En la cola del supermercado...

Los domingos son un día de relax. No hay que enojarse por contratiempos ni hay prisa por nada. Lo que surja... está bien. Son días que aprovecho para planes diferentes y para descansar. Y hoy he tenido una curiosa anécdota en la cola del supermercado.
Seguro que os ha pasado alguna vez el pensar: siempre me pongo en la cola más lenta. Supongo que lo pensamos todos pero es que en mi caso, además, es cierto. Se rompe la máquina, se pierden unas monedas, alguien tiene que cambiar algo... Una vez estaba con una amiga que me dijo:
- ¡Vaya!, pero si esta cola era la que iba más rápido.
Contesté:
- Era. Si quieres que otra sea la más lenta no tengo más que cambiarme a esa caja y frenará en seco.

No sé cómo lo hago.

El caso es que hoy había cola en cinco cajas, una cola tremenda. Como no tenía prisa, llené mis dos bolsas de tela con cuatro o cinco productos y elegí una cola, al azar, que tenía menos gente pero que resultó ser bastante lenta. Me puse a pensar en las musarañas y contemplar el ambiente a mi alrededor.

De pronto llega una señora.

- ¡Uy, qué de gente. Qué cola. Ay, que ver... qué cola! ¡Vamos a pasar aquí toda la mañana!

Yo mutis.

- ¿Sabes dónde está el pan "bimbo"? No he visto el pan "bimbo", ¡ay, no llevo el pan "bimbo"!, se me ha olvidado el pan "bimbo". ¿Vosotras sabéis donde está?

Era una pregunta directa. Tanto la chica de camiseta gris que estaba delante de mí como yo, nos giramos:

- El otro pasillo, al fondo a la izquierda -dijimos.
- ¿Seguro?
- Sí.

La chica y yo nos miramos. De pronto ella me cayó bien, no sé porqué. Quizá porque tenía menos productos que yo y no parecía impaciente por llegar a la caja. O porque a ambas las quejas de la señora nos habían unido en una extraña... tesitura de ayudar. 

- Sí, está por allí -respondimos-, con total seguridad-. En aquel pasillo.

- Es que no me va dar tiempo -dijo la señora.

Era imposible concentrarse en la belleza de la mañana de domingo con ella detrás. Y fue en ese instante, mientras seguía su charla con los lineales del supermercado, en que la voz en cursiva de mi pensamiento salió al rescate para advertirme:

No le des ni la más mínima muestra de apertura, ni siquiera en tu lenguaje corporal, porque te va a intentar liar.

La señora siguió hablando a todos y a nadie, pero así pues miré hacia la otra fila de gente, recreándome en la contemplación de cada detalle, la ropa que llevaban, las expresiones, los carros... no sé, hasta la música ambiente de aquella preciosa mañana de domingo, compuesta de ruido de bolsas y pitidos de las cajas registradoras en tono bajo. Todo me parecía bonito. Cuando de pronto escucho a mis espaldas:

- Oiga, joven, ¿usted se va a poner en esta caja? ¿sí, le digo a usted, sí, se va a poner aquí? ¿en qué caja se va a poner?

¿Lo ves?

- Es que -continúa la señora-, si se pone aquí yo voy a por el pan "bimbo", porque fíjese, ¡fíjese que cola! Y me lo he olvidado. 

- Sí -contesta el joven.

- Pues guárdeme la vez. Ahora vengo, ¿eh? yo vengo ahora... ¡uy, no sé si me va a dar tiempo!

Primero se queja de que vamos a pasar allí toda la mañana. ¡Y de pronto dice que no le va a dar tiempo! 

Al cabo de unos instantes la señora volvió, con el pan "bimbo". 

- No se cuánto vale -me dijo.

No podía más, empecé a aguantarme la risa.

- Es que no sé cuánto vale -continúa-, ¡no lo he mirado! ¿Y si es caro? No lo he mirado, ¡ay qué cola en la caja!

¡¡¡Por Dios, todo son problemas!!! pensé: que si la cola es larga, que si somos muchos, que si me olvidé del pan bimbo, que si el pan bimbo es caro... jajaja

Yo seguía sin mirar a la señora a los ojos. Y entonces, empieza:

- La culpa es de los carros. Claro, llenan los carros hasta arriba, y vamos a pasar aquí toda la mañana. ¡Con lo poco que llevo yo! Y tú también llevas poco -me dice.

Pensé "no puede ser", jajajajaja. "La culpa es de los carros" como quien culpa al sol de brillar o a las familias de necesitar comer. Total. Ni caso. La verdad es que me caía muy bien, no sé. Pero seguí contemplando a la gente y estaba... de verdad embelesada en los detalles, el señor que tenía una gran compra y llevaba unos dulces, y la voz en cursiva de mi cabeza me advirtió: "hay niños en casa" Me estaba imaginando la vida de todas aquellas personas. Cuando de pronto... una cabeza rubia asomó por debajo de mi barbilla y apuntó:

- Aquella cola va más rápido.

JAJAJAJAJA. Me entró la risa de verdad. La señora no lo notó, pero un joven que había en otra caja sí que me miró francamente sorprendido del buen humor que debía de mostrar mi rostro. "Aquella cola va más rápido" dice así, a lo Jose Mota. Me empezó a recordar tanto a un skecth de Jose Mota (quizá a la vieja del visillo, o a este:  CLIC que me gusta mucho). Que no pude menos que reírme. La señora-ratón husmeó el aire, dio un par de pasos adelante y atrás y se escabulló hacia la otra caja. 

Ella salió antes que yo del supermercado. Pero ha sido de lo más divertido. A todo le ponía pegas. Tenía mucha energía, eso sí, pero ja ja ja... no sé. Creo que me recuerda un poco a mí cuando estoy agobiada entre semana. Y de verdad, el colmo fue cuando su cabeza rubia asomó por debajo de la mía, como un ratón buscando queso y soltó aquello de "aquella caja va más rápido". Como si fuera.. una ofensa o algo así.

Me lo he pasado muy bien, la verdad. Os pongo la anécdota por si os hace pensar como a mí. 
Un saludo!
Nelly.

2 comentarios:

Lau Rhead dijo...

Hola! Sé de que hablas, hace tiempo que trabajo en un súper los veranos y he visto cosas como esas y mucho peores que sacan lo peor de ti en apenas unos segundos. Me alegro que tu humor sobrepasase la situación, besos!

Nelly dijo...

jajaja, sí, es que la señora era muy simpática!

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