"Nada" - Cuento del niño mensajero


Estaba Nelly sentada en su sillón de alcaldesa de la casa consistorial, trabajando sobre unos papeles que había dispuestos en el escritorio, cuando de repente reparó en la presencia del niño mensajero.
La habitación estaba a oscuras salvo por la luz tenue de una lámpara de cristal que le permitía ver el texto de una entrada sobre regalos originales que estaba finalizando. A su lado, la portada del próximo cuento de Navidad ocupaba buena parte de la mesa. 
- Hola - saludó el niño.
- ¡¿Qué tal?! -respondió Nelly.
Se miraron en silencio.Y luego ella siguió trabajando.
Al cabo de unos instantes levantó de nuevo la cabeza para contemplar al joven cartero.
- ¿Se te ofrece algo? -preguntó.
- ¿No tienes nada para mí? -inquirió a su vez el niño-, ¿ninguna petición? ¿ninguna queja? ¿ningún encargo? ¿nada que decir?
Nelly lo pensó unos instantes.
- ¡Nada! -respondió.
Y volvió a su trabajo.
El niño mensajero siguió mirándola fijamente.
Al cabo de un buen rato, se dio la vuelta para irse.
- ¿A dónde vas?


- A ayudar a más gente, si tú no tienes nada que pedir...
Nelly examinó de nuevo su interior, a ver si escuchaba algo.
- ¡¡Nada!! -dijo de nuevo.
- ¿Estas segura? ¿nada de nada?
Asintió.
Se miraron en silencio, el uno al otro, sin hablar.
El niño finalmente abrió la puerta y dio un paso fuera del Ayuntamiento.
- Pues sí que es bueno ese muso... -dijo para el cuello de su camiseta y, colocándose la bufanda, se alejó hasta perderse en la nieve.

FIN.

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