Un cuento Zen



Os voy a contar un cuento Zen y luego os enseño el libro donde podéis encontrar 49 más...



Érase una vez un monje errante que llegó a un monasterio donde vivían dos hermanos. La tradición decía que si un monje vagabundo desafiaba a un combate de "conocimiento" a los que allí vivían y lo ganaba podía quedarse, pero que si perdía debía seguir su camino.

El mayor de los dos hermanos que habitaba el monasterio era un monje instruido en temas budistas, muy trabajador, con una inteligencia brillante y despierta. Por el contrario, su hermano era más bien corto de entendederas y estaba tuerto. 

El monje errante pidió un desafío a fin de poder quedarse en el monasterio. Aunque lo más lógico habría sido que el hermano mayor se enfrentara con él, como llevaba todo el día trabajando y estaba muy cansado le dijo a su hermano pequeño que se encargara, no sin antes de retirarse recomendarle que lo desafiara a "un combate sin palabras".

Así lo hizo el hermano menor y ambos se sentaron en el suelo, con expresión de profunda concentración, en silencio.

Al cabo de un rato el hermano mayor vio acercarse al monje errante, que se dirigió a él en estos términos:

- He perdido. Tu hermano es realmente asombroso, te felicito. Debo seguir mi camino...
- ¿Qué ha ocurrido? -le preguntó el monje.

El vagabundo contestó:

- Tu hermano menor me indicó que el combate sería sin palabras, así que nos sentamos en el suelo y yo levanté mi dedo índice señalando a Buda. Entonces tu hermano, muy sabiamente levantó dos dedos señalando que estaban "Buda y su enseñanza". Gratamente sorprendido por su respuesta yo levanté tres dedos indicándole que estaban "Buda, su enseñanza y los discípulos". Fue entonces cuando tu hermano agitó el puño cerrado delante de mí indicándome que en verdad todo significaba una misma realización, con lo cual tuve que admitir mi derrota.

El monje errante se marchó y al cabo de unos instantes el hermano menor llegó corriendo, sin resuello, con el puño cerrado:

- ¿Dónde está ese monje insolente? ¡Quiero darle una paliza!

El hermano mayor contestó muy sereno:

- Acaba de irse; tengo entendido que has ganado el combate.

- ¡Lo que ocurre es que se ha escapado, el muy cobarde!

- ¿Qué es lo que ha ocurrido? -le preguntó el hermano mayor.

El pequeño le dijo:

- Nos sentamos en silencio pues le desafié a un combate sin palabras, tal como tú me recomendaste. Entonces, con gran estupor, vi que él levantaba un único dedo, señalando que sólo tengo un ojo. Me sorprendió que fuera tan descortés pero como hay que ser hospitalario yo levanté dos dedos, felicitándole por tener dos ojos. Entonces el levantó tres dedos, indicando que entre los dos, ¡sólo teníamos tres ojos! Me enojé y agité mi puño cerrado delante de su cara indicándole que quería darle una paliza... y entonces él se levantó y se marchó.

FIN.

Me encanta este cuento Zen, es de mis favoritos. Podéis encontrar más en:



Son estupendos porque te llevan a pensar de otra forma, me hacen reír mucho. Se parecen a esos juegos tan divertidos: el enigma del prisionero o los ejercicios de pensamiento lateral.

¡Espero que os haya gustado!
Nelly.


2 comentarios:

Victoria dijo...

Me encantan los cuentos con moraleja!!

Nelly dijo...

¡¡Me alegro de que te guste!! A mí me encantan! :D

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