Por si queréis aprender a meditar...

Hace un par de semanas topé con este libro:

Y os dije que era estupendo para aprender a meditar. Como contiene 25 meditaciones diferentes, para niños, pensé que era una forma fantástica de asegurarme que iba a practicar 25 días seguidos. Por supuesto han pasado solo diez así que, lo que relato a continuación sobre mi experiencia, es desde la perspectiva de aprendizaje de una novata.

La meditación más sencilla, aparte de concentrarte en tu respiración, consiste en visualizar a alguien que queréis... sonriendo. Resulta bastante complicado mantener el estrés en tu cabeza cuando piensas en gente a la que quieres, así que... bueno, científicamente, es obvio de porqué funciona: rompe la corriente de pensamientos negativos.

Vale, pero, ¿qué es meditar? Seguro que habéis leído "vivir el momento...", "ser consciente de..." y esas cosas. En realidad lo que yo he experimentado en la meditación es más o menos lo mismo que cuando estás haciendo deporte o centrada en una actividad que te gusta mucho: te dejas llevar y todo lo demás desaparece. Vivir, que dirían algunos. Así que no es tan "ajeno" y tan "new age", como muchos me comentan, es algo que ya está presente en nuestras vidas.

Pero además he aprendido otras cosas.

En primer lugar, meditar no hace que los problemas desaparezcan sin más. Así que esa parte "mágica" de "yo medito y todo se esfuma" era una creencia mía errónea. No se esfuma. Es sólo que lo ves de otra manera. 

En segundo lugar, por más que yo os lo explique, no podéis entenderlo si no lo intentáis desde la experiencia. Es como cuando mis amigas que han tenido hijos me describen lo que es dar a luz. Da igual las veces que haya oído la historia y lo atenta que esté, hay cosas que no es igual saber que sentir

Así que requiere práctica.

Lo primero es un espacio tranquilo, una silla, sillón o cojín, y la postura. Lo segundo, el libro está lleno de ejercicios estupendos muy imaginativos pero hay uno que aclara bastante bien lo que es la meditación: la parte del "cielo-mente". Es fácil, aunque tenga ese nombre tan místico (escribo esta entrada para los escépticos). Consiste en imaginar que estás en lo alto de una colina con un cielo sobre tu cabeza muy despejado. Un cielo azul sin una sola nube. ¿Lo tenéis en mente? Bien. Ahora trata de imaginar que tu mente es como ese cielo. Tenéis que imaginaros eso y tratar de entenderlo. Hay días que hay tormentas, otros llueve, otros arco iris, en fin... el cielo cambia cada día. Pero sigue siendo cielo. Es decir, las preocupaciones, las ideas, los proyectos, los sueños.. ¿todo eso dónde está? En tu mente. Se trata de (aunque suene repetitivo) ser consciente de tu mente. 

De acuerdo. Ahora viene lo difícil. Observarte a ti mismo no es algo sencillo, más que nada porque es como decirle a una trucha que vea el río desde arriba. Le va a costar un poco. Pero es que nosotros no somos "la trucha" metida en esa corriente de ideas, somos el río, el paisaje, y todo lo demás. Es un poco complicado. Dice el libro que habrá días que sea muy difícil y otros muy sencillo.

Llevo practicando, diez minutos, un par semanas, y ocurre algo curioso: la paciencia. Veréis, normalmente cuando fracasaba, al día siguiente no meditaba, y al siguiente tampoco. Total, "para hacerlo mal... es tontería". Dice el libro, y retomando la metáfora del cielo, hay días con nubes y días sin nubes. Hay días tranquilos y días estresados. Es normal. Así que en uno de estos días estresados me dije a mi misma: "de acuerdo, hoy lo has hecho mal. No pasa nada." Porque con cien mil ideas en la cabeza y una carga emocional importante... ¿quién medita? pues desde luego yo no... El caso es que, como el libro tiene tantos ejercicios, pensé: bueno, pues me quedo un minuto más y pruebo esta otra cosa.

Bien, ¿me creéis si os digo que en ese minuto realmente la meditación fue un éxito? Así que esperé otros cinco. Y me di cuenta de una cosa: hay días que mi cabeza necesita diez minutos para acallar todos esos pensamientos arremolinados. Y una vez que le doy esos diez minutos, luego puedo practicar otros diez llegando a un éxito maravilloso. (como veis la palabra "éxito" y yo guardamos una relación estrecha. Todo son "éxitos" y "fracasos"...jajaja).

Así que me di cuenta de que no soy nada paciente conmigo misma. Que la paciencia requiere tener paciencia, pero paciencia de verdad. No consiste sólo en ser amable, consiste en saber que si necesitas diez minutos, pues los necesitas, que hay que darse un poco de tiempo.

Como veis, se aprende mucho. Es una especie de "enseñanza mental". Enseñas a tu cabeza a no agobiarse tanto y a comprender lo que nos rodea. También me di cuenta de que ciertas cosas que me agobian no dependen de mí. Yo me cabreaba mucho porque sentía que tenía que controlarlas y como no puedes controlarlas, pues el cabreo pasa de enfado a grave disgusto. 

A  nivel científico esto debe tener una sencilla explicación y seguro que en un experimento de actividad cerebral aparecen reflejadas las consecuencias de "meditar" habitualmente. Es decir, desde mi perspectiva de novata, enseñar a la mente estas técnicas es tan importante como darle al cuerpo buena comida o hacer deporte. Es sano. Y a nivel de sentimientos o "sensitivo" la experiencia es sorprendente, relajante, te ayuda a concentrarte mejor, a tener recursos para el día a día. Es como "vivir más", si se puede decir así. 

Por si os sirve y el tema os interesa, intentadlo con este libro.
Un abrazo,
Nelly.

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