Los cuentos de Anuka

Hace muchos años un hombre errante muy sabio le dijo a una joven que vivía a las afueras de un pueblo:
- Si pudiera concederte tres deseos, ¿cuales serían?
La joven, que lavaba unas prendas en el río, levantó la cabeza y le contestó, teniéndose por juiciosa:
- Quiero tener siempre esta edad, que no me falte la comida y que me admiren por mi belleza.
- Sea, pues -le contestó el vagabundo, que era en verdad un mago.
Posó su mano en el hombro de la muchacha y al instante la joven se convirtió en una muñeca de madera. De nada sirvieron sus protestas, porque por muchos pueblos que pasaban, nadie podía interpretarlas.
Este incidente ocurrió hace muchos años y la muñeca viajó de mano en mano hasta llegar a las mías. El vagabundo la vendió a una muchacha; ésta, a su vez, la dejó caer en la corriente de un río. Viajó así hasta tierras lejanas donde la recogió un muchacho que se la regaló a su hermana. Al crecer, ella se la entregó a su hija que a su vez la regaló a su sobrina. Fue la sobrina quién, al cerrar una librería de obras de segunda mano, la puso a la venta en un mercadillo. Y ahí la encontré.
Se llama Anuka y algunas noches, cuando la luna asoma por la ventana, le da por contar cuentos.

"Érase una vez -me dijo hace unos días- un comerciante que vivía en la lejana China. Todos los años realizaba la misma ruta comercial para traer seda y especias de Japón. Pero para llegar hasta allí tenía que atravesar un camino lleno de bandidos peligrosos. Cuanto más preparado iba el comerciante para repeler el ataque de estos bandidos, más numerosos y mejor armados parecían ellos. Muy angustiado, el comerciante sopesó la idea de abandonar su negocio y dedicarse a plantar arroz, como sus vecinos. Pero entonces se le ocurrió una idea. La siguiente vez que se encontró con los bandidos en vez de huir o pelear, hizo un trato con ellos:
- Si nos robáis tendréis que huir por la montaña y seguramente en la escaramuza habrá muchos heridos. ¿Por qué no nos acompañáis como guardaespaldas hasta el puerto de Ningbo? Así no se atreverán a atacarnos otros grupos de bandidos. Os pagaremos mucho más dinero que si nos robáis y nadie os perseguirá por las montañas.
De este modo, los bandidos no desaparecieron pero el comerciante encontró la manera de sacar partido a su existencia."

Anuka dice que el cuento no es suyo, se lo contó un sabio budista a su discípulo. Y ella me lo ha contado a mí. Pero no soy la autora. 
^_^ Espero, eso sí, que os guste.
Salu2!!
Nelly 

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