Reflexión.


A raíz de los últimos acontecimientos he estado pensando. 
Vivimos en un mundo que a veces nos hace perder la esperanza. Y a veces, cuando la gente se comporta como un cardo, pues piensas: "¿debería yo ser igual de cardo y así saben lo que se siente?".
Todos mis seres queridos a lo largo de los años me han dicho en numerosas ocasiones: "No se puede controlar a los demás" (¿cómo que no? ¡Estudié Publicidad! jajaja!) 

Lo que intento decir es que me encanta la armonía y recientemente me he dado cuenta (gracias a una amiga con nombre de flor), que no solo es que me encanta la armonía sino que además "tengo un problema con el conflicto". No me gustan nada los conflictos a mi alrededor.. hasta el punto de que se me hacen insoportables. Darme cuenta de esto me cabreó mucho. Porque mi amiga me dijo: "no dejas ser a la gente". Lo cuál me cabreó más. De hecho, estuve como una semana enfadada (esto mi amiga no lo sabe). Tiene razón, no me gustan los conflictos. Y la Humanidad está llena de ellos. O, al menos, eso parece. 

A ver, ¿es que se puede saber por qué la gente en vez de ser feliz y amable se dedica a morder a los demás?

Bien, esto era así hasta el sábado, más o menos. El sábado me ocurrió una cosa curiosa y es que me enfadé yo. Puede que no me enfadara en el momento, de hecho, mi idea era "poder con todo y ser super-amable". Pero... debo reconocer que hubo un momento en el que perdí la paciencia. Perder la paciencia, en mi manera de ser, consiste en volverme "un sargento" y esto es así, "y punto". Pero no soy una persona especialmente borde (ni mucho menos), con lo que los demás, en general, me dicen que no sueno tan "enfadada" como pienso. Es curioso, tengo una compañera que cuando se enfada dan ganas de abrazarla y hacerla reír, es majísima. Se lo dije a un jefe suyo y me comentó: "a ti te pasaba lo mismo". O sea, que debe de haber un tipo de personas que cuando nos enfadamos.. no damos tanto miedo como creemos. Puede ser. No estoy segura.

En fin, le he estado dando muchas vueltas y ayer le decía yo a esa persona que tanto respeto: "pues si la gente se porta mal contigo, ¡pórtate mal tú también! ¿no?" 



No es lo habitual que yo diga esas cosas pero es que, ¿quién de vosotros no ha llegado un momento en el que se ha hartado y ha pensado "voy a repartir justicia"? 

La respuesta que se me ha dado es la siguiente: "cuando alguien se porta mal (o es borde), no debes hacerte responsable del comportamiento de esa persona, sino sentir compasión por ella".

No con esas palabras, pero el resumen sería ese. 

He pasado una noche extraña. (fantasmas) Os aseguro que aparte de no poder dormir, había unos ruidos tremendos en ciertos cuartos de la casa. Pensé: bueno, los voy a ignorar cuando sonó ¡patabum! y dije: "¡Vale!" -mentalmente- ¡ya me levanto! Y luego al ir a investigar el cuarto estaba todo en una quietud alucinante. Hasta mis dos cobayas: Puca & Lucy me miraban con cara de inocentes (si bien yo creo que escondían algo).

Tras una noche agitada me levanté y preparé el desayuno pensando: "¡no tienen razón!" "Nadie tiene razón. Aquí cada ser humano vive su vida pensando que lleva la razón en todo y comete cualquier acto y le da igual, ¿por qué iba yo a ser diferente?!"

Supongo que no es un pensamiento muy sano para la hora del desayuno. 

Después decidí meditar. Esta es una práctica que me enseñó la persona tan especial de la que hablo en mis cuentos y me va bien. A cada cuál le va bien algo, ¿no? Pues lo dicho, ¡unos nadan, otros meditan, que cada uno haga lo que quiera (siempre que no perjudique a nadie)!

Refunfuñando, me senté.

((No necesito profesor... -pensaba-, bah.... ¡no necesito a nadie! Es un mundo terrible....))

Pero es lo malo que tiene meditar, jajajaj! y es que hay un "algo" dentro que a veces te lleva la contraria.

Ese algo me dijo: "hum... celos, enfado...pues no sé si este va a ser el camino"

Acallé mis reflexiones un momento.  Y entonces visualicé un cuento. No lo he escrito porque no quiero escribir esto como un cuento. Prefiero contaros de donde viene el cuento. Me imaginé la ciudad de mis relatos y a la Alcaldesa muy, muy, muy enfadada. Y me imaginé que en el suelo encontraba un llavero del Muso, con el emblema de la Universidad de la ciudad. Al darme cuenta de que siempre me ha enseñado pacientemente, y al no querer yo profesor, iría a la Universidad en el relato a pedir explicaciones, muy, muy enfadada. 
Hasta aquí era un cuento bonito y hermoso. 
En la Universidad habría un Decano. Me imaginé su despacho y su aspecto físico. Y también me imaginé a la Alcaldesa enfurruñada quejándose. El mundo esto, el Muso lo otro, patatín, patatán.
Y he aquí que el decano dice: "tal como yo lo veo, tenemos 3 caminos". 

Camino uno: "decides que no necesitas profesor. Tienes tú razón en todo y no te hace falta enseñanza alguna, ¡total! aquí cada ser humano hace lo que quiere. Si te dan, les gruñes y punto..."

Camino dos: "Date cuenta de que el Muso siempre te ha enseñado cosas, con mucha paciencia. Pero si lo prefieres puedes seguir enfadada, culpando a todos de todo. Así ni se lo pones fácil a él... ni te lo pones fácil a ti. Simplemente, ¡enfádate a ver si él obra el milagro de quitarte el enfado!".

En este punto, sentada con las piernas cruzadas, me entró la risa. Imagino que si alguien entrara en mi salón y viera a alguien meditar y reír pensaría: "esta loca". Pero bueno, como estoy enfadada con la Humanidad... no importaba demasiado.

Camino tres: "¿Recuerdas esa pregunta que te has hecho unas cuantas veces en la vida...- diría el Decano-, contemplando un atardecer o cuando estabas en calma ordenando cosas?"

Hum. (tengo unos personajes tremendos en la cabeza)

A lo que el personaje de Nelly, en el cuento, respondería: "Sí. Me acuerdo."

Esa pregunta es: (¿Por qué no fui más paciente y esperé?)

Es relativa a circunstancias de mi vida en las que... bueno, ¿por qué no fui más paciente y esperé?

- ¿Y conoces la respuesta? -me preguntaría el Decano en el cuento.

Lo terrible es que también la conozco. La respuesta es: "Porque estaba asustada".

Sí, es terrible, pero la cabezonería tiene que ver con el pánico. Y, honestamente, con las enseñanzas del Muso a veces estoy asustada. ¡No le entiendo! Trato por todos los medios de ver cómo funciona pero de lo único que estoy segura es de que por algún motivo incomprensible él sí me ve a mí.

Y eso, creo, es lo que tienen los profesores. Que te ven. Y ven tus fallos y tus aciertos y tus errores y tus aspectos a mejorar. Lo cuál me enfada muchísimo.

JAJAJAJA!!

Pero no es ese tipo de enfado malo. Es ese tipo de "enfado-susto". 

Así que en el cuento la alcaldesa de la ciudad elegiría la opción número tres. La uno es el orgullo y mandarlo todo a la porra; la opción dos ya sé a dónde me lleva. Los enfados no te los quitan los demás. La opción tres es esperar y ser paciente, y no ponerme tan nerviosa por no tener yo las respuestas a todo.

Al elegir la tercera opción, mi relato acabaría con un: "¡Bienvenida a la Universidad de la Vida!", por parte del Decano.

Abrí los ojos y pensé: "un cuento en 5 minutos, en fin..."

Pero no he querido escribirlo como cuento. Me pareció más honesto escribirlo como reflexión. 

Os diría: "¡no es justo!" jajajaja, pero... para lo que va a servirme.

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