa Plaza Santa Ana baila. Os lo aseguro, se mueve de sitio. Cada vez que me pierdo en Huertas (y me pierdo cada vez que voy), termino en Neptuno. ¿Por qué motivo voy hacia el Norte- Noroeste (sol) y acabo en Neptuno (jajaja!!) es algo que se me escapa. Porque si decido ir al Sur-Sureste, acabo en Neptuno también. Una vez, hace más de quince años, dije a mis amig@s: "¡¡yo os llevo, es por aquí!!" Y, por supuesto, no terminamos en Cibeles (de allí salen los búhos nocturnos), sino en la plaza de Neptuno. No importa. He aprendido a llegar a todas partes, saliendo de Neptuno. 

Curiosamente, el Retiro lo aprendí en seguida y sé volver andando al Noroeste, que es donde vivo ahora, pero sin embargo soy incapaz de aprender el camino hasta Avenida de América. Pasado el Río, la pradera de San Isidro también es un lugar remoto. Y el Norte, ¿a quién le puede interesar? ¡Es tan rectilíneo!. Yo del distrito financiero sé muy poco. Salvo la ruta de un autobús que sale de allí y me lleva hasta un lugar que sí conozco.

Pero volviendo a la librería, al entrar, me sorprendió que habían cambiado muchas cosas.

wikipedia (fuente)

Subí a la primera planta y husmeé el aire como un ciervo moteado (jajaja! me encanta esa tontería de frase). No encontré las películas. "¿Pero qué pasa aquí? ¿Cómo se atreven a cambiarlo sin mi permiso?" Sí, no me gusta no saber dónde estoy. Pero la lógica me decía que libros y pelís iba a encontrar así que seguí subiendo.

Justo antes de tomar la escalera me topé con un joven muy alto, algo más mayor que yo, con camisa, vaqueros y gafas. "Vaya" pensé. 
Algunas veces siento que si pienso muy alto los demás pueden oírme. Palabra. Salvo con el Muso. El Muso me oye antes de que piense, jajaja!! Lo cuál es peor. A veces me asusto y me digo a mí misma: "no pienses!!! que nos ve!!!". A veces no lo soporto y me voy de su lado porque tengo miedo. Luego me digo a mi misma que es absurdo y la telepatía no existe. O no debería existir. 

El chico parecía tremendamente interesante y pensé algo bonito sobre él. Y se giró. ¿¿Lo veis?? Yo miré para otro lado. "La, lara, lara..." pensé. Pero, ¿qué podía saber él de mis pensamientos? Entonces decidí hacer una prueba científica. Él se puso en la escalera de medio lado. Y yo miraba para todas partes menos para arriba. Y entonces me dije "vamos a ver si realmente lo que yo piense influye en los demás".  Y muy decidida, y con energía, pensé: "Me pareces una persona muy intelectual e interesante". ¿Sabéis que pasó? El chico se movió para mirarme (¡como si me hubiera oído) y entonces se le cayeron las gafas y  casi se cae él. Jajajaja!! fue muy cómico. Se llevó un susto... como los sustos que me llevo yo. Jajaja!!

Justo en la planta número dos una pareja subió a la escalera nada más hacerlo yo. La situación con ellos fue totalmente diferente. Tuve que quedarme quieta para evitar que me pisaran porque, por algún motivo incomprensible para mí, ocuparon mi espacio. Me pareció también un buen momento para investigar el asunto. No comprendo la gente que avasalla a los demás, especialmente en términos de espacio físico. Todos tenemos una "burbuja" de aire vital alrededor. Y hay gente que la invade. ¿Por qué? 
El chico se paró en la escalera, pero no dejó el debido peldaño de separación entre él y yo. Pero peor fue la chica. La chica que tiraba de él.. se subió en mi peldaño. ¿¿Por qué?? Son de esos momentos en que no entiendo a la Humanidad. Yo sé que la tensión es algo que se nota a nivel inconsciente. Pero había cinco peldaños libres por debajo y otros siete por arriba. Desde luego, yo no me iba a mover. Era absurdo. Ya estaba subida cuando ellos llegaron. Y ocurría otra cosa, por más vueltas que le daba: era imposible que la pareja estuviera cómoda en esa posición. De hecho, la chica que ocupaba mi peldaño tenía que girarse o retorcerle la mano al chico para poder hablar con él. Yo pensaba: "si quieres subir, sube. Si quieres bajar, baja, pero ¿se puede saber qué haces retorciéndole la mano a tu novio porque te has empeñado en ir en mi escalón de la escalera?" Él chico iba incómodo. Y ella, no sé hasta que punto, no parecía darse cuenta.

Ese tramo de escalera lo subí cabreada. No sabéis hasta que punto. Y al llegar arriba como los llevaba pegados como lapas decidí probar otra cosa. "Ya verás como siguen pegados"... pensé, mientras caminaba con ellos detrás. De pronto, me paré y me desvié hacia un estante de libros, con un movimiento deliberadamente brusco por lo imprevisto que resultó. En realidad no me interesaban pero necesitaba comprobar una cosa. ¿Sabéis qué ocurrió? Ellos cambiaron de rumbo también. Se separaron. Por un momento ella tiraba hacia donde estaba yo y el chico hacia otro lado. "Caramba. Qué pesaditos estamos" pensé. Se reagruparon y yo aproveché para salir por patas hacia el siguiente piso. 

En esto que acababa de ocurrir no había mala intención por su parte. Lo veo mucho en los supermercados. Es como que la gente "se vuelve zombie". Y yo también. Si te paras junto a un estante atraes a los demás. Si vas caminando detrás de otro comprador y este hace algo, ese movimiento nos afecta. De hecho lo he comprobado en el super, creo que hasta lo que compras tiene que ver con los movimientos de los otros. Fijaos bien. No porque compres lo que ellos compran, sino porque su movimiento afecta al tuyo. Y el escenario define a los personajes, por tanto, donde estés influye en la decisión que tomas. 

Volviendo a la librería. Llegué a la última planta, buscando un libro que regalar a mi amigo. Pronto descubrí cientos de juegos apilados en librerías continuas. Lo que me recordó poderosamente a la habitación de juegos de mesa (que muchas veces comparaba con una ludoteca) del cumpleañero.

Opté por abandonar los libros y dirigirme hacia allí. Pero no era tarea fácil. Elegir uno cuando me consta que él tenía al menos doscientos juegos en casa era arriesgarse a regalar algo que ya tuviera. Y luego, además, para alguien que sabe muy poco de la materia, las probabilidades de acertar se volvían remotas. Estuve a punto de recurrir al famoso "elige tú", que le digo a veces a... esa misteriosa parte de mi cerebro que lo mismo ayuda lo mismo está callada.

Pero había interferencias.

Las interferencias eran los gustos personales míos. Al final opté por dos juegos. Uno que elegí con la lógica (y por ser contrario a mi gusto, lo que supuse le haría gracia a él y podría ser un acierto para el suyo). El otro juego lo encontré por casualidad. Me llamó mucho la atención porque era de preguntas cronológicas de inventos. Su nombre en inglés también me sonaba. Pero sobre todo, fue por el contenido.

"¡¡¡Ah!! ¡¡Me encanta!!"
La de cosas que se podían aprender. La de risas que se podían echar con él. Visualicé la imagen, todos jugando con ese juego, emocionados... Tenía que ver con el tiempo. La Historia Humana.
¡¡Esto es muy divertido!!
((.... para ser aún más sabelotodo...))
JAJAJAJ!!!

Elegí esos dos.
Luego volví paseando, deteniéndome brevemente en los estantes de novedades literarias. "¿Qué habrá que hacer para estar aquí?", pensé acariciando las portadas y acordándome del Muso. No sé porqué me acordé de él. A fin de cuentas, yo tengo dos libros a la venta en esa librería (en la planta de juvenil/ infantil). A lo mejor me acordé de él porque me recomendó libros que yo no habría comprado. Nunca compro porque no sé qué comprar. En temas de libros hace años que no leo nada, salvo lo que él me recomienda. O dicho de otro modo: todo lo que elijo yo o me aburre o lo abandono; lo que me regalan es "entretenido" y curiosamente, lo que me recomienda él abre horizontes. En serio. Salvo "Las Lunas de Júpiter" (para que veáis que soy sincera, no me lo invento), salvo ese libro que abandoné, y el primero que era Crimen y Castigo y casi lo lanzo por una ventana porque "mata a la señora mayor", todo lo demás, siete años de recomendaciones han sido libros de los que ... uaho!!! los lees y eres diferente. ¿Cómo lo hace?
Bah, acierta por casualidad, seguro...

Antes de irme llegué a los estantes de libros de filosofía y religión. Y de repente, de un modo aún más... extraño, me acordé de una frase que había dicho en voz alta y poderosa esa semana:

"Todo llega".

Mi cerebro siempre hace lo mismo. Me lanza escenas y frases... tres días después de que sucedan las cosas. "Todo llega" había dicho el muso. Me acerqué a la librería de religión y de budismo. Todo llega... ¿a qué se estaría refiriendo? Yo estaba tan triste cuando lo dijo. ¡Uy, mira, Las Montañas de Buda! ¡Ese lo tengo! (y lo elegí yo!) Es muy bueno. En serio, os lo recomiendo, es casi una aventura histórica. Te habla de la vida del Dalai Lama y de dos monjas que atraviesan montañas, está muy bien.

Me agaché para leer más títulos: "este le tengo, este también... ¿y esto?" Saqué de la librería "El Yoga de los sueños". Teniendo en cuenta mis sueños pensé que igual era interesante pero estaba sellado a cal y canto y además al leer la contraportada decidí que no era para mí. Por lo visto te enseña a saber que estas dormido mientras duermes y yo no tengo ese tipo de sueños. En tres décadas y media he soñado así un puñado de veces, me bastarían los dedos de una mano para contarlas y me sobrarían falanges.

Luego di con un libro extraño cuya página fotografié. Y me senté a leerlo en el suelo. Hay cosas que me intrigan de la filosofía budista. Muchas. Pero leyendo aquella página de un libro elegido al azar, lo que pensé sorprendida es lo mucho que sabía Buda de problemas jajajajaj!! que yo, dos mil y pico años después, jajaja jajajaj! le podría contar tomando un café. Lo que leí en aquella página me sorprendió mucho porque... dije: ¿¿Veeesss?? cuando lo leí, ¡¡¡él lo entiende!!! pensé. 

Hablaba de olas y un lago. Hablaba de los "enemigos" que viven en nuestra mente. Me hizo gracia que los dividía en 5. ¿Por qué 5 y no 7? pensé. Pero seguí leyendo. Hasta darme cuenta que era una de esas personas que se sientan en el suelo de esa librería a leer. Mucha gente lo hace. Entonces me levanté. "Bueno, es hora de volver a casa". Cuando pasaba por la sección de películas estuve a punto de buscar "In and Out", que me habían dicho que era muy divertida. Pero, fijaos qué curioso, cuando me la recomendó el Muso me dijo: "Esta no la compres. Esta sácala de la biblioteca y ya está".
Así que me detuve porque en verdad era un derroche innecesario. Y pensé: menos mal que me ha dicho que no la compre porque sino seguro que la compraba y luego me arrepentía.

Y ese es el resumen de mi visita a mi tienda de libros favorita.


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