La comunicación con animales


Sabéis que me encanta la comunicación, y aprovechando que quería comentaros que me le he mandado un proyecto editorial a Anaya, tras consultar si podía enviarlo, (¡me han dicho que sí!), pues os cuento varias anécdotas en forma de pequeño relato biográfico:

* La Araña de Colores


Que yo recuerde, fue mi primer encuentro con un animal tan bonito y extraño. Yo era muy pequeña y la araña más aún, claro, de color negro, del tamaño de un diminuto botón, y redonda y plana. Lo asombroso es que tenía las patitas negras, con anillos blancos y rojos. Cuando eres tan pequeña los colores no dicen "¡Eh, ten cuidado!"  dicen más bien: "juguete".
Así que allí estábamos, el pasillo, una escoba, la araña y yo. Nosotras dos, por el suelo, ella corriendo, yo jugando. Cuando la vi... bueno, después de observarla un rato y como era tan bonita, le puse un dedo delante. La araña redonda, pequeña y de colores, como un botón, lo esquivó y siguió andando.
Repetí de nuevo pues me pareció de lo más bonita con ese cuerpo diminuto en el que no se distinguía ni cara ni cabeza, y otra vez le puse un dedo en su camino. Ella giró de nuevo, desplazándose a la baldosa de al lado y continuó, esquivándome a buen paso.
Por tercera y última vez le planté el dedo índice delante. Y ella se detuvo. Transcurrieron un par de segundos de inmovilidad total, de ella y mía... y entonces pasó algo muy raro. La arañita de colores levantó dos patitas, dos diminutas y delicadas patitas, en forma de garfio, a escasos tres milímetros de mi mano. Ella se quedó quieta y yo me quedé quieta...

.... y quité el dedo.

jajajajajaj.
No me preguntéis porqué pero algo en ese gesto, en esa muda conversación... en fin, yo quité el dedo, ella bajó las patitas y ya nunca jamás volvimos a vernos. Se me quedó grabado porque yo era muy pequeña, no entendí bien lo que acababa de ocurrir pero tuve la sensación de que esa araña me estaba diciendo algo...





* El Caso del Hámster Curioso

Vamos a dejar de lado perros y gatos, pues todos sabemos que con ellos la comunicación es evidente. Y vamos con el caso del hámster dorado o sirio que tuve hace unos años. Veréis, tenía la mala costumbre de trepar utilizando su cuerpo en un baile contorsionista, aprovechando el hueco entre una mesita y una pared, hasta lo alto del mueble. El problema era que un mal paso lo llevaba a caer al vacío desde una altura de ocho o nueve veces su cuerpo, con tan mala suerte que una de las veces se dio un golpe fuerte y estuvo tambaleándose un buen rato, mareado y con una dueña super preocupada que pensaba que se moría, pues le costó mucho recuperarse de ese golpe. Por eso no le permitía acercarse al lugar, pero resulta que -quizá por llevar la contraria-, era su favorito.
En una de las ocasiones, cada vez que empezaba a trepar, lo tomaba en mi mano, lo ponía en otro sitio y de nuevo observaba como se movía por lugares seguros mientras yo me volvía a sentar delante del peligroso. Pero el hámster cabezota erre que erre que quería trepar, así que un día repitió el intento de acercarse al mueble no una, sino dos, tres, cuatro y hasta cinco veces. Todas con idéntico resultado: el "gigante" que le observaba lo levantaba, lo ponía en otro sitio y luego se iba.
Así que el hámster hizo lo siguiente: se puso a dos metros de mi posición, se levantó sobre sus dos patitas traseras -gesto propio del animal que resulta muy gracioso-, y esperó. Yo le miraba, él me miraba. Y pasamos como diez minutos mirándonos. Al final dije: "de acuerdo, por hoy ya has paseado bastante", me levanté y el hámster echó a correr entonces, pasó como una exhalación por debajo de mis piernas y alcanzó la mesita.
Me dio un ataque de risa.

Para que luego digan que los animales no son listos.

* El Delfín que hizo de Espejo

En mi pueblo hay delfines salvajes, que algunos años nadan entre los barcos pescando. No se acercan mucho, van a lo suyo, pero para una chica que vive tanto en la ciudad, verlos es un espectáculo. Hace un tiempo observamos varias familias pescando y haciendo acrobacias para atontar a los peces, cerca de unas playas. Nos acercamos pero ellos siempre mantenían una distancia prudencial. Yo metí los pies en el agua y me puse a moverlos pensando: "como me gustaría conocer a un delfín, ojalá vinieran, quiero conocerlos"
En estas que una pareja tenía uno más pequeño con ellos, y ese, el más joven, se acercó y lo vi pasar por debajo de mis pies, dándose la vuelta, es decir: le vi la barriga y las aletas, porque se puso panza arriba, justo debajo de mis pies.
Me volví loca de alegría. No podía creerlo, yo le vi, él me vio. Y me volví loca de alegría.
Ya había nadado con delfines en otro sitio pero eran diferentes, estaban entrenados. Esta era una criatura de la naturaleza, totalmente libre. 
- ¡¡Esta aquí!! ¡¡Está aquí!! -me puse a gritar-, mira, está aquí.
Claro, no me creían.
Y entonces el delfín hizo algo precioso. Saltó del agua, tan azul y "pequeño" como era (era muy joven, pero medía casi lo mismo que yo), y dio un salto muy grande, a medio metro de la proa, de la balaustrada y de mi cara. Me miró, se zambulló y volvió con sus padres.
- No te quepa duda -dijo alguien a bordo-, que eso que ha hecho lo ha hecho por ti.

^_^ A día de hoy, solo pensarlo se me caen las lágrimas.




* La Cobaya que Medita

Tengo un conejillo de indias. Lo adopté, aunque fue medio-comprado, en verdad, porque me dijeron que eran criaturas muy comunicativas. Tenía de pequeña un ojo de cara color. La llamé "Puca". 
Con el tiempo ganó confianza y comenzó a hacer cosas extrañas que asombran a los más pintados.
Lo primero que me llamó la atención es que comía cuando yo comía. Me dije: bueno, es curioso. Lo segundo, que antes de irme de casa llamaba como una loca: "cuiiiii, cuiiiii, cuiiiiii", para que no me olvidara de su comida.
Hasta aquí, vale, normal.
Pero vamos a lo raro. Intenté aprender a meditar y durante unas semanas me ponía a ello con disciplina, y cual no fue mi sorpresa al abrir un día los ojos y ver a mi conejillo de Indias, a Puca, inmóvil, mirándome.
- ¿Qué haces?
Yo me moví. Ella se movió. Cada una a sus cosas.
Observé con asombro que el hecho se repetía y se repetía. Y empecé a mirar a la cobaya con cara de... "oye, ¿tú has sido humana antes?"

Pero ya el colmo vino hace unos días. Puca hace muchos tipos de ruidos. Pero lo raro es... que "habla". Yo no la entiendo, pero a qué me refiero con que habla. A esto:

- Puca -digo.

Y contesta:

- ¿Cuí?

Tal cual. No dice "cuicuicicicic", no, además, es interrogante, os lo prometo. Tanto es así que el otro día se lo mostré a alguien. Dije: "Puca" y el animal salió de su casa, me miró y dijo: "¿Cuí?".

- Ese bicho tiene una mirada inteligente como pocas -me dijo el que lo observaba.

Y tanto. 
Habla.
Si le dices: "¡eh, cuidado con eso!" contesta: "cui cuiiiiicui".  Y añades: "ya pues como me levante te enteras" y ella hace "cucucu" más bajito, deja de mirar libros con ojos golosos (que sé que los quiere morder) y se mete en casa.

Pero no sé de qué me asombro. Dado el último caso que os pongo y que no es mío:


* El Perro Labrador Dorado.

Dormitaba todos los días a los pies de una galería de arte. Es viejo, siempre lo veía tumbado al volver del mercado. Pero un día una señora de la acera de enfrente le dijo: "¡Mira, ven, tengo algo para ti!" 
El perro se puso en pie, movió la cola y se acercó al bordillo. La calle es larga y hace una curva que el animal no podía ver. Yo sí, y la señora también y cuando vimos un coche en la distancia la señora dijo (en el mismo tono y sin hacer gestos):

- Espera que viene un coche.

Contemplé ASOMBRADA como el animal, sin gestos, sin cambios de tono, y con una frase compleja, se sentaba.
Va y se sienta. 
 Y cuando pasa el coche la señora dice: "ya no vienen, ahora puedes pasar"
Y el animal va, se levanta, y cruza la calle.

¿¿?? Lo conté en casa porque no es normal que un animal entienda frases complejas. Puede entender tonos, energías, movimientos... pero ¡¡esa frase!!.

En fin, cosas raras que pasan con nuestros amigos los animales.
¿Tenéis más anécdotas?
Saludos
Nelly. 

2 comentarios:

Karla Ximena dijo...

Creo que tengo algunas, aunque ahora no las recuerdo bien, una que se me viene a la mente es una vez que pasa la noche en la casa de una compañera de la universidad cuando estaba de cumpleaños, pero me levante temprano para ir a mi casa, además era un domingo así que no andaba nadie, me fui caminando al terminal que quedaba a varias cuadras y en eso espesaron a acompañarme 3 perros callejeros y en sentido contrario venía un hombre, los perros me rodearon manteniendo a distancia al hombre el cual me preguntó si eran míos. Besos.

Nelly dijo...

jajajjaja, qué bueno! Te protegían. Caramba, Karla, ¿qué casualidad, no? jajaj.
Me encanta tu anécdota.
Voy a pintar unos dibujos para la entrada, a ver si me da tiempo este fin de semana.
Un beso enorme!!!

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