El misterio del souvenir de Oporto.


Según la página oficial de la RAE, "souvenir" es un "objeto que sirve como recuerdo de la visita a un lugar determinado".
Siempre me pareció una palabra extraña.

¿Se parece a algo relacionado con viajar? Si se llamara "Memorviaje" o "Recuerdir", lo entendería... pero sou-ve-nir.

El caso es que hace tiempo coleccionaba bolas de cristal con recuerdos de ciudades dentro. Traía bolas chiquititas con agua y la Torre Eiffel, la Fontana de Trevi, el Puente de Rialto... 

Todo eso cambió cuando hice una excursión a La Gomera, con un guía francamente especial, que transformó el modo que tenía de ver los viajes. ¡Fue una excursión super-divertida! porque el guía dijo que como se nos ocurriera estar todo el día pegados a la cámara... bueno, ja ja ja. No paró de decir: "¡Sientan la Gomera, respiren La Gomera! ¡Por más que se empeñen en la cámara no cabe la experiencia! ¡Sientan!" Estaba absolutamente loco, pero creo que jamás habría disfrutado tanto de una excursión. 

Fue así todo el viaje, pero más divertido. Y además hablaba en tres idiomas. Me hizo ver una cosa: eso de traerte las "ciudades" en frasco no funciona. En verdad, lo que cuenta es la experiencia. El olor de la laurisilva, o.. qué queréis que os diga, el color del mar en Tulum. Bueno, eso tratas de meterlo en una foto pero ... tiene su misterio. Me refiero a que el arte trata precisamente de transmitir. Pero no es tanto la foto si no, ¿cómo consigo compartir esto con el que lo vea? No es fácil. 

Nos obsesionamos tanto por meter el viaje en fotos que nos perdemos el viaje.

Pues bien, esta mañana, al acercarme a la librería y tras reprenderme a mi misma lo excesivamente despistada que estoy hoy, pasó algo extraño. De pronto... al mirar la librería, veo una torre inclinada dentro de un frasco. Normalmente, acercarme a mis souvenirs me alegra el animo. Traen recuerdos. Tu mente, de manera involuntaria, los busca. Y se ve que mi mente buscó: "el viaje a Pisa"

Es más, es que lo pensé... Mira la Torre Eiffel, mira mi recuerdo de no se qué, y ese otro sí, mira la torre inclinada de Pisa.

¿¿?? ¿Ein?
Un momento. ¿Cuándo he estado yo en Pisa?

Si supierais la cara de estupor con la que me he acercado a ese estante de la librería, donde tengo mis libros publicados (mis tesoros), mis recuerdos, mi té de Manchester, una piedra de a saber dónde y una foto de Tulúm.

¿¿Y esa torre inclinada?? me repetí, perpleja, mirando la puerta de cristal.

Me dio la risa, porque instantes después descubrí que era Oporto. JA JA JA JA!
jajajaj!
El estúpido souvernir de Oporto, se había transformado. Miradlo ahí, a la derecha, ¡¡¡inclinado!!!





Tengo que corregir una novela ahora y confundo Italia con Portugal.

Podría dar más vueltas por la casa y "remolonear" más, ... buscar otras incoherencias que me sorprendan. Cosas ilógicas. 
Por si no os lo he dicho antes, las novelas se escriben solas pero la corrección... La corrección es otra cosa. Y no es porque piense que vaya a haber fallos. Los de Espasa me dijeron que estaban asombrados de lo "límpio" que iba mi manuscrito (cambié un té por un café en una escena y cambié de sexo a un personaje que apenas nombran. Eso fue todo) No había faltas de ortografía. (También es verdad que cuando corriges la mente se pone en formato "búsqueda de faltas y errores")

Es sólo que corregir resulta similar a repetir un viaje y piensas, ¿y si me pierdo?
¿Y si llegas a un capítulo y está mal? ufff. ¿Y si ya no puedes cambiarlo? Volver a sentir lo que sintieron todos los personajes, esta vez para analizarlos con lupa mientras buscas errores de estilo.
ufffff!!!!

JAJAJAJ!
¡Venga, puñetas, hay que ponerse con ello!
:=) 

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