Sueños que son historias: París.

Lo voy a escribir porque es uno de esos sueños en los que podía volar. Que si no.... nada!
Estábamos en París, mucha gente y yo. Quizá por un viaje de trabajo o quizá por vacaciones. Y había un hotel muy animado, con un montón de actividades para distraerse. Salías al vestíbulo y había tiendas, espectáculo y una aglomeración de gente terrible. Era difícil mantener la atención en algo porque había un montón de estimulantes atracciones para ver.
Hasta aquí, fenomenal. 
Bajé las escaleras desde mi habitación y cuando salía a investigar París, una persona me dijo:
- ¡Hola, ¿te puedo invitar a un café?!
- ¡Claro!
Era un compañero de trabajo. Así que salimos los dos a través de esas puertas giratorias tan graciosas que tienen algunos edificios (de esas que son de cristal y metal dorado) y justo al llegar a la calle de París me tropecé con el muso. 
¡¡¡Ay va!!!
Claro, claro,... una se puede tropezar con el muso si es un viaje de trabajo (no tenía pistas, pero si un compañero me invitaba a un café y había tanta algarabía, es de suponer que fuera normal ver al muso*)
- ¡Hola! -saludé.
(*el muso es un ser real, una persona a la que yo admiro mucho, aunque no sea recíproco).
Pero que el muso estuviera allí, precisamente, en ese hotel de París, no significaba, ni remotamente, que pudiera ser pesada con él. De hecho, incluso podía tratarse de un encuentro casual. Me dijo algo -que no recuerdo- y yo contesté que íbamos a tomar un café, sintiendo con total seguridad en mi fuero interno que su presencia en el sueño terminaría allí, y entonces él dijo:
- ¿Y a qué cafetería vamos?

¿¿Vamos?? ¡¡¡uy!!! ¡¡¡Que se viene!!!
Jo, qué ilusión. Con el muso... en París.

- ¡Pues no lo sé! -le contesté-, vamos a buscar una...

Y al salir a la calle, como yo podía volar, decidí echar un vistazo a los alrededores. Volar es una cosa muy complicada en los sueños (de niña era más fácil). Al tener perspectiva en primera persona, durante éste, debía concentrarme y  esforzarme para no caerme de nuevo al suelo, así que eran vuelos cortos. Maravillosos, pero cortos. Por si no lo he dicho nunca, las alturas me encantan. 
Pero volar requiere dos cosas, como ya he dicho, una la concentración, y otra la seguridad. 
En cuanto piensas, "no se puede volar", te vas al suelo de cabeza. jajajaja! Bueno, tanto no.
No obstante, de un salto eché un vistazo por encima de los edificios... esos preciosos edificios de buhardillas tan singulares de París. 

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Hay una cosa que no entiendo, si París no me gusta (no me gusta, de verdad que no), ¿por qué sueño tanto con París y tengo una calle de París en un cuadro en el salón de casa? Sólo hay un lugar de París que me gustó mucho, y precisamente sale en este sueño. 
En fin, será casualidad... también uso nombres franceses para mis cuentos (antes más que ahora).Como decía, eché un vistazo a la ciudad, y hacía un día precioso. De otro salto visualicé toda otra área metropolitana. La sensación de ingravidez era estupenda aunque ligeramente inquietante.
Me posé en el suelo otra vez y con una sonrisa de oreja a oreja, le dije al muso:
- ¡¡¡Voy a ver qué tiempo hace en Saint Germain!!!
Ese es mi lugar favorito de París. Esa calle. Y el muso sonrió, y yo me alegré un montón de que él se alegrara de mi felicidad. Creo que este ha sido el momento más bonito del sueño. Como cuando te alegras por un amigo o una amiga que es feliz. No sé, esas cosas hacen que todo sea maravilloso.
Así que dí un salto y de nuevo vi todo el horizonte de la ciudad pero... justo en ese momento me pareció percibir una nube.
- ¡Parece que hace buen...! -y ahí me quedé callada.
¿Qué había visto? De nuevo ascendí para asegurarme. Una nube. 
¿¿Una nube... o un nubarrón??
Por el norte de la ciudad se acercaba algo difícil de describir. Era como una tormenta pero tan exagerada, tan... holocaustica, que daba miedo. No podía ser verdad, con el día tan maravilloso que estaba haciendo. Me aseguré y cada vez que miraba era peor. Imaginaros una tormenta de ceniza negra que fuera capaz de barrer toda la superficie terrestre observable. Y no sólo eso, lo malo era que yo podía verla desde el aire, pero ellos no. (Me refiero, a la gente, a los demás).
¿Cómo aviso a todo el mundo?, pensé. A medida que aquella cosa avanzaba la gente se iba enterando, claro, pero ... una parte de la ciudad sabía lo que otra parte no. Y era terrible ver ambas partes a la vez. De pronto, tuve una idea. El hotel daba a una avenida que daba a un río. Esa avenida era recta y diáfana. Se veía el otro lado de la ciudad. 
Grité el nombre del muso y le dije, señalando:
- ¡¡Mira!!
Y él se giró y el que venía con nosotros a tomar café también y entonces lo vieron. ¡Menudo desastre natural! jajajaj!
Así que nos fuimos corriendo. Pasó una cosa curiosa que no voy a relatar porque lo considero una broma del subconsciente, jajajaj! digamos que tuvo lugar algo muy absurdo mientras huíamos. Que yo creo que hace un guiño a las pelís y sus melodramas. En fin. No importa, había que escapar así que fui guiando a mis amigos desde el aire: ¡¡¡por aquí no!! ¡¡por allí, a la izquierda!! ¡¡¡Por la otra calle!!
Esto era así porque la hecatombe natural ponía el suelo de color oscuro antes de que todo comenzara a derrumbarse. Puede parecer divertido pero en el sueño no tenía ni pizca de gracia. Era como si todo se viniera abajo en medio de una nube de ceniza y caos. No os podéis ni imaginar.
Finalmente, alcanzamos una colina y allí se juntaron muchos supervivientes. Fui a posarme en el suelo pero había un espacio muy estrecho, quizá porque elegí el punto más alto, y apenas había unos centímetros de tierra que descendían como un triángulo hacia ambas laderas de la colina. Sentí un momento de inseguridad y pensé: "Como me caiga o me resbale no seré capaz de alzar de nuevo el vuelo".
Pero me posé.
Y a salvo estaban el muso, otros vecinos y el compañero que venía a por el café, además de otra chica que también se unió a nosotros en el camino.
Entonces miré la ciudad destruida y pregunté al muso:
- ¿Dónde está el volcán?
Porque semejante desastre... ceniza, kilómetros de atmósfera oscurecida por nubes densas de color marrón, truenos, relámpagos y hundimientos de tierra... todo eso, solo podía ser un volcán. Pero yo no veía el volcán.
- ¿Dónde está? -pregunté de nuevo, acercándome a mis amigos (en el sueño).
No recuerdo qué contestaron. Y entonces yo dije:
- ¿Puede que sea como Yellowstone?
Allí todo el parque natural es una caldera de un volcán antiquísimo. Pero, ¿en París algo similar... ?
Y me desperté.

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