Ayer a las diez y media de la noche puse en "facebook" ¡¡Lo sabía, lo sabía!! Sabía que este era el malo... Una página después, tuve que desdecirme y, por aquello de no censurar lo publicado... qué puñetas, me desdije en comentarios de la propia entrada.

Imagino que el escritor ha trabajado "a la inversa" en este caso, porque sino es imposible escribir semejante novela. No vais a averiguar quién ha sido. No importa las teorías descabelladas y originales que se os ocurran.

Algunos amigos de mi facebook (no es el de autora, es el personal, lo digo por si pincháis en el enlace del blog y no veis el comentario) han dicho: "menudo tocho" o remiten a opiniones de otros lectores tales como "lo abandoné al poco de empezar"... Bien, es que al libro le ocurre una cosa curiosa: le cuesta arrancar, aunque no es que no sea interesante, pero de pronto llega en punto en que cuantas más páginas avanzas más difícil es dejar de leer.

Prueba de ello es que lo terminé a las dos de la madrugada y que me ha durado unos pocos días.

Otra de las cosas que he hecho ayer, además de desvelar el misterio de La verdad sobre el caso Harry Quebert, es reinventar mi librería. Tengo dos grandes estanterías Billy, y desde que las compré quise organizarlas debidamente y ponerle unas bonitas puertas. Pero por aquello de que las cosas de palacio van despacio, llevo dos años postergando la visita a Ikea. Por fin las pude completar y eso implicó quitar todos los libros, montar las puertas y volver a llenarlas. Encontré libros que no sabía que tenía (encima, dedicados) y la he organizado de un modo totalmente diferente. Ahora hay más libros y menos "chipichangas" ja ja ja... *(la palabra no existe, significa coloquialmente "tonterías, banalidades...")

He intentado agrupar los libros por colecciones, y por autores, he dejado dos baldas para manuscritos (¡¡y para mis libros!!) y los tengo también divididos un poco por temáticas: sé dónde está la sección de cómics, la de clásicos, la de libros de empresa, coaching, pnl y psicología, la de manuales de escritura... y el resto es ficción.

Tengo otra librería en el salón con un apartado pequeñito de temas de budismo y demás y un montón de libros escritos por amigos (¡vaya, qué literata!) 

Por último, adorna la librería una pequeña orla de la universidad, cosas traídas de mis viajes y algunas postales. También un pequeño jardín zen con un budita muy feliz y sonriente, y unas cuantas piedras de a saber dónde... aunque tienen pinta de que las recogí en el mar o en algún río.

Y, puestos a más cambios, ¡¡me han cambiado la página de la RAE!!.

Pero esa, por lo que me conviene, ya la sé usar, jajajajja...

Saludos!!

Nelly.