Nombres de personajes y una calle de París...

Ayer se acercó un compañero de trabajo a mi mesa. Y como ya está acabada la novela, le dije:
- Le he puesto tu nombre a uno de los personajes.

Tiene un nombre precioso y extraño. Y es que su procedencia es tan... exótica. Él me miró con sus ojos oscuros y serenos, y preguntó:

- ¿Pero lo has escrito bien?

Teniendo en cuenta que me había costado dos años decírselo, jajajaj, ¡¡¿cómo diantres lo iba a escribir bien si ni siquiera me atreví a acercarme y preguntarle cómo se escribía?!!  

- No.

Bajé la vista al cuaderno que tenía sobre la mesa y escribí el nombre. Me entró al risa porque... a ver, es una novela juvenil. El nombre es suyo, los apellidos ya...

Le entró la risa a él.

- ¿En serio? -me dijo.

Si estaba roja entonces, ahora más. Sí, claro que iba en serio. Le conté quién era el personaje. En verdad no se parece en nada a él, absolutamente en nada, pero el nombre... es precioso. Y buscaba un nombre así. Llamativo, exótico... misterioso. 

- Me recuerdas mucho a una chica francesa que conocí hace tiempo -me contestó mi compañero, sonriendo divertido-, se llamaba Magalí. Ella también era muy dulce y vivía el mundo a su manera. 

Saqué mi pequeña libreta de ideas cuya portada está llena de imágenes de Italia, y apunté el nombre que me había dicho. Magalí. ¿Qué bonito, verdad?

Esa libreta tiene muchos nombres. Hay días que me encuentro nombres preciosos. Y los apunto. También está llena de ideas, de bocetos, de planes. Encuentro nombres por doquier. Ayer estaba por la mitad de El Palacio de la Luna y se cayó al suelo un post-it con otro nombre (precioso) apuntado por mí vete a saber cuándo.

Eso sí, por algún motivo extraño, los nombres de los personajes de la mayoría de mis relatos son franceses. Me lo dijo una chica hace tiempo y contesté: "pues ni idea". También escribo las tildes ortográficas al revés, como si fueran tildes francesas, desde muy niña, y ningún profesor logró quitarme la costumbre. Es raro porque... Francia no es que me guste especialmente. Cierto es que un lienzo hiperrealista de París adorna mi salón... una imagen preciosa de una calle y una salida de metro, con una bicicleta apoyada en una farola y un café al lado. Está lloviendo en el lienzo. No pensaba comprarlo pero pasé delante de una tienda y me quedé un poco absorta mirándolo. No sé, me recordaba algo. Quizá a una vez que estuve en Saint Germain. Aunque hacía sol y en el cuadro... parece otra época del año. 

Es más, ni siquiera tenía claro que fuera París hasta comprobarlo en esta entrada. Hay un anuncio diminuto y escondido en el kiosko de prensa, de un periódico llamado Le Monde. Pero está escondido. En verdad no sé porqué pensé, o supe, que era una calle francesa. El kiosko está cerrado, el café no tiene un nombre francés (al contrario). Creo que fue... no sé, quizá la luz?? Ese cuadro me recuerda a otra cosa pero... se me escapa.

^_^ Bueno.... ¡¡a saber!!
Saludos
Eva-Nelly.



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